/ miércoles 5 de agosto de 2020

¡Sus necedades nos llevan entre las patas!

La pandemia pegó en todos los países del mundo, pero sus consecuencias letales varían dependiendo de las estrategias que han seguido los gobiernos y de la infraestructura sanitaria de cada país.

El Continente Americano es el territorio con mayor número de contagios a nivel mundial y tiene la medalla de oro, plata y bronce por las mayores defunciones: Estados Unidos 155 mil, Brasil 95 mil y México 50 mil.

¿Qué tendrán en común estos países? ¿Será que los tres países con mayor número de fallecidos por Covid-19 tienen gobernantes populistas, que minimizaron el impacto del virus, que desdeñan la ciencia, sostienen cuarentenas laxas y que sus tres presidentes se resisten a usar el cubrebocas?

El juicio de la historia será implacable cuando se logre demostrar cuáles fueron los gobiernos que mejor actuaron ante la emergencia. Por mientras podemos adelantar algunos datos duros.

De las 32 entidades del país, 17 tienen menos de 300 fallecidos por cada millón de habitantes: 16 de las 17 son gobernados por un partido diferente a Morena; 9 de los 17 no se entregaron al Insabi; y 8 de los 17 están gobernados por el PAN.

Como otro dato curioso se debe reconocer que el único municipio del país que aún no tiene ningún caso de Covid, el único ayuntamiento que queda de la esperanza, es gobernado por una mujer, es panista y está en el estado de Chihuahua, San Francisco de Borja.

López Obrador insiste en afirmar que ya pasó lo peor aun cuando los casos siguen aumentando. Tenemos 443 mil casos confirmados en un país que se ha resistido a hacer pruebas masivas, por lo que el mismo López Gatell ha reconocido que la epidemia es varias veces más grande (¿8, 10, 30?).

El manejo de los semáforos ha dejado muchas críticas y resiente la presión de los sectores productivos de acelerar su transición para liberalizar la movilidad y retomar las actividades económicas no esenciales.

Parte de la información se podrá manipular, pero al final las defunciones por Covid y por neumonía atípica (eufemismo para denominar a cualquier infección pulmonar causada por germen, bacterias que no sean de las neumonías típicas), saldrán a relucir en el futuro cercano.

Lo mismo sucederá con la actividad económica. El desempleo, el aumento de la pobreza, la caída en los ingresos de las familias, las empresas y los gobiernos, será imposible de ocultar por más que el presidente insista en que ya pasó lo peor, la verdad es que lo peor aún está por venir.

La caída en los ingresos públicos implicará mayores recortes al gasto y a la inversión en infraestructura, lo cual hará más pronunciada y prolongada la desaceleración.

La necedad de no impulsar una estrategia económica contra cíclica, resistirse a discutir una ley de emergencia, aprobar un ingreso básico o mínimo vital golpeará a las personas más vulnerables de nuestro país, aumentando las desigualdades sociales y lastimando primero y mayormente a los pobres.

Por eso necesitamos reconocer que las políticas públicas de nuestros gobernantes nos llevan, para bien y para mal, entre las patas.

La pandemia pegó en todos los países del mundo, pero sus consecuencias letales varían dependiendo de las estrategias que han seguido los gobiernos y de la infraestructura sanitaria de cada país.

El Continente Americano es el territorio con mayor número de contagios a nivel mundial y tiene la medalla de oro, plata y bronce por las mayores defunciones: Estados Unidos 155 mil, Brasil 95 mil y México 50 mil.

¿Qué tendrán en común estos países? ¿Será que los tres países con mayor número de fallecidos por Covid-19 tienen gobernantes populistas, que minimizaron el impacto del virus, que desdeñan la ciencia, sostienen cuarentenas laxas y que sus tres presidentes se resisten a usar el cubrebocas?

El juicio de la historia será implacable cuando se logre demostrar cuáles fueron los gobiernos que mejor actuaron ante la emergencia. Por mientras podemos adelantar algunos datos duros.

De las 32 entidades del país, 17 tienen menos de 300 fallecidos por cada millón de habitantes: 16 de las 17 son gobernados por un partido diferente a Morena; 9 de los 17 no se entregaron al Insabi; y 8 de los 17 están gobernados por el PAN.

Como otro dato curioso se debe reconocer que el único municipio del país que aún no tiene ningún caso de Covid, el único ayuntamiento que queda de la esperanza, es gobernado por una mujer, es panista y está en el estado de Chihuahua, San Francisco de Borja.

López Obrador insiste en afirmar que ya pasó lo peor aun cuando los casos siguen aumentando. Tenemos 443 mil casos confirmados en un país que se ha resistido a hacer pruebas masivas, por lo que el mismo López Gatell ha reconocido que la epidemia es varias veces más grande (¿8, 10, 30?).

El manejo de los semáforos ha dejado muchas críticas y resiente la presión de los sectores productivos de acelerar su transición para liberalizar la movilidad y retomar las actividades económicas no esenciales.

Parte de la información se podrá manipular, pero al final las defunciones por Covid y por neumonía atípica (eufemismo para denominar a cualquier infección pulmonar causada por germen, bacterias que no sean de las neumonías típicas), saldrán a relucir en el futuro cercano.

Lo mismo sucederá con la actividad económica. El desempleo, el aumento de la pobreza, la caída en los ingresos de las familias, las empresas y los gobiernos, será imposible de ocultar por más que el presidente insista en que ya pasó lo peor, la verdad es que lo peor aún está por venir.

La caída en los ingresos públicos implicará mayores recortes al gasto y a la inversión en infraestructura, lo cual hará más pronunciada y prolongada la desaceleración.

La necedad de no impulsar una estrategia económica contra cíclica, resistirse a discutir una ley de emergencia, aprobar un ingreso básico o mínimo vital golpeará a las personas más vulnerables de nuestro país, aumentando las desigualdades sociales y lastimando primero y mayormente a los pobres.

Por eso necesitamos reconocer que las políticas públicas de nuestros gobernantes nos llevan, para bien y para mal, entre las patas.