/ miércoles 10 de noviembre de 2021

Sistemas de drenaje y saneamiento

Los sistemas de drenaje pluvial y saneamiento pueden gestionarse de dos formas diferentes.

Analizaremos primero el sistema de drenaje combinado.

En este caso, el sistema se diseña para conducir tanto las aguas residuales como las aguas de lluvia (pluviales). Este es el tipo de sistema más común en las ciudades latinoamericanas.

El sistema combinado tiene la ventaja de ser un sistema a conducto único, pero que puede generar olores desagradables en climas cálidos durante el verano y se pueden crear condiciones insalubres para la población cuando se presentan lluvias que superan su capacidad.

El factor más importante para dimensionar este tipo de sistemas es el volumen del agua de lluvia a conducir, al que se agrega el volumen de las aguas residuales, que dependiendo del clima, podrá ser mayor o menor.

En algunas ciudades los conductos mayores alcanzan grandes diámetros y se alojan a profundidades importantes, lo que representa altos costos de inversión y de operación.

Adicionalmente, como parte de la infraestructura se requerirá contar con una planta de tratamiento de aguas residuales con suficiente capacidad para tratar el volumen de agua de lluvia y aguas residuales y cuyo proceso de tratamiento pueda responder adecuadamente a la variabilidad tanto de calidad como de volumen.

El segundo tipo es el sistema de drenaje separado.

En este caso se cuenta con un sistema de drenaje para las aguas pluviales y otro totalmente independiente para las aguas residuales.

Se tiene la ventaja de que el sistema de saneamiento se diseña únicamente para conducir el agua residual y, por tanto, no está sobredimensionado en época de secas, con lo que se evitan las condiciones sépticas que generan malos olores. De igual forma, no se presentan condiciones insalubres en caso de que el sistema de drenaje de agua pluvial quede rebasado.

Este tipo de sistema permite un mejor control de los volúmenes que se conducen a las plantas de tratamiento de aguas residuales, con lo que se facilita el dimensionamiento y operación de las plantas y se evitan variaciones de caudal importantes durante la época de lluvias, las cuales podrían complicar su funcionamiento.

También, se facilita la gestión y el aprovechamiento del agua de lluvia, la cual necesitará de un tratamiento más simple.

Por lo anterior, el sistema separado sería el más adecuado para la mejor gestión del agua urbana; sin embargo, pasar de un sistema combinado a uno separado puede implicar inversiones importantes que tendrán que valorarse.

Independientemente del tipo de sistema que exista en la ciudad y de la forma como evolucione, se debe tener presente que lo que se busca es captar, conducir y tratar de manera segura las aguas residuales para su uso posterior, o bien para verterlas libres de contaminación a los cauces, y gestionar las aguas de lluvia de manera tal que se disminuyan las inundaciones y los daños que se puedan presentar en la ciudad, al mismo tiempo que se puedan aprovechar para reforzar el suministro de agua.


Los sistemas de drenaje pluvial y saneamiento pueden gestionarse de dos formas diferentes.

Analizaremos primero el sistema de drenaje combinado.

En este caso, el sistema se diseña para conducir tanto las aguas residuales como las aguas de lluvia (pluviales). Este es el tipo de sistema más común en las ciudades latinoamericanas.

El sistema combinado tiene la ventaja de ser un sistema a conducto único, pero que puede generar olores desagradables en climas cálidos durante el verano y se pueden crear condiciones insalubres para la población cuando se presentan lluvias que superan su capacidad.

El factor más importante para dimensionar este tipo de sistemas es el volumen del agua de lluvia a conducir, al que se agrega el volumen de las aguas residuales, que dependiendo del clima, podrá ser mayor o menor.

En algunas ciudades los conductos mayores alcanzan grandes diámetros y se alojan a profundidades importantes, lo que representa altos costos de inversión y de operación.

Adicionalmente, como parte de la infraestructura se requerirá contar con una planta de tratamiento de aguas residuales con suficiente capacidad para tratar el volumen de agua de lluvia y aguas residuales y cuyo proceso de tratamiento pueda responder adecuadamente a la variabilidad tanto de calidad como de volumen.

El segundo tipo es el sistema de drenaje separado.

En este caso se cuenta con un sistema de drenaje para las aguas pluviales y otro totalmente independiente para las aguas residuales.

Se tiene la ventaja de que el sistema de saneamiento se diseña únicamente para conducir el agua residual y, por tanto, no está sobredimensionado en época de secas, con lo que se evitan las condiciones sépticas que generan malos olores. De igual forma, no se presentan condiciones insalubres en caso de que el sistema de drenaje de agua pluvial quede rebasado.

Este tipo de sistema permite un mejor control de los volúmenes que se conducen a las plantas de tratamiento de aguas residuales, con lo que se facilita el dimensionamiento y operación de las plantas y se evitan variaciones de caudal importantes durante la época de lluvias, las cuales podrían complicar su funcionamiento.

También, se facilita la gestión y el aprovechamiento del agua de lluvia, la cual necesitará de un tratamiento más simple.

Por lo anterior, el sistema separado sería el más adecuado para la mejor gestión del agua urbana; sin embargo, pasar de un sistema combinado a uno separado puede implicar inversiones importantes que tendrán que valorarse.

Independientemente del tipo de sistema que exista en la ciudad y de la forma como evolucione, se debe tener presente que lo que se busca es captar, conducir y tratar de manera segura las aguas residuales para su uso posterior, o bien para verterlas libres de contaminación a los cauces, y gestionar las aguas de lluvia de manera tal que se disminuyan las inundaciones y los daños que se puedan presentar en la ciudad, al mismo tiempo que se puedan aprovechar para reforzar el suministro de agua.