/ viernes 27 de agosto de 2021

Sin Secretaría de Cultura

Por: Juan Ramón Camacho Rodríguez

Algunos representantes de la comunidad cultural chihuahuense se han manifestado públicamente, principalmente a través de las redes sociales, respecto a la supuesta desaparición de la Secretaría de Cultura del estado de Chihuahua.

Hay artistas y promotores culturales que lamentan profundamente esta intención, mientras que otros reconocen que se trata de una medida atinada. Hay notable división en las opiniones. Incluso se habla de la bondad o la maldad de la medida, por lo tanto, de buenos y malos.

Desde una perspectiva organizacional, la desaparición de la Secretaría de Cultura del estado de Chihuahua ni sería buena ni sería mala. Se trata de una cuestión estratégica, y como tal puede ser considerada útil o inútil, práctica o impráctica, pero no buena o mala.

Desde el enfoque estratégico, pues, no hay decisión mala, pero tampoco hay decisión buena, moralmente hablando. Los administradores tienen en la mira resultados, para los cuales estiman medios y barreras en su camino hacia las metas. Hay que buscar eficacia y eficiencia.

La próxima administración estatal chihuahuense debe establecer, como lo hace cualquier otra planeación administrativa, sus metas y objetivos para su operación. La Secretaría de Cultura, como algunas más, quizás no representen más que un gasto, así sin más, y quizás el todo sería más eficiente sin la parte.

En todo caso, la decisión de desaparecer la Secretaría de Cultura de Chihuahua puede ser considerada como racional o irracional. Es racional si contribuye al logro de las metas y los objetivos del plan estratégico; es irracional si entra en choque con éstos.

A lo mejor la próxima administración obtiene más y mejores resultados si adelgaza la operación burocrática, porque así los recursos encontrarán mayor rendimiento incluso en el área de las políticas culturales, las cuales pueden realizarse al cobijo estructural de otra secretaría.

Es decir, el recorte administrativo no significa necesariamente un perjuicio para artistas y creadores chihuahuenses. Aún más, bien puede resultar en mayor beneficio gracias a una mayor eficiencia del gobierno. Aunque esto se oye muy optimista, y entiendo que hay que amarrar a veces el entusiasmo.

Lo importante es revisar si dentro del plan estratégico del gobierno de María Eugenia Campos se contempla la responsabilidad de consolidar las políticas públicas en materia cultural. Si esto es así, entonces, se tendrá que diseñar la ruta de acción para fortalecer los apoyos a la creación y a la cultura, con o sin Secretaria de Cultura.

Hay razones para desconfiar, y se entiende a los pesimistas; pero también podemos encontrar razones para esperar una optimización de los recursos con menos gasto burocrático. Si hay recortes en los escritorios, que también haya más aprovechamiento entre la comunidad.

Ojalá que la próxima administración estatal favorezca con más determinación a la cultura y el arte chihuahuenses.

Por: Juan Ramón Camacho Rodríguez

Algunos representantes de la comunidad cultural chihuahuense se han manifestado públicamente, principalmente a través de las redes sociales, respecto a la supuesta desaparición de la Secretaría de Cultura del estado de Chihuahua.

Hay artistas y promotores culturales que lamentan profundamente esta intención, mientras que otros reconocen que se trata de una medida atinada. Hay notable división en las opiniones. Incluso se habla de la bondad o la maldad de la medida, por lo tanto, de buenos y malos.

Desde una perspectiva organizacional, la desaparición de la Secretaría de Cultura del estado de Chihuahua ni sería buena ni sería mala. Se trata de una cuestión estratégica, y como tal puede ser considerada útil o inútil, práctica o impráctica, pero no buena o mala.

Desde el enfoque estratégico, pues, no hay decisión mala, pero tampoco hay decisión buena, moralmente hablando. Los administradores tienen en la mira resultados, para los cuales estiman medios y barreras en su camino hacia las metas. Hay que buscar eficacia y eficiencia.

La próxima administración estatal chihuahuense debe establecer, como lo hace cualquier otra planeación administrativa, sus metas y objetivos para su operación. La Secretaría de Cultura, como algunas más, quizás no representen más que un gasto, así sin más, y quizás el todo sería más eficiente sin la parte.

En todo caso, la decisión de desaparecer la Secretaría de Cultura de Chihuahua puede ser considerada como racional o irracional. Es racional si contribuye al logro de las metas y los objetivos del plan estratégico; es irracional si entra en choque con éstos.

A lo mejor la próxima administración obtiene más y mejores resultados si adelgaza la operación burocrática, porque así los recursos encontrarán mayor rendimiento incluso en el área de las políticas culturales, las cuales pueden realizarse al cobijo estructural de otra secretaría.

Es decir, el recorte administrativo no significa necesariamente un perjuicio para artistas y creadores chihuahuenses. Aún más, bien puede resultar en mayor beneficio gracias a una mayor eficiencia del gobierno. Aunque esto se oye muy optimista, y entiendo que hay que amarrar a veces el entusiasmo.

Lo importante es revisar si dentro del plan estratégico del gobierno de María Eugenia Campos se contempla la responsabilidad de consolidar las políticas públicas en materia cultural. Si esto es así, entonces, se tendrá que diseñar la ruta de acción para fortalecer los apoyos a la creación y a la cultura, con o sin Secretaria de Cultura.

Hay razones para desconfiar, y se entiende a los pesimistas; pero también podemos encontrar razones para esperar una optimización de los recursos con menos gasto burocrático. Si hay recortes en los escritorios, que también haya más aprovechamiento entre la comunidad.

Ojalá que la próxima administración estatal favorezca con más determinación a la cultura y el arte chihuahuenses.