/ viernes 17 de diciembre de 2021

Tu mamá 

Dentro de las múltiples realidades que encontramos en situaciones de crisis en la actualidad, están: la política, la economía, el matrimonio, la familia, la juventud, la educación y otras más, pero en mi muy personal forma de pensar, considero que una de las más dañinas es la pérdida del respeto. Esta condición tristemente podemos descubrirla en la forma de referirnos a las autoridades civiles y militares, en las escuelas, por parte de los profesores a sus alumnos y viceversa, dentro de la familia en el trato entre los esposos, entre los hermanos… En fin, en todo tipo de relaciones humanas.

Ahora bien, quizá lo más preocupante se da cuando los hijos se atreven a tratar a sus propios padres como si fueran sus sirvientes, con absurdas exigencias y malos modos. Hoy en día vemos a niños que ni siquiera pueden hablar bien y que, sin embargo, ya dominan a sus progenitores por medio de berrinches que los van empoderando hasta convertirse en los señores de la casa, exigiendo todo, sin importar lo desproporcionado de la petición, y esperando además una respuesta inmediata.

Sin duda, la culpa de estas situaciones la tienen —principalmente— los padres de familia al no saber establecer la jerarquía de mando que debe existir en todo hogar. Ahora bien, en estas crisis aparecen otros causantes como el ambiente distendido tan generalizado en nuestra época, y la proliferación de aparatos electrónicos con todas las ventajas y desventajas que traen consigo. Las películas, series y demás programas de televisión y la insistencia de muchos educadores e “influencers” que insisten a diestra y siniestra en los derechos de los niños y jóvenes potenciando su independencia a base de enarbolar la libertad absoluta y, muchas veces, anárquica.

Me comentó un señor, que al notar la actitud retadora y grosera de su hijo adolescente ante las lógicas exigencias de su mamá, lo metió a su cuarto para hacerle el siguiente planteamiento: Mira, le dijo, has de saber que desde antes de nacer tu mamá ya te cuidaba al llevarte dentro de su vientre; durante muchos meses te amamantó con sus benditos pechos y todas las noches se levantaba de la cama para alimentarte, arrullarte, limpiarte y cobijarte; durante el resto de los años te ha preparado desayuno, comida y cena; te ha lavado, planchado y ordenado tu ropa; ha estado al pendiente de tus estudios, te ha llevado y traído a la escuela, a las casas de tus amigos, y mil cosas más; por lo cual es mucho lo que le debes en respeto y obediencia, pero si no tienes la capacidad de valorar todo eso, he de aclararte que si yo veo que, fuera de la casa o dentro de ella, alguien se atreviera a maltratar a mi esposa, le rompo la cara, incluyéndote a ti…, ¿Te quedó claro?

Es curioso que mucha gente no entienda que la tolerancia tiene límites y que, por lo mismo, los padres han de saber exigir con fortaleza a sus hijos para enseñarles que la vida en convivencia requiere de unas reglas exigentes, comenzando por el respeto.


www.padrealejandro.com



Dentro de las múltiples realidades que encontramos en situaciones de crisis en la actualidad, están: la política, la economía, el matrimonio, la familia, la juventud, la educación y otras más, pero en mi muy personal forma de pensar, considero que una de las más dañinas es la pérdida del respeto. Esta condición tristemente podemos descubrirla en la forma de referirnos a las autoridades civiles y militares, en las escuelas, por parte de los profesores a sus alumnos y viceversa, dentro de la familia en el trato entre los esposos, entre los hermanos… En fin, en todo tipo de relaciones humanas.

Ahora bien, quizá lo más preocupante se da cuando los hijos se atreven a tratar a sus propios padres como si fueran sus sirvientes, con absurdas exigencias y malos modos. Hoy en día vemos a niños que ni siquiera pueden hablar bien y que, sin embargo, ya dominan a sus progenitores por medio de berrinches que los van empoderando hasta convertirse en los señores de la casa, exigiendo todo, sin importar lo desproporcionado de la petición, y esperando además una respuesta inmediata.

Sin duda, la culpa de estas situaciones la tienen —principalmente— los padres de familia al no saber establecer la jerarquía de mando que debe existir en todo hogar. Ahora bien, en estas crisis aparecen otros causantes como el ambiente distendido tan generalizado en nuestra época, y la proliferación de aparatos electrónicos con todas las ventajas y desventajas que traen consigo. Las películas, series y demás programas de televisión y la insistencia de muchos educadores e “influencers” que insisten a diestra y siniestra en los derechos de los niños y jóvenes potenciando su independencia a base de enarbolar la libertad absoluta y, muchas veces, anárquica.

Me comentó un señor, que al notar la actitud retadora y grosera de su hijo adolescente ante las lógicas exigencias de su mamá, lo metió a su cuarto para hacerle el siguiente planteamiento: Mira, le dijo, has de saber que desde antes de nacer tu mamá ya te cuidaba al llevarte dentro de su vientre; durante muchos meses te amamantó con sus benditos pechos y todas las noches se levantaba de la cama para alimentarte, arrullarte, limpiarte y cobijarte; durante el resto de los años te ha preparado desayuno, comida y cena; te ha lavado, planchado y ordenado tu ropa; ha estado al pendiente de tus estudios, te ha llevado y traído a la escuela, a las casas de tus amigos, y mil cosas más; por lo cual es mucho lo que le debes en respeto y obediencia, pero si no tienes la capacidad de valorar todo eso, he de aclararte que si yo veo que, fuera de la casa o dentro de ella, alguien se atreviera a maltratar a mi esposa, le rompo la cara, incluyéndote a ti…, ¿Te quedó claro?

Es curioso que mucha gente no entienda que la tolerancia tiene límites y que, por lo mismo, los padres han de saber exigir con fortaleza a sus hijos para enseñarles que la vida en convivencia requiere de unas reglas exigentes, comenzando por el respeto.


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