/ domingo 13 de septiembre de 2020

“Un chorro de agua, no vale una vida”

A pesar de la violencia y la muerte que ha dejado el conflicto del agua en Chihuahua, la clase gobernante no quiere llegar a una solución.

El gobierno federal no da su brazo a torcer. Ahora culpa a los políticos y agricultores de los problemas suscitados en la cuenca del río Conchos, mientras que la tragedia ocurrida en Ciudad Delicias el pasado 8 de este mes no se ha esclarecido.

Para la Comisión Nacional del Agua, las presas de Chihuahua aportarán el agua que se adeuda a los Estados Unidos, quizá ya se fue a Tamaulipas o Nuevo León.

Los productores lo habían dicho: “Defenderemos el agua de frente con nuestras propias vidas”. Y lamentablemente Jessy, una mujer de campo, perdió la vida por defender el agua. Recibió, por la espalda, cinco balazos de un fusil de la Guardia Nacional. Su esposo Jaime se encuentra grave.

Hoy las autoridades se “desgarran las vestiduras” exigiendo el esclarecimiento de los hechos, cuando pudieron evitarlos. No les importó que antes de la tragedia, miles de productores se habían manifestado en múltiples ocasiones implorando frenar el saqueo del agua. Es nuestra vida e historia, dijeron, pero la clase gobernante los ignoró.

Los líderes, entre ellos Salvador Alcántar, de cuando menos 40 mil campesinos, acudieron varias veces a la Ciudad de México para entrevistarse con el presidente Andrés Manuel López Obrador en Palacio Nacional, pero no fueron atendidos.

Un grupo de esposas e hijas de agricultores viajaron hasta San Luis Potosí, donde se celebraba la reunión de la Conago, donde buscarían una nueva entrevista con AMLO, pero grupos de choque detuvieron la marcha de los chihuahuenses. De nueva cuenta les negaron la audiencia. En esa reunión estuvo Javier Corral, pero no abogó por ellos.

El problema se ha añejado y se ha vuelto más violento, por desinterés de los gobernantes. Hoy ha cobrado una vida.

Por la extracción del agua en las presas “El Granero” y “Las Vírgenes” ha habido cuando menos cinco enfrentamientos entre agricultores y la Guardia Nacional, además la toma de casetas de peaje, carreteras y puentes internacionales; el incendio de 10 oficinas públicas y 30 vehículos oficiales. Se registraron 30 lesionados.

A pesar de estos hechos, el gobierno federal continuó en su postura de sacar el agua, ahora le tocó el turno a La Boquilla para ser enviada a los Estados Unidos y cumplir, supuestamente con un adeudo de 512 millones de metros cúbicos, aun y cuando la revisión del tratado es hasta el mes de octubre del presente año.

El Tratado Internacional de Aguas de 1944 establece claramente que la cuota a los EEUU se debe cubrir de los excedentes y escurrimientos, pero no de las presas concesionadas para uso exclusivamente agrícola.

Además el tratado contempla prorrogar la entrega de agua, cuando hay sequía extraordinaria, hoy Chihuahua atraviesa por ese grave problema. En varias ocasiones, el vecinos país del norte nos ha “perdonado” el envío. Nos preguntamos ¿por qué hoy no se da la prórroga?

En 75 años, jamás se había extraído agua concesionada de “La Boquilla”. Y nos preguntamos ¿por qué la urgencia de sacar el agua de Chihuahua? ¿Por qué no se llevan el agua de otros estados que aparecen en el decreto de 1944?

Mucho se ha dicho que la intención del gobierno de la Cuarta Transformación es favorecer a los agricultores texanos, donde Donald Trump tiene pésima aceptación electoral.

La otra hipótesis, es que el agua de Chihuahua se fue a Tamaulipas para beneficiar a miles de agricultores, tras la promesa de un aspirante de Morena a la gubernatura.

Salvador Alcántar, presidente de la Asociación de Usuarios de Riego del estado de Chihuahua, dijo que la Conagua con toda “opacidad” le está dando una interpretación equivocada al Tratado de Aguas y ahí empezaron todos los problemas.

Según Chava Alcántar, con la extracción del agua de “El Granero” y “Las Vírgenes” se cumplió con el supuesto adeudo, pero no se entiende el porqué se metieron con “La Boquilla”. Ya les habíamos dicho: “No se metan con La Boquilla”.

El pasado 8 de septiembre, cerca de 10 mil campesinos, acompañados de alcaldes y dirigentes de los tres distritos de riego afectados (Delicias, Camargo y Ojinaga), se manifestaron en la plaza de “El Pescador”, en San Francisco de Conchos. Después de las arengas, los productores, algunos “armados con palos” sacaron de la presa La Boquilla a los elementos de la Guardia Nacional. Y cerraron las compuertas.

Los miembros de la Guardia Nacional se retiraron humillados de la presa. Hubo aplausos, reclamos, “mentadas de madre”, pero ningún disparo.

En el desfile obligado por las calles empedradas de San Francisco de Conchos se escuchó un fuerte grito: “A chingar a los narcos, no al pueblo…”.

La mayoría de los productores, luego de considerar que habían cumplido con su deber, regresaron a sus casas y tierras de cultivo, pero nadie esperaba una tragedia como la ocurrida en Ciudad Delicias.

El matrimonio formado por Yéssica Silva y Jaime Torres, originarios del seccional “Lázaro Cárdenas”, habían estado apoyando la protesta en La Boquilla, fueron acribillados por la espalda cuando iban en su pick up por la avenida Tecnológico, en la colonia Flamingos.

Yéssica, madre de cinco hijos, murió al instante al recibir cinco balazos de dos fusiles, uno calibre .223 y otro .380. En tanto Jaime quedó herido de gravedad. Ya fue operado en una clínica de la capital del estado. Hubo apoyo económico de amigos para su urgente atención.

La Fiscalía del estado aseguró a 13 elementos de la Guardia Nacional, así como dos fusiles y un vehículo militar con el fin de esclarecer el artero crimen.

Sobre esta tragedia, Salvador Alcántar dijo: “Un chorro de agua no vale una vida”.

En la “mañanera”, el presidente López Obrador dijo que el movimiento de los agricultores es político-electoral y que hay “huachicol” del agua. Bueno, es su obligación como autoridad detener a los delincuentes, pero también dar paz social a los productores de Chihuahua.

Finalmente, recordar que en las redes sociales apareció una fotografía de Jéssica y su madre. Y un pequeño texto que a la letra dice: “Se va acabando mi vida poco a poco. Dios perdone esa gente que acabaron con la vida de mi hija, sólo eso pido. Me dejaste un vacío en mi corazón”.

palabrapropia@hotmail.com

twiter@palabrapropia


A pesar de la violencia y la muerte que ha dejado el conflicto del agua en Chihuahua, la clase gobernante no quiere llegar a una solución.

El gobierno federal no da su brazo a torcer. Ahora culpa a los políticos y agricultores de los problemas suscitados en la cuenca del río Conchos, mientras que la tragedia ocurrida en Ciudad Delicias el pasado 8 de este mes no se ha esclarecido.

Para la Comisión Nacional del Agua, las presas de Chihuahua aportarán el agua que se adeuda a los Estados Unidos, quizá ya se fue a Tamaulipas o Nuevo León.

Los productores lo habían dicho: “Defenderemos el agua de frente con nuestras propias vidas”. Y lamentablemente Jessy, una mujer de campo, perdió la vida por defender el agua. Recibió, por la espalda, cinco balazos de un fusil de la Guardia Nacional. Su esposo Jaime se encuentra grave.

Hoy las autoridades se “desgarran las vestiduras” exigiendo el esclarecimiento de los hechos, cuando pudieron evitarlos. No les importó que antes de la tragedia, miles de productores se habían manifestado en múltiples ocasiones implorando frenar el saqueo del agua. Es nuestra vida e historia, dijeron, pero la clase gobernante los ignoró.

Los líderes, entre ellos Salvador Alcántar, de cuando menos 40 mil campesinos, acudieron varias veces a la Ciudad de México para entrevistarse con el presidente Andrés Manuel López Obrador en Palacio Nacional, pero no fueron atendidos.

Un grupo de esposas e hijas de agricultores viajaron hasta San Luis Potosí, donde se celebraba la reunión de la Conago, donde buscarían una nueva entrevista con AMLO, pero grupos de choque detuvieron la marcha de los chihuahuenses. De nueva cuenta les negaron la audiencia. En esa reunión estuvo Javier Corral, pero no abogó por ellos.

El problema se ha añejado y se ha vuelto más violento, por desinterés de los gobernantes. Hoy ha cobrado una vida.

Por la extracción del agua en las presas “El Granero” y “Las Vírgenes” ha habido cuando menos cinco enfrentamientos entre agricultores y la Guardia Nacional, además la toma de casetas de peaje, carreteras y puentes internacionales; el incendio de 10 oficinas públicas y 30 vehículos oficiales. Se registraron 30 lesionados.

A pesar de estos hechos, el gobierno federal continuó en su postura de sacar el agua, ahora le tocó el turno a La Boquilla para ser enviada a los Estados Unidos y cumplir, supuestamente con un adeudo de 512 millones de metros cúbicos, aun y cuando la revisión del tratado es hasta el mes de octubre del presente año.

El Tratado Internacional de Aguas de 1944 establece claramente que la cuota a los EEUU se debe cubrir de los excedentes y escurrimientos, pero no de las presas concesionadas para uso exclusivamente agrícola.

Además el tratado contempla prorrogar la entrega de agua, cuando hay sequía extraordinaria, hoy Chihuahua atraviesa por ese grave problema. En varias ocasiones, el vecinos país del norte nos ha “perdonado” el envío. Nos preguntamos ¿por qué hoy no se da la prórroga?

En 75 años, jamás se había extraído agua concesionada de “La Boquilla”. Y nos preguntamos ¿por qué la urgencia de sacar el agua de Chihuahua? ¿Por qué no se llevan el agua de otros estados que aparecen en el decreto de 1944?

Mucho se ha dicho que la intención del gobierno de la Cuarta Transformación es favorecer a los agricultores texanos, donde Donald Trump tiene pésima aceptación electoral.

La otra hipótesis, es que el agua de Chihuahua se fue a Tamaulipas para beneficiar a miles de agricultores, tras la promesa de un aspirante de Morena a la gubernatura.

Salvador Alcántar, presidente de la Asociación de Usuarios de Riego del estado de Chihuahua, dijo que la Conagua con toda “opacidad” le está dando una interpretación equivocada al Tratado de Aguas y ahí empezaron todos los problemas.

Según Chava Alcántar, con la extracción del agua de “El Granero” y “Las Vírgenes” se cumplió con el supuesto adeudo, pero no se entiende el porqué se metieron con “La Boquilla”. Ya les habíamos dicho: “No se metan con La Boquilla”.

El pasado 8 de septiembre, cerca de 10 mil campesinos, acompañados de alcaldes y dirigentes de los tres distritos de riego afectados (Delicias, Camargo y Ojinaga), se manifestaron en la plaza de “El Pescador”, en San Francisco de Conchos. Después de las arengas, los productores, algunos “armados con palos” sacaron de la presa La Boquilla a los elementos de la Guardia Nacional. Y cerraron las compuertas.

Los miembros de la Guardia Nacional se retiraron humillados de la presa. Hubo aplausos, reclamos, “mentadas de madre”, pero ningún disparo.

En el desfile obligado por las calles empedradas de San Francisco de Conchos se escuchó un fuerte grito: “A chingar a los narcos, no al pueblo…”.

La mayoría de los productores, luego de considerar que habían cumplido con su deber, regresaron a sus casas y tierras de cultivo, pero nadie esperaba una tragedia como la ocurrida en Ciudad Delicias.

El matrimonio formado por Yéssica Silva y Jaime Torres, originarios del seccional “Lázaro Cárdenas”, habían estado apoyando la protesta en La Boquilla, fueron acribillados por la espalda cuando iban en su pick up por la avenida Tecnológico, en la colonia Flamingos.

Yéssica, madre de cinco hijos, murió al instante al recibir cinco balazos de dos fusiles, uno calibre .223 y otro .380. En tanto Jaime quedó herido de gravedad. Ya fue operado en una clínica de la capital del estado. Hubo apoyo económico de amigos para su urgente atención.

La Fiscalía del estado aseguró a 13 elementos de la Guardia Nacional, así como dos fusiles y un vehículo militar con el fin de esclarecer el artero crimen.

Sobre esta tragedia, Salvador Alcántar dijo: “Un chorro de agua no vale una vida”.

En la “mañanera”, el presidente López Obrador dijo que el movimiento de los agricultores es político-electoral y que hay “huachicol” del agua. Bueno, es su obligación como autoridad detener a los delincuentes, pero también dar paz social a los productores de Chihuahua.

Finalmente, recordar que en las redes sociales apareció una fotografía de Jéssica y su madre. Y un pequeño texto que a la letra dice: “Se va acabando mi vida poco a poco. Dios perdone esa gente que acabaron con la vida de mi hija, sólo eso pido. Me dejaste un vacío en mi corazón”.

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