/ sábado 24 de marzo de 2018

Tener cultura

Muchos piensan que se puede adquirir una buena educación con sólo recurrir al maestro, así como otros piensan que se puede adquirir la salud con sólo recurrir al médico. Sin embargo, para conseguir una buena educación y salud plena, necesita cada quien ser su propio maestro y su propio doctor.

Si consideramos lo que realmente es la educación, que viene siendo el desarrollo de sí mismo, la futileza o poca importancia que muchos quieren presentarnos como educación, salta a la vista. La sabiduría del mundo rodea al hombre en todos lados.

Todo lo que se ha descubierto y publicado sigue a disposición de todos nosotros a través del internet y se obtiene en el momento que se desee.

Existe la ideal popular que una persona es educada por los años invertidos en escuelas y universidades. Y aunque sea todo un profesional en lo que hace, no se le considera educado por carecer del saber de los libros. En estos tiempos no se es educado si no se es graduado de importantes centros educativos.

Existen muchísimas personas que sin haber pasado por los grandes centros de estudios nos sorprende por la profundidad de sus pensamientos y por sus conocimientos en diferentes áreas. Ninguna persona de buen sentido que se haya mejorado a sí misma y que haya contribuido al mejoramiento de los demás debe ser considerada como una persona inculta. Que no sepa que hay y cómo son los universos múltiples no es de gran relevancia por lo pronto.

Ser culto es tener conciencia, es saber pensar y sentir. Es saber cumplir con las obligaciones para consigo mismo y para los demás. Es no ser un parásito viviendo de los demás y de las dádivas del gobierno en turno.

Si consideramos el “poder de adhesión”, la cultura y la educación se incrementan asociándonos con personas que consideremos mejor que nosotros. Se trata de juntarnos con aquellos que estimemos poseen nobleza moral, no necesariamente los más intelectuales; con aquellos con mayores excelencias en diferentes ámbitos.

Tener cultura no es otra cosa que el reflejo de quien realmente somos.

Un maestro culto adapta sus clases a sus discípulos y no éstos a sus clases, y cuando la escuela o el maestro fallan, el culpable no es el alumno, es el maestro. Los alumnos son el material, y el maestro es el fabricante, y si él no puede sacar nada de los alumnos, es él el que falla.

Muchos piensan que se puede adquirir una buena educación con sólo recurrir al maestro, así como otros piensan que se puede adquirir la salud con sólo recurrir al médico. Sin embargo, para conseguir una buena educación y salud plena, necesita cada quien ser su propio maestro y su propio doctor.

Si consideramos lo que realmente es la educación, que viene siendo el desarrollo de sí mismo, la futileza o poca importancia que muchos quieren presentarnos como educación, salta a la vista. La sabiduría del mundo rodea al hombre en todos lados.

Todo lo que se ha descubierto y publicado sigue a disposición de todos nosotros a través del internet y se obtiene en el momento que se desee.

Existe la ideal popular que una persona es educada por los años invertidos en escuelas y universidades. Y aunque sea todo un profesional en lo que hace, no se le considera educado por carecer del saber de los libros. En estos tiempos no se es educado si no se es graduado de importantes centros educativos.

Existen muchísimas personas que sin haber pasado por los grandes centros de estudios nos sorprende por la profundidad de sus pensamientos y por sus conocimientos en diferentes áreas. Ninguna persona de buen sentido que se haya mejorado a sí misma y que haya contribuido al mejoramiento de los demás debe ser considerada como una persona inculta. Que no sepa que hay y cómo son los universos múltiples no es de gran relevancia por lo pronto.

Ser culto es tener conciencia, es saber pensar y sentir. Es saber cumplir con las obligaciones para consigo mismo y para los demás. Es no ser un parásito viviendo de los demás y de las dádivas del gobierno en turno.

Si consideramos el “poder de adhesión”, la cultura y la educación se incrementan asociándonos con personas que consideremos mejor que nosotros. Se trata de juntarnos con aquellos que estimemos poseen nobleza moral, no necesariamente los más intelectuales; con aquellos con mayores excelencias en diferentes ámbitos.

Tener cultura no es otra cosa que el reflejo de quien realmente somos.

Un maestro culto adapta sus clases a sus discípulos y no éstos a sus clases, y cuando la escuela o el maestro fallan, el culpable no es el alumno, es el maestro. Los alumnos son el material, y el maestro es el fabricante, y si él no puede sacar nada de los alumnos, es él el que falla.