/ lunes 14 de junio de 2021

¿Tercera vía?

Por: Amín Anchondo

Terminó el proceso electoral con las entregas de constancias de mayoría a las diferentes candidaturas. A todas ellas debemos desearles el mejor de los éxitos porque si les va bien, nos va bien a todas las personas que seremos gobernadas por ellas y ellos.

Lo que ahora toca hacer es el análisis de lo sucedido en el proceso electoral y hacer una ruta de acción de aquí a 2024, al menos una ruta que realmente sea autocrítica y tome las mejores decisiones aunque duelan.

Por ejemplo, debemos de analizar si tenemos que seguir consecuentando o fomentando el ya muy cercano bipartidismo. Con esto me refiero a consolidar las alianzas que vimos muy claras en esta elección, donde partidos como el PAN, PRI, PRD, RSP, Fuerza x México, etc. se unieron para formar un solo bloque contra Morena, PT, PVEM. Esto es claramente un bipartidismo disfrazado de alianzas. Debemos analizar si es la mejor ruta para el bien de nuestra democracia y de nuestro país.

Si tomamos esa decisión debemos quitar máscaras y aceptar las consecuencias negativas o positivas que esto traerá, pero así generar una nueva realidad bipartidista y eliminar los recursos que se les entregan a los partidos pequeños, que nomás sirven de rémoras de dinero y no aportan ideológicamente nada.

Para definir esto debemos ser sinceros y ver que esta alianza no aportó absolutamente nada, ninguna candidatura al gobierno de un estado que iba en la alianza PRIAN ganó, ninguno. El Congreso federal sigue teniendo la mayoría simple de Morena. Nunca tuvo ni tiene la mayoría calificada. Y además, la alianza se creó para ganarle a Morena, y al final resultó que este partido ganó 11 de 15 gubernaturas.

Viendo lo anterior, también está la posibilidad de que tengamos que iniciar una tercera vía que eleve el nivel de la discusión en la democracia representativa. Una vía que meta temas importantes y fundamentales a las discusiones públicas para no caer en los juegos mercadológicos que únicamente aparecen en cada elección. Porque no podemos negar que en esta elección se habló más del “voto útil” que de las propuestas y de una mejor opción. Se hablaba de quién puede derrotar a Morena y no si se propone o representa algo interesante, por parte de las candidaturas posibles. Discusiones sobre quién es el menos peor, y no discusiones sobre el futuro que queremos tener y quién nos puede llevar a él.

Ser pluripartidista o bipartidista tienen pros y contras en cada opción. Sin embargo, en un país tan diverso es más representativo el pluripartidismo si es que logramos que los partidos realmente representen a la sociedad y propongan rutas de desarrollo. Esa riqueza democrática si la queremos mantener, tenemos que renovar muchas cosas que van desde los partidos políticos hasta la forma de organización y participación ciudadana.

En conclusión, es prudente pensar en la generación de una “tercera vía” para elevar el nivel de discusión democrática, siempre y cuando se mantenga lo construido, las buenas prácticas y buenas instituciones creadas hasta hoy. Analicemos bien y no nos conformemos con lo que vivimos actualmente. “Sólo un loco cree que haciendo lo mismo tendrá resultados diferentes” (Albert Eistein).

Por: Amín Anchondo

Terminó el proceso electoral con las entregas de constancias de mayoría a las diferentes candidaturas. A todas ellas debemos desearles el mejor de los éxitos porque si les va bien, nos va bien a todas las personas que seremos gobernadas por ellas y ellos.

Lo que ahora toca hacer es el análisis de lo sucedido en el proceso electoral y hacer una ruta de acción de aquí a 2024, al menos una ruta que realmente sea autocrítica y tome las mejores decisiones aunque duelan.

Por ejemplo, debemos de analizar si tenemos que seguir consecuentando o fomentando el ya muy cercano bipartidismo. Con esto me refiero a consolidar las alianzas que vimos muy claras en esta elección, donde partidos como el PAN, PRI, PRD, RSP, Fuerza x México, etc. se unieron para formar un solo bloque contra Morena, PT, PVEM. Esto es claramente un bipartidismo disfrazado de alianzas. Debemos analizar si es la mejor ruta para el bien de nuestra democracia y de nuestro país.

Si tomamos esa decisión debemos quitar máscaras y aceptar las consecuencias negativas o positivas que esto traerá, pero así generar una nueva realidad bipartidista y eliminar los recursos que se les entregan a los partidos pequeños, que nomás sirven de rémoras de dinero y no aportan ideológicamente nada.

Para definir esto debemos ser sinceros y ver que esta alianza no aportó absolutamente nada, ninguna candidatura al gobierno de un estado que iba en la alianza PRIAN ganó, ninguno. El Congreso federal sigue teniendo la mayoría simple de Morena. Nunca tuvo ni tiene la mayoría calificada. Y además, la alianza se creó para ganarle a Morena, y al final resultó que este partido ganó 11 de 15 gubernaturas.

Viendo lo anterior, también está la posibilidad de que tengamos que iniciar una tercera vía que eleve el nivel de la discusión en la democracia representativa. Una vía que meta temas importantes y fundamentales a las discusiones públicas para no caer en los juegos mercadológicos que únicamente aparecen en cada elección. Porque no podemos negar que en esta elección se habló más del “voto útil” que de las propuestas y de una mejor opción. Se hablaba de quién puede derrotar a Morena y no si se propone o representa algo interesante, por parte de las candidaturas posibles. Discusiones sobre quién es el menos peor, y no discusiones sobre el futuro que queremos tener y quién nos puede llevar a él.

Ser pluripartidista o bipartidista tienen pros y contras en cada opción. Sin embargo, en un país tan diverso es más representativo el pluripartidismo si es que logramos que los partidos realmente representen a la sociedad y propongan rutas de desarrollo. Esa riqueza democrática si la queremos mantener, tenemos que renovar muchas cosas que van desde los partidos políticos hasta la forma de organización y participación ciudadana.

En conclusión, es prudente pensar en la generación de una “tercera vía” para elevar el nivel de discusión democrática, siempre y cuando se mantenga lo construido, las buenas prácticas y buenas instituciones creadas hasta hoy. Analicemos bien y no nos conformemos con lo que vivimos actualmente. “Sólo un loco cree que haciendo lo mismo tendrá resultados diferentes” (Albert Eistein).