/ sábado 25 de enero de 2020

Ser universitario en México: perspectivas vs realidad

De acuerdo con la filántropa estadounidense Lynn Schusterman, “un título universitario está vinculado a mayores perspectivas de empleo, un mayor potencial de ingresos y la capacidad de contribuir más a nuestras comunidades”.
Considerando que Schusterman habla de perspectivas, no queda ninguna duda de que contar con un título universitario se relaciona directamente con ello; sin embargo, es necesario tomar en cuenta que la perspectiva es sólo una suposición de lo que debería pasar y no de algo que será una realidad. Al menos no en el caso de México.
En México, según la OCDE, la realidad es que 50% de los jóvenes universitarios trabaja en algún empleo para el que no se necesitan estudios superiores y, por lo tanto, sus ingresos son muy bajos. Con esto queda claro que lo más importante no es diversificar e incrementar exponencialmente la oferta educativa de nivel superior ni, por lo tanto, el número de profesionistas egresados (como ha sucedido en las últimas dos décadas), sino generar y estabilizar un entorno económico acorde a las necesidades y requerimientos actuales, reales y potenciales de cada sector involucrado.
En ese sentido, cabe mencionar que en el informe “La Educación Superior en México: Resultados y Relevancia para el Mercado Laboral”, la OCDE señala que las condiciones de trabajo han empeorado en la última década. Periodo en el que la educación superior no se ha alineado adecuada y oportunamente con las necesidades cambiantes de la economía. Situación que pone al descubierto la falta de una visión estratégica integral para atender la grave problemática.
Con esos (y muchos otros) datos revelados por la OCDE, queda en evidencia que no basta con abrir cientos de universidades (como las de AMLO) ni con tener miles de egresados universitarios cada semestre, lo que se necesita es mejorar la calidad de la educación superior, formar profesionistas competitivos y cualificados, y asegurar un mercado laboral justo y equilibrado en el que los profesionistas gocen de empleo pleno y productivo y de un trabajo decente para todos los hombres y mujeres, tal y como lo establece el Objetivo 8 de Desarrollo Sostenible de la ONU.
En resumen: es cierto que un título universitario se vincula a mayores perspectivas de empleo, de ingresos y de contribuir más a nuestras comunidades; sin embargo, la realidad que se vive en México demuestra lo contrario.
En esta ocasión, concluyo citando lo dicho alguna vez por la escritora y conferencista estadounidense, Joyce Meyer: “Algunas personas tienen dificultades para enfrentar la verdad y la realidad. Prefieren vivir en un mundo de fantasía, pretendiendo que ciertas cosas no están sucediendo”.

laecita.wordpress.com
laecita@gmail.com

De acuerdo con la filántropa estadounidense Lynn Schusterman, “un título universitario está vinculado a mayores perspectivas de empleo, un mayor potencial de ingresos y la capacidad de contribuir más a nuestras comunidades”.
Considerando que Schusterman habla de perspectivas, no queda ninguna duda de que contar con un título universitario se relaciona directamente con ello; sin embargo, es necesario tomar en cuenta que la perspectiva es sólo una suposición de lo que debería pasar y no de algo que será una realidad. Al menos no en el caso de México.
En México, según la OCDE, la realidad es que 50% de los jóvenes universitarios trabaja en algún empleo para el que no se necesitan estudios superiores y, por lo tanto, sus ingresos son muy bajos. Con esto queda claro que lo más importante no es diversificar e incrementar exponencialmente la oferta educativa de nivel superior ni, por lo tanto, el número de profesionistas egresados (como ha sucedido en las últimas dos décadas), sino generar y estabilizar un entorno económico acorde a las necesidades y requerimientos actuales, reales y potenciales de cada sector involucrado.
En ese sentido, cabe mencionar que en el informe “La Educación Superior en México: Resultados y Relevancia para el Mercado Laboral”, la OCDE señala que las condiciones de trabajo han empeorado en la última década. Periodo en el que la educación superior no se ha alineado adecuada y oportunamente con las necesidades cambiantes de la economía. Situación que pone al descubierto la falta de una visión estratégica integral para atender la grave problemática.
Con esos (y muchos otros) datos revelados por la OCDE, queda en evidencia que no basta con abrir cientos de universidades (como las de AMLO) ni con tener miles de egresados universitarios cada semestre, lo que se necesita es mejorar la calidad de la educación superior, formar profesionistas competitivos y cualificados, y asegurar un mercado laboral justo y equilibrado en el que los profesionistas gocen de empleo pleno y productivo y de un trabajo decente para todos los hombres y mujeres, tal y como lo establece el Objetivo 8 de Desarrollo Sostenible de la ONU.
En resumen: es cierto que un título universitario se vincula a mayores perspectivas de empleo, de ingresos y de contribuir más a nuestras comunidades; sin embargo, la realidad que se vive en México demuestra lo contrario.
En esta ocasión, concluyo citando lo dicho alguna vez por la escritora y conferencista estadounidense, Joyce Meyer: “Algunas personas tienen dificultades para enfrentar la verdad y la realidad. Prefieren vivir en un mundo de fantasía, pretendiendo que ciertas cosas no están sucediendo”.

laecita.wordpress.com
laecita@gmail.com