/ miércoles 6 de octubre de 2021

Sesenta y ocho años del derecho de las mujeres a votar y ser votadas

El 17 de octubre de 1953 apareció en el Diario Oficial un decreto en el que se anunciaba que las mujeres tendrían derecho a votar y ser votadas para puestos de elección popular.

A fines de 1916, Hermila Galindo, secretaria particular de Venustiano Carranza, envió al constituyente un escrito en el que solicitó los derechos políticos para las mujeres. Pero al redactarse la Constitución de 1917, sin mucha discusión se negaron a las mujeres sus derechos políticos.

Aprovechando lo ambiguo de la redacción de la Ley, Hermila Galindo se postuló como candidata a diputada en 1918. A pesar de que se dijo que había obtenido la mayoría de los votos, el Colegio Electoral no le reconoció el triunfo. Ella sabía que eso sucedería, pero era la manera de desafiar, en los hechos, a la ley, y además mostrar a la opinión pública lo injusta que era esa situación para las mujeres.

Durante los años veinte hubo algunos efímeros intentos de otorgar a las mujeres el derecho al sufragio. En este sentido, entre 1923 y 1925 en Yucatán, San Luis Potosí y Chiapas se concedió la igualdad política para las mujeres para votar y ser votadas, lo que hizo que varias se convirtieran, por poco tiempo, en diputadas.

El tema volvió a tomarse en cuenta hasta el sexenio de Lázaro Cárdenas. A partir de 1937, el Frente Único Pro Derechos de la Mujer (FUPDM) se mantuvo estructurado fundamentalmente en torno a una sola demanda: el derecho al sufragio. Se cumplió todo el proceso legislativo pero, finalmente, no se promulgó ese derecho.

En el siguiente periodo presidencial, con Manuel Ávila Camacho, el trámite para otorgar a las mujeres el derecho al voto se detuvo.

Durante los años siguientes, algunas mujeres publicaron artículos valientes en los que mostraban su decepción, pero la más persistente en la lucha en pro del sufragio femenino fue Esther Chapa, quien cada año -y durante 22 años- al empezar las sesiones del Congreso enviaba una carta solicitando el derecho al voto para las mujeres.

Cuando Adolfo Ruiz Cortines fue elegido candidato presidencial del PRI, las mujeres priistas –encabezadas por Margarita García Flores, dirigente femenil del partido—, organizaron una asamblea en la que le solicitaron la igualdad de derechos políticos para las mujeres. El 1 de diciembre de 1952, al tomar posesión de la presidencia, Adolfo Ruiz Cortines declaró: “… ya promuevo ante Vuestra Soberanía las reformas legales pertinentes para que la mujer disfrute de los mismos derechos políticos que el hombre”.

Es así que el próximo 17 de octubre se conmemora el reconocimiento al derecho al voto femenino en México, un derecho que no fue por concesión, es el resultado de una ardua lucha de muchas mujeres y que a la fecha, seguimos viendo, que se sigue restringiendo a la mujer en la participación política y se ejerce la violencia aun y cuando la legislación vigente otorga el derecho de PARIDAD EN TODO; por ello es necesario mantener la UNIDAD para seguir avanzando en una participación auténtica.


El 17 de octubre de 1953 apareció en el Diario Oficial un decreto en el que se anunciaba que las mujeres tendrían derecho a votar y ser votadas para puestos de elección popular.

A fines de 1916, Hermila Galindo, secretaria particular de Venustiano Carranza, envió al constituyente un escrito en el que solicitó los derechos políticos para las mujeres. Pero al redactarse la Constitución de 1917, sin mucha discusión se negaron a las mujeres sus derechos políticos.

Aprovechando lo ambiguo de la redacción de la Ley, Hermila Galindo se postuló como candidata a diputada en 1918. A pesar de que se dijo que había obtenido la mayoría de los votos, el Colegio Electoral no le reconoció el triunfo. Ella sabía que eso sucedería, pero era la manera de desafiar, en los hechos, a la ley, y además mostrar a la opinión pública lo injusta que era esa situación para las mujeres.

Durante los años veinte hubo algunos efímeros intentos de otorgar a las mujeres el derecho al sufragio. En este sentido, entre 1923 y 1925 en Yucatán, San Luis Potosí y Chiapas se concedió la igualdad política para las mujeres para votar y ser votadas, lo que hizo que varias se convirtieran, por poco tiempo, en diputadas.

El tema volvió a tomarse en cuenta hasta el sexenio de Lázaro Cárdenas. A partir de 1937, el Frente Único Pro Derechos de la Mujer (FUPDM) se mantuvo estructurado fundamentalmente en torno a una sola demanda: el derecho al sufragio. Se cumplió todo el proceso legislativo pero, finalmente, no se promulgó ese derecho.

En el siguiente periodo presidencial, con Manuel Ávila Camacho, el trámite para otorgar a las mujeres el derecho al voto se detuvo.

Durante los años siguientes, algunas mujeres publicaron artículos valientes en los que mostraban su decepción, pero la más persistente en la lucha en pro del sufragio femenino fue Esther Chapa, quien cada año -y durante 22 años- al empezar las sesiones del Congreso enviaba una carta solicitando el derecho al voto para las mujeres.

Cuando Adolfo Ruiz Cortines fue elegido candidato presidencial del PRI, las mujeres priistas –encabezadas por Margarita García Flores, dirigente femenil del partido—, organizaron una asamblea en la que le solicitaron la igualdad de derechos políticos para las mujeres. El 1 de diciembre de 1952, al tomar posesión de la presidencia, Adolfo Ruiz Cortines declaró: “… ya promuevo ante Vuestra Soberanía las reformas legales pertinentes para que la mujer disfrute de los mismos derechos políticos que el hombre”.

Es así que el próximo 17 de octubre se conmemora el reconocimiento al derecho al voto femenino en México, un derecho que no fue por concesión, es el resultado de una ardua lucha de muchas mujeres y que a la fecha, seguimos viendo, que se sigue restringiendo a la mujer en la participación política y se ejerce la violencia aun y cuando la legislación vigente otorga el derecho de PARIDAD EN TODO; por ello es necesario mantener la UNIDAD para seguir avanzando en una participación auténtica.