/ miércoles 22 de enero de 2020

Un muchachito mata a su maestra

Me parece que la noticia fue el material del viernes 10 de enero de 2020. La prensa, la radio, la televisión se ocuparon de dar a conocer la tragedia. A priori, juzgo que el asesino debe ser un hijo del divorcio, de un divorcio ejecutado o de un divorcio real en unión de los esposos.

La semana pasada El Heraldo de Chihuahua nos dio conocer que de 14 mil casados en 2019, 8 mil se habían divorciado. Mi experiencia de director de escuela, por 60 años de trabajo en la educación, tengo una opinión experiencial que me autoriza a afirmar que el 80 por ciento de los casados se divorcian. Abandonan a los hijos. Los hijos crecen solos, sin el amor de sus padres.

En una ocasión me trajeron a la dirección a un alumno problemático de secundaria. Ya conocía su situación, era hijo de padres divorciados. Varias veces tratamos de comunicarnos con el papá o con la mamá. Nunca los encontramos. El muchacho estaba siendo asistido, que no educado, por su abuela. Hablé con él buscando ayudarlo. Platicando con él logré ganarme su confianza. Me fue contando. Vivía solo. Los compañeros del salón de clases lo trataban mal. Se burlaban de él. Había un compañero que lo atacaba a golpes. Y me dio la información de que traía un arma para matar al compañero. Le pedí que me enseñara la pistola. Fue al salón, trajo su mochila. En ella tría la pistola. Me la entregó. Le dije que yo la iba a guardar. ¿Tienes otros enemigos? – Sí…(y me dio los nombres). El alumno no tenía quién lo dirigiera. Odiaba a sus padres. Desde ese día, en la escuela empezamos a revisar las mochilas, para que no llevaran armas a la clase.

Mi esposa y yo éramos entonces los presidentes del Movimiento Familia Cristianos en Chihuahua. Teníamos un curso llamado Encuentro Conyugal. Llevamos el Encuentro Conyugal a todo el estado de Chihuahua. Era lo que podíamos hacer para disminuir la tragedia de los hijos de divorciados.

En mi magisterio me di cuenta de que los alumnos problemáticos venían de matrimonios desavenidos. Me encontré con que un 80% eran hijos de divorciados. Un alumno, fuera de la escuela, armó un pelito que se hizo general en una fiesta familiar. La esposa me había comentado que no sabían qué hacer con el hijo. Pero también me comentó, y me dijo textualmente: “Por lo que usted quiera y mande, cuando mi esposo fue a la cocina, me encontró besándome con el vecino”. Ese matrimonio tuvo que terminar en divorcio.

Hubo una mujer en Italia, llamada Elisabette Canori, que murió en 1827. Estaba casada con un marido problemático, insufrible. Pero lo aguantó, rezando por él. Ella educó sola a sus hijos. Logró la conversión del esposo. Y ella mereció ser canonizada. Cuando se ama el cónyuge, se es posible sobrellevarlo todo por los hijos. Tengo en mi casa el ejemplo de mi madre. Mi padre era insufrible, pero ella lo aguantó, y nos sacó adelante.

Antes de decidirse por el divorcio, piénselo. Los hijos merecen el esfuerzo. Sus hijos inician el camino de la vida, ayúdenlos a salir adelante.

Me parece que la noticia fue el material del viernes 10 de enero de 2020. La prensa, la radio, la televisión se ocuparon de dar a conocer la tragedia. A priori, juzgo que el asesino debe ser un hijo del divorcio, de un divorcio ejecutado o de un divorcio real en unión de los esposos.

La semana pasada El Heraldo de Chihuahua nos dio conocer que de 14 mil casados en 2019, 8 mil se habían divorciado. Mi experiencia de director de escuela, por 60 años de trabajo en la educación, tengo una opinión experiencial que me autoriza a afirmar que el 80 por ciento de los casados se divorcian. Abandonan a los hijos. Los hijos crecen solos, sin el amor de sus padres.

En una ocasión me trajeron a la dirección a un alumno problemático de secundaria. Ya conocía su situación, era hijo de padres divorciados. Varias veces tratamos de comunicarnos con el papá o con la mamá. Nunca los encontramos. El muchacho estaba siendo asistido, que no educado, por su abuela. Hablé con él buscando ayudarlo. Platicando con él logré ganarme su confianza. Me fue contando. Vivía solo. Los compañeros del salón de clases lo trataban mal. Se burlaban de él. Había un compañero que lo atacaba a golpes. Y me dio la información de que traía un arma para matar al compañero. Le pedí que me enseñara la pistola. Fue al salón, trajo su mochila. En ella tría la pistola. Me la entregó. Le dije que yo la iba a guardar. ¿Tienes otros enemigos? – Sí…(y me dio los nombres). El alumno no tenía quién lo dirigiera. Odiaba a sus padres. Desde ese día, en la escuela empezamos a revisar las mochilas, para que no llevaran armas a la clase.

Mi esposa y yo éramos entonces los presidentes del Movimiento Familia Cristianos en Chihuahua. Teníamos un curso llamado Encuentro Conyugal. Llevamos el Encuentro Conyugal a todo el estado de Chihuahua. Era lo que podíamos hacer para disminuir la tragedia de los hijos de divorciados.

En mi magisterio me di cuenta de que los alumnos problemáticos venían de matrimonios desavenidos. Me encontré con que un 80% eran hijos de divorciados. Un alumno, fuera de la escuela, armó un pelito que se hizo general en una fiesta familiar. La esposa me había comentado que no sabían qué hacer con el hijo. Pero también me comentó, y me dijo textualmente: “Por lo que usted quiera y mande, cuando mi esposo fue a la cocina, me encontró besándome con el vecino”. Ese matrimonio tuvo que terminar en divorcio.

Hubo una mujer en Italia, llamada Elisabette Canori, que murió en 1827. Estaba casada con un marido problemático, insufrible. Pero lo aguantó, rezando por él. Ella educó sola a sus hijos. Logró la conversión del esposo. Y ella mereció ser canonizada. Cuando se ama el cónyuge, se es posible sobrellevarlo todo por los hijos. Tengo en mi casa el ejemplo de mi madre. Mi padre era insufrible, pero ella lo aguantó, y nos sacó adelante.

Antes de decidirse por el divorcio, piénselo. Los hijos merecen el esfuerzo. Sus hijos inician el camino de la vida, ayúdenlos a salir adelante.