/ miércoles 8 de diciembre de 2021

Si la oposición no tiene un líder que la aglutine, habrá que construir un sujeto colectivo que lo haga

El presidente Andrés Manuel tomó la decisión de inaugurar el arrancadero de la sucesión presidencial con una serie de nombres en el orden de su cercanía: Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Juan Ramón de la Fuente, Esteban Moctezuma, Tatiana Clouthier y Rocío Nahle. Excluyó (otra vez) a Ricardo Monreal, líder de Morena en el Senado, quien insiste en estar en la boleta de 2024.

En la carrera por la sucesión, no solamente se está adelantando los posibles candidatos, también se adelantan en las preferencias: Según la encuesta de Reforma del 2 de diciembre, el 45% de los encuestados votaría por Morena para la presidencia de la República en 2024 contra un 20% que lo haría por el PAN y un 19% por el PRI.

Morena se percibe como el partido que maneja mejor los programas sociales y que beneficia más a los que menos tienen (57% contra el 7% que lo piensa del PAN).

Por eso, muchos ya se están resignando a que en la próxima elección la oposición tendrá pocas posibilidades y que los prospectos no serán tan radicales y caprichosos como el actual presidente. Me acuerdo que esa era la recurrente esperanza en los relevos del régimen priista en el siglo pasado.

Por el lado de la oposición, sorprendió el nombre de Luis Donaldo Colosio como el candidato que tiene mayores preferencias (27%), por encima del panista Ricardo Anaya (16%), quien acumula el mayor porcentaje (50%) de opiniones negativas del total de nombres consultados. Estos datos evidencian el triste paisaje que se vislumbra en las filas opositoras, huérfanas de líder competitivo y aglutinador.

La población, que está preocupada porque cotidianamente se agravan más los problemas del país, se siente desamparada sin un líder, sin su Andrés Manuel de este lado.

Por esta razón, el Frente Ciudadano Nacional propone el método de elecciones primarias para ir construyendo la candidatura opositora. Imaginemos que se pudieran poner de acuerdo y que el PAN propusiera dos o tres candidatas o candidatos (Anaya, Vila, Domínguez), lo mismo el PRI (De la Madrid, Del Mazo, Moreno), de MC (Alfaro, Samuel, Colosio) y de la sociedad civil (Lorenzo Córdova, De Hoyos, Claudio X) y que cada mes se reunieran en público a debatir sobre los principales temas y retos nacionales: educación, seguridad, energía, inclusión y desarrollo social, etc.) Con el tiempo se iría conociendo quiénes tienen mejores propuestas, visiones, narrativas y carisma para encabezar esa candidatura y construir un gobierno de coalición incluyente y plural. Con este método lograríamos tener no sólo una o un candidato a la presidencia, sino un sujeto colectivo opositor más potente y convincente.

La mejor manera de remover los obstáculos es la unidad. Es vencer la tentación del proyecto personal, de la jugada individual para hacer que triunfe el equipo.

Desafortunadamente esta iniciativa no surgirá de los partidos. Los confronta y amenaza. Prefieren complacer a sus patrocinadores, en vez de aspirar a impulsar un proyecto histórico.

La solución deberá de surgir de la ciudadanía, de las organizaciones, de la sociedad que fuerce a los partidos a abrirse y cumplir con su papel, ser instrumento de los ciudadanos para instruir un mejor futuro. Instrumento de los ciudadanos, no de los intereses de sus cúpulas.

Seamos realistas, hagamos lo imposible. Un candidato de unidad opositora para construir un gobierno de coalición con una agenda social y democrática que atienda los grandes rezagos con políticas públicas eficaces, basadas en evidencia, respetuosas del medio ambiente y los derechos humanos, económicos, sociales y culturales.


El presidente Andrés Manuel tomó la decisión de inaugurar el arrancadero de la sucesión presidencial con una serie de nombres en el orden de su cercanía: Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Juan Ramón de la Fuente, Esteban Moctezuma, Tatiana Clouthier y Rocío Nahle. Excluyó (otra vez) a Ricardo Monreal, líder de Morena en el Senado, quien insiste en estar en la boleta de 2024.

En la carrera por la sucesión, no solamente se está adelantando los posibles candidatos, también se adelantan en las preferencias: Según la encuesta de Reforma del 2 de diciembre, el 45% de los encuestados votaría por Morena para la presidencia de la República en 2024 contra un 20% que lo haría por el PAN y un 19% por el PRI.

Morena se percibe como el partido que maneja mejor los programas sociales y que beneficia más a los que menos tienen (57% contra el 7% que lo piensa del PAN).

Por eso, muchos ya se están resignando a que en la próxima elección la oposición tendrá pocas posibilidades y que los prospectos no serán tan radicales y caprichosos como el actual presidente. Me acuerdo que esa era la recurrente esperanza en los relevos del régimen priista en el siglo pasado.

Por el lado de la oposición, sorprendió el nombre de Luis Donaldo Colosio como el candidato que tiene mayores preferencias (27%), por encima del panista Ricardo Anaya (16%), quien acumula el mayor porcentaje (50%) de opiniones negativas del total de nombres consultados. Estos datos evidencian el triste paisaje que se vislumbra en las filas opositoras, huérfanas de líder competitivo y aglutinador.

La población, que está preocupada porque cotidianamente se agravan más los problemas del país, se siente desamparada sin un líder, sin su Andrés Manuel de este lado.

Por esta razón, el Frente Ciudadano Nacional propone el método de elecciones primarias para ir construyendo la candidatura opositora. Imaginemos que se pudieran poner de acuerdo y que el PAN propusiera dos o tres candidatas o candidatos (Anaya, Vila, Domínguez), lo mismo el PRI (De la Madrid, Del Mazo, Moreno), de MC (Alfaro, Samuel, Colosio) y de la sociedad civil (Lorenzo Córdova, De Hoyos, Claudio X) y que cada mes se reunieran en público a debatir sobre los principales temas y retos nacionales: educación, seguridad, energía, inclusión y desarrollo social, etc.) Con el tiempo se iría conociendo quiénes tienen mejores propuestas, visiones, narrativas y carisma para encabezar esa candidatura y construir un gobierno de coalición incluyente y plural. Con este método lograríamos tener no sólo una o un candidato a la presidencia, sino un sujeto colectivo opositor más potente y convincente.

La mejor manera de remover los obstáculos es la unidad. Es vencer la tentación del proyecto personal, de la jugada individual para hacer que triunfe el equipo.

Desafortunadamente esta iniciativa no surgirá de los partidos. Los confronta y amenaza. Prefieren complacer a sus patrocinadores, en vez de aspirar a impulsar un proyecto histórico.

La solución deberá de surgir de la ciudadanía, de las organizaciones, de la sociedad que fuerce a los partidos a abrirse y cumplir con su papel, ser instrumento de los ciudadanos para instruir un mejor futuro. Instrumento de los ciudadanos, no de los intereses de sus cúpulas.

Seamos realistas, hagamos lo imposible. Un candidato de unidad opositora para construir un gobierno de coalición con una agenda social y democrática que atienda los grandes rezagos con políticas públicas eficaces, basadas en evidencia, respetuosas del medio ambiente y los derechos humanos, económicos, sociales y culturales.