/ martes 20 de marzo de 2018

Trabajo decente para las trabajadoras del hogar

El trabajo doméstico es de los más marginados y desprotegidos que existen. Es poco reconocido, mal pagado, subestimado y devaluado socialmente. Según el Inegi, cerca de 2.5 millones de personas son trabajadoras domésticas, de las cuales 95% son mujeres, principalmente indígenas.

Aunque el artículo 123 Constitucional estipula los derechos de los empleados domésticos, aún falta reconocimiento a sus derechos laborales. En relación a ello, generalmente se emplean sin contrato que les garantice sus prestaciones básicas como prima vacacional,  aguinaldo y liquidación. No tienen seguridad social: servicio de salud, pensión y riesgos profesionales; tienen bajos ingresos y son sujetos a constantes humillaciones, malos tratos, explotación y discriminación. Hay mujeres que han trabajado por años en una casa y nunca han tenido vacaciones; las hay aquellas que viven en esos hogares y son requeridas ante la llamada del “patrón” independientemente de la hora, sin derecho al pago de horas extra. Exceden sus actividades no sólo a la limpieza del hogar, sino al cuidado de hijos. “La hacen” de choferes, jardineras y cocineras también. Se utilizan expresiones discriminatorias para referirse a ellas, como: chachas, sirvientas o criadas, y en referencia a ello, hay quien aduce que lo correcto es utilizar la denominación “trabajadora del hogar” y no “trabajadora doméstica”, pues resulta una expresión anacrónica que aduce a que son propiedad de la casa.

Recientemente el Sindicato Nacional de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar y ONG exigieron al gobierno ratificar el Convenio 189 de la OIT sobre el trabajo del hogar remunerado, lo que daría derechos laborales y hacer “visible lo invisible”. Marcelina Bautista, activista y trabajadora del hogar, indica que “los patrones prefieren no darse cuenta de que las trabajadoras del hogar tienen derechos  y cuando alguna los reclama o es víctima de intimidaciones o es despedida injustificadamente”. México es de los pocos países que no lo ha ratificado, pero de hacerlo traería justicia, solidaridad y terminar con la discriminación y violaciones a Derechos Humanos que sufren. Y al respecto, queda pendiente hablar de los derechos de aquellas que realizan ese trabajo de manera gratuita, impuestas al rol social de “amas de casa”… invisibilizadas también.

 

yanez_flor@hotmail.com                                                                                                    www.floryanez.com

 

El trabajo doméstico es de los más marginados y desprotegidos que existen. Es poco reconocido, mal pagado, subestimado y devaluado socialmente. Según el Inegi, cerca de 2.5 millones de personas son trabajadoras domésticas, de las cuales 95% son mujeres, principalmente indígenas.

Aunque el artículo 123 Constitucional estipula los derechos de los empleados domésticos, aún falta reconocimiento a sus derechos laborales. En relación a ello, generalmente se emplean sin contrato que les garantice sus prestaciones básicas como prima vacacional,  aguinaldo y liquidación. No tienen seguridad social: servicio de salud, pensión y riesgos profesionales; tienen bajos ingresos y son sujetos a constantes humillaciones, malos tratos, explotación y discriminación. Hay mujeres que han trabajado por años en una casa y nunca han tenido vacaciones; las hay aquellas que viven en esos hogares y son requeridas ante la llamada del “patrón” independientemente de la hora, sin derecho al pago de horas extra. Exceden sus actividades no sólo a la limpieza del hogar, sino al cuidado de hijos. “La hacen” de choferes, jardineras y cocineras también. Se utilizan expresiones discriminatorias para referirse a ellas, como: chachas, sirvientas o criadas, y en referencia a ello, hay quien aduce que lo correcto es utilizar la denominación “trabajadora del hogar” y no “trabajadora doméstica”, pues resulta una expresión anacrónica que aduce a que son propiedad de la casa.

Recientemente el Sindicato Nacional de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar y ONG exigieron al gobierno ratificar el Convenio 189 de la OIT sobre el trabajo del hogar remunerado, lo que daría derechos laborales y hacer “visible lo invisible”. Marcelina Bautista, activista y trabajadora del hogar, indica que “los patrones prefieren no darse cuenta de que las trabajadoras del hogar tienen derechos  y cuando alguna los reclama o es víctima de intimidaciones o es despedida injustificadamente”. México es de los pocos países que no lo ha ratificado, pero de hacerlo traería justicia, solidaridad y terminar con la discriminación y violaciones a Derechos Humanos que sufren. Y al respecto, queda pendiente hablar de los derechos de aquellas que realizan ese trabajo de manera gratuita, impuestas al rol social de “amas de casa”… invisibilizadas también.

 

yanez_flor@hotmail.com                                                                                                    www.floryanez.com