/ viernes 13 de abril de 2018

Sin honestidad y credibilidad, ¿qué somos?

Nuestras instituciones no deben desaprovechar oportunidades para ejercer con rectitud sus funciones mostrando su valor ante la sociedad. Pero a veces, en lugar de eso, aprovechan las oportunidades para exhibir deshonestidad, incurriendo en falta de integridad moral.

Ejemplo de esto último es el caso del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, el cual determinó que el Instituto Nacional Electoral registrara a Jaime Rodríguez Calderón (el Bronco) como candidato a la Presidencia de la República, pese a las irregularidades notables en el registro de apoyos que dicha persona realizó para obtener su candidatura independiente.

Por supuesto que hay una grave falta ética por parte del Bronco, que ya luce como un gran tramposo. Este sujeto decidió intentar el engaño. Pero la falta del TEPJF puede considerarse más grave, ya que se trata del órgano que debería velar por el cumplimiento de las normas que deben garantizar principios electorales como la certeza, legalidad e imparcialidad.

El TEPJF y el INE tuvieron la oportunidad para lucir rectitud ante la ciudadanía; la tuvieron y decidieron desaprovecharla. Ahora la certeza y la legalidad de las elecciones mexicanas de este año han quedado manchadas al permitir que alguien deshonesto aparezca en la boleta electoral.

Y es que un tramposo no merece ni siquiera eso, el aparecer como opción para gobernar a una nación. Quien no respeta las reglas del juego, simplemente no merece jugar.

Al INE no le quedaba de otra, debía acatar la sentencia del tribunal y proceder al registro del tramposo, a quien sólo le valieron 849,937 apoyos de los 2,034,403 que presentó.

El presidente del INE, Lorenzo Córdova, defendió el trabajo de sus compañeros consejeros, toda vez que los magistrados del TEPJF descalificaron su trabajo tachándolo de inexacto y violatorio de derechos.

Así se consuma un agravio más a la ciudadanía, una falta a los principios en los que deben apoyarse nuestros procesos electorales. Deshonestidad trae consigo desconfianza; sin credibilidad, ¿qué son nuestras instituciones?

Nuestras instituciones no deben desaprovechar oportunidades para ejercer con rectitud sus funciones mostrando su valor ante la sociedad. Pero a veces, en lugar de eso, aprovechan las oportunidades para exhibir deshonestidad, incurriendo en falta de integridad moral.

Ejemplo de esto último es el caso del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, el cual determinó que el Instituto Nacional Electoral registrara a Jaime Rodríguez Calderón (el Bronco) como candidato a la Presidencia de la República, pese a las irregularidades notables en el registro de apoyos que dicha persona realizó para obtener su candidatura independiente.

Por supuesto que hay una grave falta ética por parte del Bronco, que ya luce como un gran tramposo. Este sujeto decidió intentar el engaño. Pero la falta del TEPJF puede considerarse más grave, ya que se trata del órgano que debería velar por el cumplimiento de las normas que deben garantizar principios electorales como la certeza, legalidad e imparcialidad.

El TEPJF y el INE tuvieron la oportunidad para lucir rectitud ante la ciudadanía; la tuvieron y decidieron desaprovecharla. Ahora la certeza y la legalidad de las elecciones mexicanas de este año han quedado manchadas al permitir que alguien deshonesto aparezca en la boleta electoral.

Y es que un tramposo no merece ni siquiera eso, el aparecer como opción para gobernar a una nación. Quien no respeta las reglas del juego, simplemente no merece jugar.

Al INE no le quedaba de otra, debía acatar la sentencia del tribunal y proceder al registro del tramposo, a quien sólo le valieron 849,937 apoyos de los 2,034,403 que presentó.

El presidente del INE, Lorenzo Córdova, defendió el trabajo de sus compañeros consejeros, toda vez que los magistrados del TEPJF descalificaron su trabajo tachándolo de inexacto y violatorio de derechos.

Así se consuma un agravio más a la ciudadanía, una falta a los principios en los que deben apoyarse nuestros procesos electorales. Deshonestidad trae consigo desconfianza; sin credibilidad, ¿qué son nuestras instituciones?