/ jueves 16 de noviembre de 2017

Trump, a un año de su elección

El pasado 8 de noviembre Donald Trump celebró el primer aniversario (y esperamos sea el último) de su elección como presidente de los Estados Unidos.

Los norteamericanos del vecino país (pues nosotros también lo somos) cometieron el peor error político de las últimas décadas al preferir a Trump en lugar de Hillary. No es que la ex primera dama fuera una excelente opción, pero comparada con el empresario era desde luego mucho menos mala.

Donald celebró su designación como mandatario del vecino país  con una gira por Asia y con el triunfo de los demócratas en dos entidades y una metrópolis. Pese a lo desastrosa que ha sido su administración hasta ahora, hace algunos meses anunció su intención de reelegirse y ya inició las actividades previas para obtener el respaldo y patrocinio de sus simpatizantes.

Por cierto que quienes aún apoyan a Trump al parecer ya no son los mismos del año pasado, pues de acuerdo a encuestas su popularidad es ya de tan sólo un 37 por ciento, menor a la que gozaban sus antecesores en el mismo periodo.

Por ejemplo, Bush Jr. tenía más del doble de apoyo que Donald y los demás, incluido desde luego Obama, gozaban también del respaldo ciudadano. Tal vez desde Nixon no había habido un presidente tan impopular y repudiado como Trump.

El empresario, practicante fallido como político, hubiera sido fácilmente despedido como él lo hacía en su conocido reality show televisivo. Para él mismo hubiera sido mejor continuar con sus negocios que representar un triste papel como dirigente de la nación más poderosa del mundo.

El gobierno de Trump podría ser considerado como fallido pues ha logrado pobres resultados, ya que la mayoría de sus iniciativas han sido rechazadas, como su propuesta de suplir el Obamacare por otro programa supuestamente más eficaz.

El Obamacare fue tal vez la mejor aportación de su antecesor al ampliar la oferta de salud pública a varias decenas de millones de estadounidenses que no contaban con este servicio. Empecinado en echar abajo todo lo realizado por Obama, Trump intentó sin éxito que el Congreso le aprobara su proyecto sustituto.

No se diga ya la pésima relación que ha establecido con nuestro país desde que era un vociferante y agresivo candidato. Su obstinación por construir un muro en la frontera entre México y Estados Unidos continúa pese al alto costo que tendría para la economía estadounidense, pues es obvio que los mexicanos no le aportaríamos ni un centavo de dólar.

La belicosidad exhibida en contra de los inmigrantes, pese a ser él mismo descendiente de un alemán y una escocesa, lo han convertido en uno de los personajes más impopulares y odiados en todo el orbe.

Lo más negativo y censurable del Tío Sam parece haber encarnado en Donald Trump, por lo que la imagen de Estados Unidos ha sufrido las consecuencias. El antiyanquismo ha revivido sobre todo en América Latina, lo cual desde luego enrarece y obstaculiza los avances en los convenios comerciales con el vecino país.

El Tratado de Libre Comercio de América del Norte está en riesgo de ser anulado o cuando menos afectado por la decisión de Trump de que se debe beneficiar primero a su nación para convertir el actual déficit comercial en un superávit, sin importar que ello pueda afectar a sus socios.

En su primer año de haber sido electo Donald Trump es sin duda el peor presidente que ha tenido los Estados Unidos en este siglo y podría incluso serlo también del anterior, pues aún le faltan poco más de tres años en el poder. Es, sin lugar a dudas, un aniversario negativo no sólo para los mexicanos, sino para el resto del mundo.

El pasado 8 de noviembre Donald Trump celebró el primer aniversario (y esperamos sea el último) de su elección como presidente de los Estados Unidos.

Los norteamericanos del vecino país (pues nosotros también lo somos) cometieron el peor error político de las últimas décadas al preferir a Trump en lugar de Hillary. No es que la ex primera dama fuera una excelente opción, pero comparada con el empresario era desde luego mucho menos mala.

Donald celebró su designación como mandatario del vecino país  con una gira por Asia y con el triunfo de los demócratas en dos entidades y una metrópolis. Pese a lo desastrosa que ha sido su administración hasta ahora, hace algunos meses anunció su intención de reelegirse y ya inició las actividades previas para obtener el respaldo y patrocinio de sus simpatizantes.

Por cierto que quienes aún apoyan a Trump al parecer ya no son los mismos del año pasado, pues de acuerdo a encuestas su popularidad es ya de tan sólo un 37 por ciento, menor a la que gozaban sus antecesores en el mismo periodo.

Por ejemplo, Bush Jr. tenía más del doble de apoyo que Donald y los demás, incluido desde luego Obama, gozaban también del respaldo ciudadano. Tal vez desde Nixon no había habido un presidente tan impopular y repudiado como Trump.

El empresario, practicante fallido como político, hubiera sido fácilmente despedido como él lo hacía en su conocido reality show televisivo. Para él mismo hubiera sido mejor continuar con sus negocios que representar un triste papel como dirigente de la nación más poderosa del mundo.

El gobierno de Trump podría ser considerado como fallido pues ha logrado pobres resultados, ya que la mayoría de sus iniciativas han sido rechazadas, como su propuesta de suplir el Obamacare por otro programa supuestamente más eficaz.

El Obamacare fue tal vez la mejor aportación de su antecesor al ampliar la oferta de salud pública a varias decenas de millones de estadounidenses que no contaban con este servicio. Empecinado en echar abajo todo lo realizado por Obama, Trump intentó sin éxito que el Congreso le aprobara su proyecto sustituto.

No se diga ya la pésima relación que ha establecido con nuestro país desde que era un vociferante y agresivo candidato. Su obstinación por construir un muro en la frontera entre México y Estados Unidos continúa pese al alto costo que tendría para la economía estadounidense, pues es obvio que los mexicanos no le aportaríamos ni un centavo de dólar.

La belicosidad exhibida en contra de los inmigrantes, pese a ser él mismo descendiente de un alemán y una escocesa, lo han convertido en uno de los personajes más impopulares y odiados en todo el orbe.

Lo más negativo y censurable del Tío Sam parece haber encarnado en Donald Trump, por lo que la imagen de Estados Unidos ha sufrido las consecuencias. El antiyanquismo ha revivido sobre todo en América Latina, lo cual desde luego enrarece y obstaculiza los avances en los convenios comerciales con el vecino país.

El Tratado de Libre Comercio de América del Norte está en riesgo de ser anulado o cuando menos afectado por la decisión de Trump de que se debe beneficiar primero a su nación para convertir el actual déficit comercial en un superávit, sin importar que ello pueda afectar a sus socios.

En su primer año de haber sido electo Donald Trump es sin duda el peor presidente que ha tenido los Estados Unidos en este siglo y podría incluso serlo también del anterior, pues aún le faltan poco más de tres años en el poder. Es, sin lugar a dudas, un aniversario negativo no sólo para los mexicanos, sino para el resto del mundo.