/ viernes 13 de mayo de 2022

Un imprescindible proyecto de ley contra el asesinato de periodistas

Esta semana ha sido trágica para el periodismo en el mundo. Cuatro mujeres periodistas asesinadas y no hemos llegado al domingo. Dos periodistas mexicanas, una palestina y una chilena fueron tiroteadas mientras hacían su trabajo. No podemos acostumbrarnos a esta barbarie y menos a la impunidad que la rodea, hay que denunciar y pelear hasta que deje de ocurrir.

El lunes 9 Yessenia Mollinedo Falconi y Sheila Johana García Olivera caían a balazos al sur de Veracruz. Mientras estaban en su vehículo se les acercó un número todavía indeterminado de hombres armados y las masacraron.

Un balazo preciso en la cabeza acabó con la vida de Shireen Abu Aqleh este miércoles durante una redada del Ejército israelí en Yenín, Cisjordania. No fue un accidente, la periodista estaba perfectamente identificada como prensa en su chaleco antibalas.

La periodista chilena Francisca Sandoval fallecía ayer por un disparo que recibió el 1 de mayo mientras realizaba su trabajo de reportera en la calle, un disparo dirigido a ella, no una bala perdida; el que apretó el gatillo está detenido, el que dio la orden de que lo apretase no.

El asesinato de periodistas crece cada año, las cifras de Reporteros Sin Fronteras tienen que actualizarse sin cesar, los 28 asesinatos y 479 encarcelamientos de periodistas que aparecían en su página ayer jueves eran información pasada. Tolerar el asesinato de periodistas es fomentar los ataques a las democracias de nuestras sociedades; tolerar que los asesinos queden impunes y los países a los que representan sin castigo es aliarse con los cobardes y, por lo tanto, serlo tanto como ellos.

Además de estos terribles casos hay detenciones injustificadas, secuestros, censuras, hechos que podrían parecer de épocas pasadas y que en el año 2022 no deberían entrar en la cabeza de nadie que crea en los sistemas democráticos.

Un grupo de periodistas reaccionó hace meses ante todo esto y trabajó en el planteamiento y redacción de un proyecto de ley, el de la Ley Modelo de protección a periodistas y personas trabajadoras de la comunicación, que presentaron la semana pasada en la Conferencia Internacional que UNESCO organizó en Uruguay por el Día Mundial de la Libertad de Prensa. La propuesta fue construida por la Sociedad de Corresponsales en Latinoamérica y el Caribe (Socolac) y la Escuela Latinoamericana de Periodismo (Elap), encabezadas por Mauricio Weibel y Ricardo Rivas, y redactada por la abogada Karinna Fernández. Su primer objetivo, según recoge el texto es: “Prevenir, proteger y garantizar la seguridad e integridad de las personas periodistas y trabajadoras de comunicaciones en todo tiempo y lugar, esto incluye tiempos de paz y durante conflictos internacionales, incluidos disturbios o tensiones internas. Garantizando un ambiente seguro, abierto, libre y propicio para la labor de las y los periodistas”.

El primer paso para que este proyecto de ley -que nace en América Latina pero tiene una clarísima proyección mundial- fuese una realidad era que se presentase en un parlamento. Chile tuvo ese honor este miércoles de la mano de un grupo de parlamentarios y parlamentarias encabezadas por Nathalie Castillo, que hicieron que la iniciativa empezase a caminar.

Ahora queda todo el trabajo por delante. Los parlamentos valientes prestarán atención, los parlamentos cobardes dejarán pasar la oportunidad, convirtiéndose en cómplices involuntarios de los crímenes contra periodistas por inacción.


Esta semana ha sido trágica para el periodismo en el mundo. Cuatro mujeres periodistas asesinadas y no hemos llegado al domingo. Dos periodistas mexicanas, una palestina y una chilena fueron tiroteadas mientras hacían su trabajo. No podemos acostumbrarnos a esta barbarie y menos a la impunidad que la rodea, hay que denunciar y pelear hasta que deje de ocurrir.

El lunes 9 Yessenia Mollinedo Falconi y Sheila Johana García Olivera caían a balazos al sur de Veracruz. Mientras estaban en su vehículo se les acercó un número todavía indeterminado de hombres armados y las masacraron.

Un balazo preciso en la cabeza acabó con la vida de Shireen Abu Aqleh este miércoles durante una redada del Ejército israelí en Yenín, Cisjordania. No fue un accidente, la periodista estaba perfectamente identificada como prensa en su chaleco antibalas.

La periodista chilena Francisca Sandoval fallecía ayer por un disparo que recibió el 1 de mayo mientras realizaba su trabajo de reportera en la calle, un disparo dirigido a ella, no una bala perdida; el que apretó el gatillo está detenido, el que dio la orden de que lo apretase no.

El asesinato de periodistas crece cada año, las cifras de Reporteros Sin Fronteras tienen que actualizarse sin cesar, los 28 asesinatos y 479 encarcelamientos de periodistas que aparecían en su página ayer jueves eran información pasada. Tolerar el asesinato de periodistas es fomentar los ataques a las democracias de nuestras sociedades; tolerar que los asesinos queden impunes y los países a los que representan sin castigo es aliarse con los cobardes y, por lo tanto, serlo tanto como ellos.

Además de estos terribles casos hay detenciones injustificadas, secuestros, censuras, hechos que podrían parecer de épocas pasadas y que en el año 2022 no deberían entrar en la cabeza de nadie que crea en los sistemas democráticos.

Un grupo de periodistas reaccionó hace meses ante todo esto y trabajó en el planteamiento y redacción de un proyecto de ley, el de la Ley Modelo de protección a periodistas y personas trabajadoras de la comunicación, que presentaron la semana pasada en la Conferencia Internacional que UNESCO organizó en Uruguay por el Día Mundial de la Libertad de Prensa. La propuesta fue construida por la Sociedad de Corresponsales en Latinoamérica y el Caribe (Socolac) y la Escuela Latinoamericana de Periodismo (Elap), encabezadas por Mauricio Weibel y Ricardo Rivas, y redactada por la abogada Karinna Fernández. Su primer objetivo, según recoge el texto es: “Prevenir, proteger y garantizar la seguridad e integridad de las personas periodistas y trabajadoras de comunicaciones en todo tiempo y lugar, esto incluye tiempos de paz y durante conflictos internacionales, incluidos disturbios o tensiones internas. Garantizando un ambiente seguro, abierto, libre y propicio para la labor de las y los periodistas”.

El primer paso para que este proyecto de ley -que nace en América Latina pero tiene una clarísima proyección mundial- fuese una realidad era que se presentase en un parlamento. Chile tuvo ese honor este miércoles de la mano de un grupo de parlamentarios y parlamentarias encabezadas por Nathalie Castillo, que hicieron que la iniciativa empezase a caminar.

Ahora queda todo el trabajo por delante. Los parlamentos valientes prestarán atención, los parlamentos cobardes dejarán pasar la oportunidad, convirtiéndose en cómplices involuntarios de los crímenes contra periodistas por inacción.