/ jueves 18 de octubre de 2018

Un transgénero en Miss Universo, ¿qué sigue?

“Para conocer bien una cosa, debes conocer sus límites”

- Frank Herbert -

Las cosas son como son por alguna razón y cuando dejamos de verlas como lo que son entramos a los terrenos de la especulación, la polémica, lo extraño, lo ridículo o lo incorrecto. Así es esto, ni modo que no.

La semana pasada llegó a mi teléfono celular, a través del WhatsApp, una fotografía de Ángela Ponce, quien, después de ganar en España un concurso nacional de belleza el mes pasado ahora participará en Miss Universo representando a su país. Hasta aquí todo iba bien, nada de extraño, nada de malo, pero al darle lectura al mensaje que venía en la foto todo se salió de contexto ya que Ángela se trata de un hombre que tras una serie de tratamientos hormonales y una vaginoplastia ahora se dice mujer y vaya que lo parece, pero pese a todos los tratamientos y operaciones que pudiera haber tenido, a la naturaleza nadie la puede engañar. Así de sencillo.

El hecho de que muchos permitan y aplaudan este tipo de situaciones y que hasta exijan que el gobierno los regularice con un nuevo tercer sexo recae en faltar el respeto a la inteligencia de las personas. Una mujer no es mujer porque se sienta o parezca, sino porque simple y biológicamente lo es. Punto, no hay más.

Desde luego que se respeta la decisión de los llamados transgénero de tratar de modificar el sexo que tienen de nacimiento (cada quien su vida y su cuerpo), las razones pueden ser muchas que no vienen en este momento al caso mencionarlas; por supuesto que se les respalda en que su vida terrenal transcurra normalmente en todo sentido social, apoyándolos en que tengan un trabajo digno y progresen en el mismo, en que se enamoren y se casen con quien decidan, pero de ahí a querernos convencer que es adecuado y aceptable que participen en un certamen de belleza (que para empezar éstos no deberían existir) realizado para que compitan mujeres es algo que ya pierde su dimensión y no es que estemos hablando de discriminación, claro que no, simplemente en que todo debe ir en su lugar; una posible solución a esta situación es que se realicen certámenes con transgéneros y que los vean quienes gusten, ¿no?

El respeto a todo ser humano se da por el hecho de ser persona, no por el sexo que tenga, y en este sentido va nuestro respeto para todas y todos independientemente de gustos y costumbres, pero como dijo el filósofo Edmund Burke: Hay un límite más allá del cual la tolerancia deja de ser una virtud. Pues eso.



“Para conocer bien una cosa, debes conocer sus límites”

- Frank Herbert -

Las cosas son como son por alguna razón y cuando dejamos de verlas como lo que son entramos a los terrenos de la especulación, la polémica, lo extraño, lo ridículo o lo incorrecto. Así es esto, ni modo que no.

La semana pasada llegó a mi teléfono celular, a través del WhatsApp, una fotografía de Ángela Ponce, quien, después de ganar en España un concurso nacional de belleza el mes pasado ahora participará en Miss Universo representando a su país. Hasta aquí todo iba bien, nada de extraño, nada de malo, pero al darle lectura al mensaje que venía en la foto todo se salió de contexto ya que Ángela se trata de un hombre que tras una serie de tratamientos hormonales y una vaginoplastia ahora se dice mujer y vaya que lo parece, pero pese a todos los tratamientos y operaciones que pudiera haber tenido, a la naturaleza nadie la puede engañar. Así de sencillo.

El hecho de que muchos permitan y aplaudan este tipo de situaciones y que hasta exijan que el gobierno los regularice con un nuevo tercer sexo recae en faltar el respeto a la inteligencia de las personas. Una mujer no es mujer porque se sienta o parezca, sino porque simple y biológicamente lo es. Punto, no hay más.

Desde luego que se respeta la decisión de los llamados transgénero de tratar de modificar el sexo que tienen de nacimiento (cada quien su vida y su cuerpo), las razones pueden ser muchas que no vienen en este momento al caso mencionarlas; por supuesto que se les respalda en que su vida terrenal transcurra normalmente en todo sentido social, apoyándolos en que tengan un trabajo digno y progresen en el mismo, en que se enamoren y se casen con quien decidan, pero de ahí a querernos convencer que es adecuado y aceptable que participen en un certamen de belleza (que para empezar éstos no deberían existir) realizado para que compitan mujeres es algo que ya pierde su dimensión y no es que estemos hablando de discriminación, claro que no, simplemente en que todo debe ir en su lugar; una posible solución a esta situación es que se realicen certámenes con transgéneros y que los vean quienes gusten, ¿no?

El respeto a todo ser humano se da por el hecho de ser persona, no por el sexo que tenga, y en este sentido va nuestro respeto para todas y todos independientemente de gustos y costumbres, pero como dijo el filósofo Edmund Burke: Hay un límite más allá del cual la tolerancia deja de ser una virtud. Pues eso.