/ sábado 25 de noviembre de 2017

Un año más y la violencia aumenta

Más de dos décadas conmemorando el Día Internacional para la eliminación de la violencia contra las mujeres cada 25 de noviembre  y los porcentajes  de violencia  se incrementan, las políticas públicas implementadas hasta ahora no han sido efectivas para disminuir los porcentajes de violencia, mucho menos lograrán erradicarla. Desde mi punto de vista, gran parte de los recursos etiquetados para combatir este flagelo se han destinado  a tratar de sancionar la violencia, pero mientras no se apliquen políticas públicas para prevenirla, no habrá dinero que alcance para sancionar éstas conductas.

La ONU declaró   el 25 de noviembre como Día Internacional para la Eliminación de la Violencia,    en honor  a las   hermanas Mirabal, activistas políticas, que fueron  brutalmente asesinadas por  el régimen del dictador Rafael Trujillo  en 1960, en República Dominicana.

Las leyes para  prevenir, sancionar y erradicar la  violencia tutelan la igualdad jurídica entre mujeres y hombres, pero no garantizan la igualdad sustantiva, es decir, que esos preceptos legales se hagan realidad.

Es lamentable ver que las cifras  se incrementan, mutando la violencia a nuevas formas, porque aparte de la violencia física y sexual,  van en aumento  otros tipos de violencia como la  psicológica, mucho más difícil de acreditar y sancionar, pero que deja estragos y daños en ocasiones de mayor gravedad que los causados por  las agresiones o los golpes.  Se suman otros tipos de  violencia como la patrimonial, la económica, la violencia institucional, la estructural y la violencia política, que lacera y obstaculiza el desarrollo pleno de las mujeres y  ha cobrado auge en los últimos tiempos que  exigen la paridad en los puestos de elección.

Es desgarrador que  más del 60% de las mujeres en el planeta hayan sufrido algún tipo de violencia.

Los derechos de las mujeres no sólo deben estar tutelados jurídicamente, gobierno y sociedad  deben garantizar su ejercicio y la igualdad sustantiva,  en la que poco se ha avanzado.

Cifras del Inegi revelan que en México hay 30 millones de mujeres que  han padecido algún tipo de violencia en su vida, sea emocional, económica, física, sexual o han sido discriminadas en la escuela, en el trabajo, en la familia o por su pareja.

La ENDIREH refiere que  el 80% de la violencia familiar  ocurre en la casa de la mujer o en la de otros familiares, y un 44% de las mujeres que tiene o tuvo pareja han sido agredidas en algún momento por su esposo, novio o pareja sentimental.

Se reportan en  el país en promedio cinco  asesinatos de mujeres cada veinticuatro horas ( Cepal).

Falta mucho por hacer para que llegue el día en que la violencia contra las mujeres sea minimizada, es importante castigar los actos de violencia, pero también  es urgente prevenirlos.

Es necesario el fortalecimiento de  la  familia, para que desde la  institución más importante de la sociedad se transmita y promueva el respeto a la dignidad y a los derechos humanos,  para cambiar a la sociedad sin odio y  lograr un país justo y humanitario.

Más de dos décadas conmemorando el Día Internacional para la eliminación de la violencia contra las mujeres cada 25 de noviembre  y los porcentajes  de violencia  se incrementan, las políticas públicas implementadas hasta ahora no han sido efectivas para disminuir los porcentajes de violencia, mucho menos lograrán erradicarla. Desde mi punto de vista, gran parte de los recursos etiquetados para combatir este flagelo se han destinado  a tratar de sancionar la violencia, pero mientras no se apliquen políticas públicas para prevenirla, no habrá dinero que alcance para sancionar éstas conductas.

La ONU declaró   el 25 de noviembre como Día Internacional para la Eliminación de la Violencia,    en honor  a las   hermanas Mirabal, activistas políticas, que fueron  brutalmente asesinadas por  el régimen del dictador Rafael Trujillo  en 1960, en República Dominicana.

Las leyes para  prevenir, sancionar y erradicar la  violencia tutelan la igualdad jurídica entre mujeres y hombres, pero no garantizan la igualdad sustantiva, es decir, que esos preceptos legales se hagan realidad.

Es lamentable ver que las cifras  se incrementan, mutando la violencia a nuevas formas, porque aparte de la violencia física y sexual,  van en aumento  otros tipos de violencia como la  psicológica, mucho más difícil de acreditar y sancionar, pero que deja estragos y daños en ocasiones de mayor gravedad que los causados por  las agresiones o los golpes.  Se suman otros tipos de  violencia como la patrimonial, la económica, la violencia institucional, la estructural y la violencia política, que lacera y obstaculiza el desarrollo pleno de las mujeres y  ha cobrado auge en los últimos tiempos que  exigen la paridad en los puestos de elección.

Es desgarrador que  más del 60% de las mujeres en el planeta hayan sufrido algún tipo de violencia.

Los derechos de las mujeres no sólo deben estar tutelados jurídicamente, gobierno y sociedad  deben garantizar su ejercicio y la igualdad sustantiva,  en la que poco se ha avanzado.

Cifras del Inegi revelan que en México hay 30 millones de mujeres que  han padecido algún tipo de violencia en su vida, sea emocional, económica, física, sexual o han sido discriminadas en la escuela, en el trabajo, en la familia o por su pareja.

La ENDIREH refiere que  el 80% de la violencia familiar  ocurre en la casa de la mujer o en la de otros familiares, y un 44% de las mujeres que tiene o tuvo pareja han sido agredidas en algún momento por su esposo, novio o pareja sentimental.

Se reportan en  el país en promedio cinco  asesinatos de mujeres cada veinticuatro horas ( Cepal).

Falta mucho por hacer para que llegue el día en que la violencia contra las mujeres sea minimizada, es importante castigar los actos de violencia, pero también  es urgente prevenirlos.

Es necesario el fortalecimiento de  la  familia, para que desde la  institución más importante de la sociedad se transmita y promueva el respeto a la dignidad y a los derechos humanos,  para cambiar a la sociedad sin odio y  lograr un país justo y humanitario.