/ miércoles 3 de marzo de 2021

Sobreviviendo

He conocido mucha gente en Mazatlán, personas que me encuentro en mis caminatas y a las que me acerco para saber qué opinan del deterioro ambiental, contaminación que unos viven de cerca y muchos otros ignoran por la prisa de ir y venir, sin voltear alrededor.

Hay una empleada del Municipio que barre la calle por donde vivo, recoge la basura que no debería estar ahí, porque cada negocio y vivienda debería responsabilizarse del frente de su propiedad y las autoridades multar a los necios que a su paso dejan de todo.

Los clavadistas son un grupo de jóvenes que se turnan para dar el espectáculo. Antes de tirarse desde la gran piedra, su ayudante Juan llama la atención del público para que volteen y sepan que los clavadistas ya se preparan para el lanzamiento, grita y camina por una estrecha cornisa moviendo sus brazos con dos antorchas que el clavadista llevará para que se vea claro su trayecto. Juan recibe algo de lo que los clavadistas juntan antes de cada espectáculo, y me enteré que él también seguido limpia la playa.

Hay un hombre al que llaman el Caracolero. Roberto recoge todo tipo de conchas y las exhibe en la misma área de los clavados, no les pone precio, pide lo que cada cual considere justo, por cierto él también limpia playas porque dice que tiene mucho que agradecerle al mar.

Ahí mismo conocí al ostionero y me platicó que si yo bajara al fondo donde va él, me quedaría impresionada de todos los desechos que hay bajo el agua, mucho plástico, vidrio y muchísimos artículos de tela: toallas, ropa, etc. y le dije: ¿Por qué no levantas algo cada vez que bajes, para agradecerle al mar lo que te da?

Muchas personas sobreviviendo sacando lo que pueden, algunos agradecidos ayudándole a la naturaleza para conservarla, pero muchos otros sólo succionando y dejando huellas desastrosas consciente o inconscientemente.

Las personas que están más en contacto con la naturaleza se sensibilizan ante ella, aprecian su grandeza y la valoran. Ya la mayoría de los habitantes del mundo estamos congregados en ciudades y pueblos con mil comodidades que nos duermen ante la Madre Tierra que nos provee “todavía”.

Las leyes para cuidar el medioambiente también urgen, para “educados”. Los que llenos de títulos, puestos y privilegios olvidan que ese desarrollo que los cautiva y los mueve para hacer más dinero, tiene que ser analizado y en muchos rubros frenado, para devolverle salud a la naturaleza, nuestra única fuente de vida.

Que la construcción (en todos los aspectos) de sociedades, se enfoquen ante todo, en temas ambientales de urgencia y que esos automatizados permisos del gobierno para hacer y deshacer, pasen antes por una cabeza que piense, ame y cuide la naturaleza.

¡Despertemos sin la naturaleza nos vamos a la nada!

Vigilante: Muchos lugares de la tierra están apenas sobreviviendo, urgen adopciones de lugares naturales. ¡Únete y adopta, y sobre todo reduce tus desechos!

He conocido mucha gente en Mazatlán, personas que me encuentro en mis caminatas y a las que me acerco para saber qué opinan del deterioro ambiental, contaminación que unos viven de cerca y muchos otros ignoran por la prisa de ir y venir, sin voltear alrededor.

Hay una empleada del Municipio que barre la calle por donde vivo, recoge la basura que no debería estar ahí, porque cada negocio y vivienda debería responsabilizarse del frente de su propiedad y las autoridades multar a los necios que a su paso dejan de todo.

Los clavadistas son un grupo de jóvenes que se turnan para dar el espectáculo. Antes de tirarse desde la gran piedra, su ayudante Juan llama la atención del público para que volteen y sepan que los clavadistas ya se preparan para el lanzamiento, grita y camina por una estrecha cornisa moviendo sus brazos con dos antorchas que el clavadista llevará para que se vea claro su trayecto. Juan recibe algo de lo que los clavadistas juntan antes de cada espectáculo, y me enteré que él también seguido limpia la playa.

Hay un hombre al que llaman el Caracolero. Roberto recoge todo tipo de conchas y las exhibe en la misma área de los clavados, no les pone precio, pide lo que cada cual considere justo, por cierto él también limpia playas porque dice que tiene mucho que agradecerle al mar.

Ahí mismo conocí al ostionero y me platicó que si yo bajara al fondo donde va él, me quedaría impresionada de todos los desechos que hay bajo el agua, mucho plástico, vidrio y muchísimos artículos de tela: toallas, ropa, etc. y le dije: ¿Por qué no levantas algo cada vez que bajes, para agradecerle al mar lo que te da?

Muchas personas sobreviviendo sacando lo que pueden, algunos agradecidos ayudándole a la naturaleza para conservarla, pero muchos otros sólo succionando y dejando huellas desastrosas consciente o inconscientemente.

Las personas que están más en contacto con la naturaleza se sensibilizan ante ella, aprecian su grandeza y la valoran. Ya la mayoría de los habitantes del mundo estamos congregados en ciudades y pueblos con mil comodidades que nos duermen ante la Madre Tierra que nos provee “todavía”.

Las leyes para cuidar el medioambiente también urgen, para “educados”. Los que llenos de títulos, puestos y privilegios olvidan que ese desarrollo que los cautiva y los mueve para hacer más dinero, tiene que ser analizado y en muchos rubros frenado, para devolverle salud a la naturaleza, nuestra única fuente de vida.

Que la construcción (en todos los aspectos) de sociedades, se enfoquen ante todo, en temas ambientales de urgencia y que esos automatizados permisos del gobierno para hacer y deshacer, pasen antes por una cabeza que piense, ame y cuide la naturaleza.

¡Despertemos sin la naturaleza nos vamos a la nada!

Vigilante: Muchos lugares de la tierra están apenas sobreviviendo, urgen adopciones de lugares naturales. ¡Únete y adopta, y sobre todo reduce tus desechos!