/ sábado 21 de abril de 2018

Un México que puede ser

Vivimos en un mundo donde los nuevos comienzos requieren de tres pasos elementales, pasos que se han de tomar en el plano personal, para luego ser energía que transmita resultados inspiradores alrededor del ambiente en el que nos movamos.

El primer paso sería la verdad, la verdad de lo que acontece y ha acontecido, una verdad a la que hemos de enfrentarnos con valentía, responsabilidad, serenidad y paciencia. Lo que ha sido fue y lo que es, es. Este paso no es tan sencillo como su recomendación lo señala, porque la mentira es una terca a la que se le da lugar por costumbre, por conveniencia, por ignorancia, por negocio. La obsesión de mentir es tal, que indagar la verdad es una tarea laboriosa de ir quitando las capas y capas que se van empalmando en una apariencia abultada, profunda y terca. El primer requisito para llegar a la verdad es sin duda la humildad, esa que nos ubica en el plano humano de aceptar el error propio y ajeno como parte de la vida.

El segundo paso es el perdón, perdonarnos todo aquello que nos recriminamos, ser compasivos con nosotros mismos, y después serlo con los demás. Para lograr el perdón debemos visualizar las experiencias como maestras en el andar, vivimos y de la vida y su manifestación y transcurso, crecemos si adoptamos lo que pasa como un incentivo para mejorar. El perdón hacia los otros sólo es posible cuando ya nos hemos perdonado a nosotros mismos, porque esta acción nos sensibiliza ante la realidad de imperfección de todos los seres humanos.

El perdón es posible cuando aceptamos el primer paso: la verdad, sin un escenario amplio de la verdad en todo su esplendor no se puede perdonar plenamente, porque el perdón requiere de cimientos fuertes de certidumbre para darse, para ir asimilando lo sucedido y darle una salida con la intención de recuperar la tranquilidad.

Un proceso de perdón requiere del reacomodo de las piezas, no de ignorarlas, porque la experiencia fue y ya es parte de la integración del individuo, de la sociedad.

Al aceptar la verdad y alcanzar el perdón, la libertad se presenta como una caricia divina que nos conecta con Dios, porque Dios es verdad, Dios es perdón, y su infinita gloria nos transporta al tercer paso que es el amor.

Mexicanos, hoy aparece implorando en este país uno de esos “más que nunca” donde requerimos revelar la verdad, una verdad que sin duda nos ha de reclamar, porque estamos inmersos en un delito nacional que nos involucra a todos. Esos adjetivos deshonestos que nos describen a los mexicanos en una auto presentación burlona son reales, y nos tocan con un dedo delatador incluyente. Enumerar los ya conocidos adjetivos negativos que nos damos y se nos dan, es innecesario, todos sabemos la cultura que nos ha llevado donde hoy estamos, y también sabemos que hemos sido protagonistas y partícipes en la actual trama nacional. Por más limpios que nos queramos describir, la participación de todos, suma acciones y omisiones determinantes en lo que hoy es un preocupante escenario político y social.

La verdad y la exigencia de justicia para Chihuahua por parte del gobierno estatal, nos muestra un ángulo determinante de la corrupción que hay en este país, y aún y con esa revelación de un sistema federal lleno de podredumbre, todavía hay grupos que quieren seguir defendiendo lo indefendible, con esa mentira que no deja lugar para los dos siguientes pasos que son indispensables para el renacimiento de este gran país.

Hoy más que nunca México requiere verdad, y desde aquí aplaudo el llamado de nuestro gobernador a ser incesantes guerreros en defenderla, practicarla en cada ambiente donde estemos y en una acción de alcances cuánticos permitir que la verdad, el perdón y el amor giren libres para generar una nación digna de ser habitada, un país donde la certidumbre forje un camino digno de ser andado.

P.D. Cualquier plataforma política que está basada en la mentira no puede generar un candidato de “verdad”. Un político resentido por la constante derrota, retrógrada en ideas y obsesionado en el paternalismo, sólo puede generar un gobierno ineficiente y peligroso. El peso de la mentira, la corrupción y la ineficiencia son motivo para voltear la mirada, el anhelo y el voto a otro lado, un lugar donde no habrá perfección pero sí más claridad y eficiencia. El delito que le imputan a Ricardo Anaya además de ser irrisorio, es personal y si eso es lo que le encontraron para quemarlo, quiere decir que no pudieron imputarle algo más, porque no lo hay.

Vivimos en un mundo donde los nuevos comienzos requieren de tres pasos elementales, pasos que se han de tomar en el plano personal, para luego ser energía que transmita resultados inspiradores alrededor del ambiente en el que nos movamos.

El primer paso sería la verdad, la verdad de lo que acontece y ha acontecido, una verdad a la que hemos de enfrentarnos con valentía, responsabilidad, serenidad y paciencia. Lo que ha sido fue y lo que es, es. Este paso no es tan sencillo como su recomendación lo señala, porque la mentira es una terca a la que se le da lugar por costumbre, por conveniencia, por ignorancia, por negocio. La obsesión de mentir es tal, que indagar la verdad es una tarea laboriosa de ir quitando las capas y capas que se van empalmando en una apariencia abultada, profunda y terca. El primer requisito para llegar a la verdad es sin duda la humildad, esa que nos ubica en el plano humano de aceptar el error propio y ajeno como parte de la vida.

El segundo paso es el perdón, perdonarnos todo aquello que nos recriminamos, ser compasivos con nosotros mismos, y después serlo con los demás. Para lograr el perdón debemos visualizar las experiencias como maestras en el andar, vivimos y de la vida y su manifestación y transcurso, crecemos si adoptamos lo que pasa como un incentivo para mejorar. El perdón hacia los otros sólo es posible cuando ya nos hemos perdonado a nosotros mismos, porque esta acción nos sensibiliza ante la realidad de imperfección de todos los seres humanos.

El perdón es posible cuando aceptamos el primer paso: la verdad, sin un escenario amplio de la verdad en todo su esplendor no se puede perdonar plenamente, porque el perdón requiere de cimientos fuertes de certidumbre para darse, para ir asimilando lo sucedido y darle una salida con la intención de recuperar la tranquilidad.

Un proceso de perdón requiere del reacomodo de las piezas, no de ignorarlas, porque la experiencia fue y ya es parte de la integración del individuo, de la sociedad.

Al aceptar la verdad y alcanzar el perdón, la libertad se presenta como una caricia divina que nos conecta con Dios, porque Dios es verdad, Dios es perdón, y su infinita gloria nos transporta al tercer paso que es el amor.

Mexicanos, hoy aparece implorando en este país uno de esos “más que nunca” donde requerimos revelar la verdad, una verdad que sin duda nos ha de reclamar, porque estamos inmersos en un delito nacional que nos involucra a todos. Esos adjetivos deshonestos que nos describen a los mexicanos en una auto presentación burlona son reales, y nos tocan con un dedo delatador incluyente. Enumerar los ya conocidos adjetivos negativos que nos damos y se nos dan, es innecesario, todos sabemos la cultura que nos ha llevado donde hoy estamos, y también sabemos que hemos sido protagonistas y partícipes en la actual trama nacional. Por más limpios que nos queramos describir, la participación de todos, suma acciones y omisiones determinantes en lo que hoy es un preocupante escenario político y social.

La verdad y la exigencia de justicia para Chihuahua por parte del gobierno estatal, nos muestra un ángulo determinante de la corrupción que hay en este país, y aún y con esa revelación de un sistema federal lleno de podredumbre, todavía hay grupos que quieren seguir defendiendo lo indefendible, con esa mentira que no deja lugar para los dos siguientes pasos que son indispensables para el renacimiento de este gran país.

Hoy más que nunca México requiere verdad, y desde aquí aplaudo el llamado de nuestro gobernador a ser incesantes guerreros en defenderla, practicarla en cada ambiente donde estemos y en una acción de alcances cuánticos permitir que la verdad, el perdón y el amor giren libres para generar una nación digna de ser habitada, un país donde la certidumbre forje un camino digno de ser andado.

P.D. Cualquier plataforma política que está basada en la mentira no puede generar un candidato de “verdad”. Un político resentido por la constante derrota, retrógrada en ideas y obsesionado en el paternalismo, sólo puede generar un gobierno ineficiente y peligroso. El peso de la mentira, la corrupción y la ineficiencia son motivo para voltear la mirada, el anhelo y el voto a otro lado, un lugar donde no habrá perfección pero sí más claridad y eficiencia. El delito que le imputan a Ricardo Anaya además de ser irrisorio, es personal y si eso es lo que le encontraron para quemarlo, quiere decir que no pudieron imputarle algo más, porque no lo hay.