/ miércoles 16 de septiembre de 2020

Travesías responsables

El ser humano en el inicio de su existencia fue obligatoriamente nómada, tenía que moverse igual que cualquier animal para buscar alimento y refugio. Luego con la agricultura se asentó en pequeñas comunidades, para después con la industrialización arraigarse en grandes grupos, donde consigue todo lo necesario para su subsistencia en pueblos y ciudades.

Pero aun cuando le decimos hogar a un sitio, el movimiento humano es impresionante, desde esas travesías diarias a todas las actividades laborales, sociales, educativas, comerciales y de recreo, hasta los viajes por todo el mundo con múltiples finalidades.

¡Estamos en constante movimiento y todo lo que se nos ofrece es producto de una cadena de movimiento continuo!

¿Pero qué vamos dejando a nuestro paso? ¿Qué huella nos identifica? ¿Qué consecuencias generamos?

Somos como un granito de arena que se suma a millones, y aunque nos sintamos pequeños en un mundo tan grande, nuestras acciones tienen un impacto fuerte en el medioambiente, tanto en el sentido constructivo como en el destructivo.

Las grandes industrias tienen mecanismos que muchas veces no alcanzamos a ver, pero la conciencia de cómo cuidar el planeta es información que está y quienes la adoptan es porque agradecen el regalo de esta existencia llena de maravillas naturales, por eso pido por que los grandes líderes productores reaccionen. Aparte estamos los ciudadanos que en todo tipo de trabajos vamos y venimos, usamos y desechamos, desperdiciamos o aprovechamos, nos comprometemos o evadimos involucrarnos en cuidar lo que nos da vida: la naturaleza.

Preocupada por este gran planeta, camino y observo con detenimiento la huella del ser humano, y hago lo que está en mis manos para cooperar en su cuidado. Por eso quiero empezar a compartirles ideas que ayuden a aminorar los desechos que producimos y hacer conciencia de esos automáticos que nos tienen en círculos viciosos, para salirnos de ellos y encontrar opciones más amables con el entorno.

La teoría y el conocimiento es un adorno que nos ponemos ¡Ya sé, estoy educado! Pero la práctica está relegada en el reburujo y la prisa de la comodidad. Indudablemente necesitamos salirnos de muchos actos cómodos, y caprichos destructivos para salvar el planeta ¿Acaso no vale la pena lo que sea, con tal de cuidar el entorno natural que nos da todo para existir?

En mis caminatas me topo con bolsas negras enormes, que quizá las hicieron negras para que no viéramos todo el cochinero que generamos, un color que nos ciega y nos da tranquilidad al ver un lugar limpio con un rincón lleno de bolsas llenas perfectamente cerradas, a las que despedimos sin ni siquiera pensar dónde van a terminar ¡Que se las lleven, en caridad de Dios! Último pendiente para dejar “totalmente limpio” el espacio, hasta que se vuelva a llenar y esperar con ansia que llegue el servicio de limpieza y las quite de la vista. ¡A mí ya no me da tranquilidad este mecanismo de aseo urbano! Porque sé que los tiraderos de basura están hasta el tope y estoy en la tarea de reducir mis desechos, reciclar los rescatables, reusar todo lo posible, y rechazar lo más que se pueda los productos de empaques plásticos.

Te invito a adoptar un espacio, a limpiarlo y cooperar con esta tarea. Ahí te darás cuenta que hay mucho por hacer y mucho que evitar. DI NO A LA BOLSA DE PLÁSTICO, busca alternativas al desechar.


El ser humano en el inicio de su existencia fue obligatoriamente nómada, tenía que moverse igual que cualquier animal para buscar alimento y refugio. Luego con la agricultura se asentó en pequeñas comunidades, para después con la industrialización arraigarse en grandes grupos, donde consigue todo lo necesario para su subsistencia en pueblos y ciudades.

Pero aun cuando le decimos hogar a un sitio, el movimiento humano es impresionante, desde esas travesías diarias a todas las actividades laborales, sociales, educativas, comerciales y de recreo, hasta los viajes por todo el mundo con múltiples finalidades.

¡Estamos en constante movimiento y todo lo que se nos ofrece es producto de una cadena de movimiento continuo!

¿Pero qué vamos dejando a nuestro paso? ¿Qué huella nos identifica? ¿Qué consecuencias generamos?

Somos como un granito de arena que se suma a millones, y aunque nos sintamos pequeños en un mundo tan grande, nuestras acciones tienen un impacto fuerte en el medioambiente, tanto en el sentido constructivo como en el destructivo.

Las grandes industrias tienen mecanismos que muchas veces no alcanzamos a ver, pero la conciencia de cómo cuidar el planeta es información que está y quienes la adoptan es porque agradecen el regalo de esta existencia llena de maravillas naturales, por eso pido por que los grandes líderes productores reaccionen. Aparte estamos los ciudadanos que en todo tipo de trabajos vamos y venimos, usamos y desechamos, desperdiciamos o aprovechamos, nos comprometemos o evadimos involucrarnos en cuidar lo que nos da vida: la naturaleza.

Preocupada por este gran planeta, camino y observo con detenimiento la huella del ser humano, y hago lo que está en mis manos para cooperar en su cuidado. Por eso quiero empezar a compartirles ideas que ayuden a aminorar los desechos que producimos y hacer conciencia de esos automáticos que nos tienen en círculos viciosos, para salirnos de ellos y encontrar opciones más amables con el entorno.

La teoría y el conocimiento es un adorno que nos ponemos ¡Ya sé, estoy educado! Pero la práctica está relegada en el reburujo y la prisa de la comodidad. Indudablemente necesitamos salirnos de muchos actos cómodos, y caprichos destructivos para salvar el planeta ¿Acaso no vale la pena lo que sea, con tal de cuidar el entorno natural que nos da todo para existir?

En mis caminatas me topo con bolsas negras enormes, que quizá las hicieron negras para que no viéramos todo el cochinero que generamos, un color que nos ciega y nos da tranquilidad al ver un lugar limpio con un rincón lleno de bolsas llenas perfectamente cerradas, a las que despedimos sin ni siquiera pensar dónde van a terminar ¡Que se las lleven, en caridad de Dios! Último pendiente para dejar “totalmente limpio” el espacio, hasta que se vuelva a llenar y esperar con ansia que llegue el servicio de limpieza y las quite de la vista. ¡A mí ya no me da tranquilidad este mecanismo de aseo urbano! Porque sé que los tiraderos de basura están hasta el tope y estoy en la tarea de reducir mis desechos, reciclar los rescatables, reusar todo lo posible, y rechazar lo más que se pueda los productos de empaques plásticos.

Te invito a adoptar un espacio, a limpiarlo y cooperar con esta tarea. Ahí te darás cuenta que hay mucho por hacer y mucho que evitar. DI NO A LA BOLSA DE PLÁSTICO, busca alternativas al desechar.


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