/ jueves 27 de enero de 2022

Son 65 años de PCE

Pensiones Civiles del Estado se fundó en enero de 1957, durante el sexenio del gobernador Teófilo Borunda Ortiz y bajo la iniciativa del gremio magisterial estatal de la entonces Sección 40 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, quienes bajo el amparo de la ley que dio vida al Instituto, se hicieron acreedores a préstamos, pensiones y jubilaciones.

Años más tarde, los beneficios de la seguridad social se ampliaron no sólo en cuanto a destinatarios sino en su cobertura, pues a las prestaciones socioeconómicas se agregaron los servicios médicos, y además de los maestros estatales, los beneficiarios fueron también los burócratas y los trabajadores, y maestros de la entonces Universidad de Chihuahua.

Hoy en día, a 65 años de distancia, luego de presumir durante años ante propios y extraños de tener la mejor institución de seguridad social en México, el sueño se ha vuelto sólo eso, un sueño lejano desde donde poco queda por presumir y lejos también quedan aquellos tiempos en que se cubría mucho más que el servicio médico.

Cierto es que no se trata de simples matemáticas, se trata de una edificación de una sólida estructura burocrática, así como del cumplimiento de los compromisos económicos de los entes gubernamentales que le conforman, los cuales se constituyen en una serie de pilares desde donde se puede apreciar la vigencia del Instituto para la atención de las siguientes generaciones de personas afiliadas.

Uno de los pilares que lo constituyen es el personal, sus médicos, especialistas, personal administrativo y de apoyo, desde donde, por lo general, salvo penosas excepciones, existe una atención muy respetable y atenta que permite distinguirla de otros servicios médicos en el país.

Otro de los pilares tiene que ver con el conjunto de acciones que se toman al interior de la institución para el correcto funcionamiento y ahí es donde resulta muy grave poder observar que el medicamento que otorgó el médico general ya no está en el cuadro básico, las interminables filas en la farmacia, que no exista el medicamento en ésta y que por políticas de compra de medicamentos se entreguen tres o hasta cuatro vales para igual número de farmacias que se encuentran por lo general en lugares muy distantes de la ciudad capital, no se diga las problemáticas que enfrentan el resto de las regiones.

Otro aspecto lamentable es que por los pocos equipos que existe en el área de imagenología, las citas se programan de manera normal con meses de diferencia, sin importar la cita del médico o la gravedad de la situación, en donde, además, se pueden apreciar filas todos los días buscando “una cancelación”, con el consiguiente peligro en plena época de contagio.

El problema es la atención hospitalaria, la fuga de médicos especialistas, la mala licitación de medicamentos, la falta, la atención y el cuidado del actual personal médico, generales y especialistas, así como de enfermería y administrativo, la falta de equipamiento oportuno y adecuado, que todo se resume en la falta de inyección económica, así como la correcta administración de recursos materiales y humanos.

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann

Doctor en Gerencia Pública y Política Social

manuelnavarrow@gmail.com

https://manuelnavarrow.com


Pensiones Civiles del Estado se fundó en enero de 1957, durante el sexenio del gobernador Teófilo Borunda Ortiz y bajo la iniciativa del gremio magisterial estatal de la entonces Sección 40 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, quienes bajo el amparo de la ley que dio vida al Instituto, se hicieron acreedores a préstamos, pensiones y jubilaciones.

Años más tarde, los beneficios de la seguridad social se ampliaron no sólo en cuanto a destinatarios sino en su cobertura, pues a las prestaciones socioeconómicas se agregaron los servicios médicos, y además de los maestros estatales, los beneficiarios fueron también los burócratas y los trabajadores, y maestros de la entonces Universidad de Chihuahua.

Hoy en día, a 65 años de distancia, luego de presumir durante años ante propios y extraños de tener la mejor institución de seguridad social en México, el sueño se ha vuelto sólo eso, un sueño lejano desde donde poco queda por presumir y lejos también quedan aquellos tiempos en que se cubría mucho más que el servicio médico.

Cierto es que no se trata de simples matemáticas, se trata de una edificación de una sólida estructura burocrática, así como del cumplimiento de los compromisos económicos de los entes gubernamentales que le conforman, los cuales se constituyen en una serie de pilares desde donde se puede apreciar la vigencia del Instituto para la atención de las siguientes generaciones de personas afiliadas.

Uno de los pilares que lo constituyen es el personal, sus médicos, especialistas, personal administrativo y de apoyo, desde donde, por lo general, salvo penosas excepciones, existe una atención muy respetable y atenta que permite distinguirla de otros servicios médicos en el país.

Otro de los pilares tiene que ver con el conjunto de acciones que se toman al interior de la institución para el correcto funcionamiento y ahí es donde resulta muy grave poder observar que el medicamento que otorgó el médico general ya no está en el cuadro básico, las interminables filas en la farmacia, que no exista el medicamento en ésta y que por políticas de compra de medicamentos se entreguen tres o hasta cuatro vales para igual número de farmacias que se encuentran por lo general en lugares muy distantes de la ciudad capital, no se diga las problemáticas que enfrentan el resto de las regiones.

Otro aspecto lamentable es que por los pocos equipos que existe en el área de imagenología, las citas se programan de manera normal con meses de diferencia, sin importar la cita del médico o la gravedad de la situación, en donde, además, se pueden apreciar filas todos los días buscando “una cancelación”, con el consiguiente peligro en plena época de contagio.

El problema es la atención hospitalaria, la fuga de médicos especialistas, la mala licitación de medicamentos, la falta, la atención y el cuidado del actual personal médico, generales y especialistas, así como de enfermería y administrativo, la falta de equipamiento oportuno y adecuado, que todo se resume en la falta de inyección económica, así como la correcta administración de recursos materiales y humanos.

Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann

Doctor en Gerencia Pública y Política Social

manuelnavarrow@gmail.com

https://manuelnavarrow.com