/ martes 27 de agosto de 2019

Ser honestos

La honestidad, dados los actos de corrupción imperantes y la tendencia a ejecutarlos, es hoy una moneda de gran precio.

Es una realidad que en nuestro país la corrupción a todos los niveles no cesa, y a veces, por el contrario, sube. Sea en el gobierno o en la iniciativa privada, en las instituciones, los partidos políticos o en organizaciones de todo tipo; sea en acciones efectuadas por funcionarios privados, políticos, servidores públicos, miembros de las fuerzas de seguridad, de los encargados de impartir justicia o de los simples ciudadanos, la cosa es que esa corrupción en cualquiera de sus formas se mira como algo que ahí está, que parece vivir dentro de las venas de un sistema y que, al combatirla, no se aplica la imparcialidad ni la justicia a secas.

Muchas personas dan cuenta que para realizar o acelerar un trámite en determinadas oficinas, para no ser detenidos por una supuesta o verdadera falta, para tener acceso a ciertos lugares..., hay que soltar una u otra cantidad de efectivo. Da cuenta también del cobro por el "derecho" de piso, a ofrecer sus productos en tal o cual sitio, a estacionarse en lugares determinados a pesar de los estacionómetros, de los altos intereses que se aplican en créditos o compras. En fin, las situaciones, pequeñas o grandes, que indican no sólo corrupción sino connivencia e impunidad, son comunes.

Se efectúan de vez en cuando por distintos actores campañas para fomentar una cultura de la legalidad, o para promover valores universales que hagan más fácil la convivencia familiar y social. A pesar de que son aplaudibles, no pocas veces caen en el vacío (lo cual no indica que dejen de tener valor y se deben apoyar).

Cuando aparecen ciudadanos o grupos que denotan una honestidad en sus acciones y pensamientos, otros los tachan de ingenuos, de ilusos, de tontos, de estar fuera de lugar, o los combaten de algún modo directa o indirectamente.

La escritora uruguaya conocida como Lalo Barrubia (María del Rosario González, radicada en Suecia) expresa: La honestidad es la forma más valiente de la valentía. Otras formas de valentía no me parecen tan importantes.

Ser honestos, no sólo en referencia a asuntos económicos sino en todos los ámbitos de nuestra vida, es básico y clave para enfrentar la corrupción que nos ahoga. ¿Lo ven?


La honestidad, dados los actos de corrupción imperantes y la tendencia a ejecutarlos, es hoy una moneda de gran precio.

Es una realidad que en nuestro país la corrupción a todos los niveles no cesa, y a veces, por el contrario, sube. Sea en el gobierno o en la iniciativa privada, en las instituciones, los partidos políticos o en organizaciones de todo tipo; sea en acciones efectuadas por funcionarios privados, políticos, servidores públicos, miembros de las fuerzas de seguridad, de los encargados de impartir justicia o de los simples ciudadanos, la cosa es que esa corrupción en cualquiera de sus formas se mira como algo que ahí está, que parece vivir dentro de las venas de un sistema y que, al combatirla, no se aplica la imparcialidad ni la justicia a secas.

Muchas personas dan cuenta que para realizar o acelerar un trámite en determinadas oficinas, para no ser detenidos por una supuesta o verdadera falta, para tener acceso a ciertos lugares..., hay que soltar una u otra cantidad de efectivo. Da cuenta también del cobro por el "derecho" de piso, a ofrecer sus productos en tal o cual sitio, a estacionarse en lugares determinados a pesar de los estacionómetros, de los altos intereses que se aplican en créditos o compras. En fin, las situaciones, pequeñas o grandes, que indican no sólo corrupción sino connivencia e impunidad, son comunes.

Se efectúan de vez en cuando por distintos actores campañas para fomentar una cultura de la legalidad, o para promover valores universales que hagan más fácil la convivencia familiar y social. A pesar de que son aplaudibles, no pocas veces caen en el vacío (lo cual no indica que dejen de tener valor y se deben apoyar).

Cuando aparecen ciudadanos o grupos que denotan una honestidad en sus acciones y pensamientos, otros los tachan de ingenuos, de ilusos, de tontos, de estar fuera de lugar, o los combaten de algún modo directa o indirectamente.

La escritora uruguaya conocida como Lalo Barrubia (María del Rosario González, radicada en Suecia) expresa: La honestidad es la forma más valiente de la valentía. Otras formas de valentía no me parecen tan importantes.

Ser honestos, no sólo en referencia a asuntos económicos sino en todos los ámbitos de nuestra vida, es básico y clave para enfrentar la corrupción que nos ahoga. ¿Lo ven?