/ viernes 10 de abril de 2020

Tiempos de prueba

Dice en la Biblia, que para todo hay un tiempo oportuno, hay un tiempo para nacer y otro para morir; un tiempo de llorar y un tiempo de reír; hay un tiempo para amar y un tiempo para odiar; hay un tiempo para destruir y un tiempo para construir; justamente estamos en el tiempo oportuno para reflexionar nuestro compromiso social, despojarnos del egoísmo que nos ciega ante las necesidades de los demás, y cuál es la responsabilidad y el compromiso que tenemos unos con otros. Esta pandemia nos ha servido para recogernos y valorar la importancia de nuestra vida en la comunidad, como nos necesitamos mutuamente y de que en el mundo nadie sobra. Nos duele ver los casos de las miles de personas contagiadas con el coronavirus, nos duelen los muertes que ha causado éste mal, celebramos la vida de quienes sanan y dejan atrás los hospitales, nos llena de orgullo, reconocimiento y admiración el trabajo de científicos, investigadores, epidemiólogos, médicos, enfermeras, sacerdotes, religiosas, asociaciones civiles, cuerpos de seguridad y autoridades, entre otros muchos agentes, que incansablemente y con responsabilidad trabajan para que estemos a salvo.

Estamos en tiempos de prueba, de resguardo en nuestros hogares, acatando las recomendaciones y cuidados preventivos que hacen las autoridades, en medio de la etapa del contagio,pero aún falta por conocer la factura total de pacientes infectados, y desgraciadamente de víctimas mortales en el país; ya vendrán tiempos de recuperación de la salud, que se empatarán lamentablemente con los tiempos de la crisis económica que nos espera, que a juicio de economistas y analistas no tiene precedentes en México; nos faltan pruebas duras de afrontar.

En éstos tiempos de prueba y de reflexión, uno de los principios que más debemos practicar como sociedad, es la solidaridad, esto es la ayuda entre iguales. Todos podemos ayudar en mayor o menor medida; a los empresarios les toca apoyar a los trabajadores y a sus familias; a los ciudadanos ayudar a los más necesitados, y a los grupos vulnerables en la medida de las posibilidades. No obstante la responsabilidad más grande recaerá en los poderes del estado y en los tres niveles de gobierno, que entre otros menesteres, deberán aplicar el principio subsidiaridad, esto es la ayuda entre desiguales, al gobierno le corresponde apoyar a las empresas a través de estímulos, exención de impuestos, diferimiento y facilidad en el pago de los mismos y en todo lo necesario para evitar que las pequeñas, medianas y grandes empresas “ truenen”, porque son el motor de la economía, las generadoras de la riqueza y el desarrollo, tal como lo están haciendo los gobiernos de otros países. Grande es la responsabilidad que nos espera como Sociedad y enorme la del Gobierno, porque es el capitán del barco y mucho dependerá de ese capitán, que el barco no se hunda.

Dice en la Biblia, que para todo hay un tiempo oportuno, hay un tiempo para nacer y otro para morir; un tiempo de llorar y un tiempo de reír; hay un tiempo para amar y un tiempo para odiar; hay un tiempo para destruir y un tiempo para construir; justamente estamos en el tiempo oportuno para reflexionar nuestro compromiso social, despojarnos del egoísmo que nos ciega ante las necesidades de los demás, y cuál es la responsabilidad y el compromiso que tenemos unos con otros. Esta pandemia nos ha servido para recogernos y valorar la importancia de nuestra vida en la comunidad, como nos necesitamos mutuamente y de que en el mundo nadie sobra. Nos duele ver los casos de las miles de personas contagiadas con el coronavirus, nos duelen los muertes que ha causado éste mal, celebramos la vida de quienes sanan y dejan atrás los hospitales, nos llena de orgullo, reconocimiento y admiración el trabajo de científicos, investigadores, epidemiólogos, médicos, enfermeras, sacerdotes, religiosas, asociaciones civiles, cuerpos de seguridad y autoridades, entre otros muchos agentes, que incansablemente y con responsabilidad trabajan para que estemos a salvo.

Estamos en tiempos de prueba, de resguardo en nuestros hogares, acatando las recomendaciones y cuidados preventivos que hacen las autoridades, en medio de la etapa del contagio,pero aún falta por conocer la factura total de pacientes infectados, y desgraciadamente de víctimas mortales en el país; ya vendrán tiempos de recuperación de la salud, que se empatarán lamentablemente con los tiempos de la crisis económica que nos espera, que a juicio de economistas y analistas no tiene precedentes en México; nos faltan pruebas duras de afrontar.

En éstos tiempos de prueba y de reflexión, uno de los principios que más debemos practicar como sociedad, es la solidaridad, esto es la ayuda entre iguales. Todos podemos ayudar en mayor o menor medida; a los empresarios les toca apoyar a los trabajadores y a sus familias; a los ciudadanos ayudar a los más necesitados, y a los grupos vulnerables en la medida de las posibilidades. No obstante la responsabilidad más grande recaerá en los poderes del estado y en los tres niveles de gobierno, que entre otros menesteres, deberán aplicar el principio subsidiaridad, esto es la ayuda entre desiguales, al gobierno le corresponde apoyar a las empresas a través de estímulos, exención de impuestos, diferimiento y facilidad en el pago de los mismos y en todo lo necesario para evitar que las pequeñas, medianas y grandes empresas “ truenen”, porque son el motor de la economía, las generadoras de la riqueza y el desarrollo, tal como lo están haciendo los gobiernos de otros países. Grande es la responsabilidad que nos espera como Sociedad y enorme la del Gobierno, porque es el capitán del barco y mucho dependerá de ese capitán, que el barco no se hunda.