/ miércoles 29 de junio de 2022

Una década perdida

México estuvo durante los pasados 20 años antes de 2019 creciendo un 2.2% en promedio. Ahora estará entre los pocos países latinoamericanos que en 2022 y 2023 crecerán menos que este promedio.

Pero la semana cerró con una noticia importante, en una estimación del IGAE –una lectura aproximada del PIB mensual– creció un sorpresivo 1.1% mensual en abril pasado, de acuerdo con el INEGI. Este crecimiento no sólo es superior a lo anticipado por los analistas, sino que representa su mayor expansión desde marzo de 2021, impulsada por el comercio y el turismo. A este repunte le falta muy poco para recuperar su nivel anterior a la pandemia, pero respecto a su máximo histórico aún está muy rezagado.

A este respecto, Citi Banamex revisó su expectativa de crecimiento para México en 2022 de 1.3 a 1.5%, aunque anticipa una desaceleración de la actividad económica para el resto del año. Por lo contrario, para 2023 el mismo Citi recortó su pronóstico de 2 a 1.8% ante un menor crecimiento mundial y el efecto de mayores tasas de interés sobre la economía. “Es un crecimiento bajo en comparación con otros países de economía emergentes, pero también es bajo comparado con el crecimiento histórico de México”.

De acuerdo con los analistas se tendrá una importante pérdida de dinamismo a partir de mayo por una desaceleración o una eventual recesión de Estados Unidos, lo que representaría el mayor riesgo para la economía mexicana.

El reto para México es crecer a una tasa más alta, ya que se estima que “el crecimiento del PIB va a promediar cero, poquito más, en todo el sexenio del presidente López Obrador”.

Pero en términos del PIB per cápita, “México probablemente tendrá una década perdida”, siguiendo con el análisis de Citi presentado en Nueva York. Esto no es una buena noticia, pues el raquítico crecimiento del PIB per cápita terminará afectando el ingreso de la población económicamente más débil, sobre todo en el entorno inflacionario que estamos viviendo.

A pesar de presentar niveles de crecimiento bajos, México sigue generando mucho interés en los inversionistas, ya que la estabilidad macroeconómica “es la sorpresa”, con todo y claroscuros. El país puede tener problemas fiscales en el futuro, pero ahora le gusta al mercado por el respeto del gobierno a la autonomía del Banco de México (que no pierde oportunidad de criticar sus decisiones, como este viernes que pidió a la institución pensar en otra fórmula que no sea el alza en la tasa de interés para reducir la inflación) y, sobre todo, por la relación comercial con Estados Unidos.

A un inversionista de portafolio (en el mercado de bonos) le gusta México, pero un inversionista de planta (manufacturera) tiene una diferente visión sobre el país, por la inestabilidad, una política económica de ocurrencias y de no respeto a los contratos contraídos.

Lo anterior explica en cierta medida la estabilidad del tipo de cambio por el ingreso de inversiones líquidas y las remesas, pero por el otro lado las bajas tasas de crecimiento económico por la falta de inversión fija, o sea, en plantas de producción.

Maestro en Finanzas. Economista


México estuvo durante los pasados 20 años antes de 2019 creciendo un 2.2% en promedio. Ahora estará entre los pocos países latinoamericanos que en 2022 y 2023 crecerán menos que este promedio.

Pero la semana cerró con una noticia importante, en una estimación del IGAE –una lectura aproximada del PIB mensual– creció un sorpresivo 1.1% mensual en abril pasado, de acuerdo con el INEGI. Este crecimiento no sólo es superior a lo anticipado por los analistas, sino que representa su mayor expansión desde marzo de 2021, impulsada por el comercio y el turismo. A este repunte le falta muy poco para recuperar su nivel anterior a la pandemia, pero respecto a su máximo histórico aún está muy rezagado.

A este respecto, Citi Banamex revisó su expectativa de crecimiento para México en 2022 de 1.3 a 1.5%, aunque anticipa una desaceleración de la actividad económica para el resto del año. Por lo contrario, para 2023 el mismo Citi recortó su pronóstico de 2 a 1.8% ante un menor crecimiento mundial y el efecto de mayores tasas de interés sobre la economía. “Es un crecimiento bajo en comparación con otros países de economía emergentes, pero también es bajo comparado con el crecimiento histórico de México”.

De acuerdo con los analistas se tendrá una importante pérdida de dinamismo a partir de mayo por una desaceleración o una eventual recesión de Estados Unidos, lo que representaría el mayor riesgo para la economía mexicana.

El reto para México es crecer a una tasa más alta, ya que se estima que “el crecimiento del PIB va a promediar cero, poquito más, en todo el sexenio del presidente López Obrador”.

Pero en términos del PIB per cápita, “México probablemente tendrá una década perdida”, siguiendo con el análisis de Citi presentado en Nueva York. Esto no es una buena noticia, pues el raquítico crecimiento del PIB per cápita terminará afectando el ingreso de la población económicamente más débil, sobre todo en el entorno inflacionario que estamos viviendo.

A pesar de presentar niveles de crecimiento bajos, México sigue generando mucho interés en los inversionistas, ya que la estabilidad macroeconómica “es la sorpresa”, con todo y claroscuros. El país puede tener problemas fiscales en el futuro, pero ahora le gusta al mercado por el respeto del gobierno a la autonomía del Banco de México (que no pierde oportunidad de criticar sus decisiones, como este viernes que pidió a la institución pensar en otra fórmula que no sea el alza en la tasa de interés para reducir la inflación) y, sobre todo, por la relación comercial con Estados Unidos.

A un inversionista de portafolio (en el mercado de bonos) le gusta México, pero un inversionista de planta (manufacturera) tiene una diferente visión sobre el país, por la inestabilidad, una política económica de ocurrencias y de no respeto a los contratos contraídos.

Lo anterior explica en cierta medida la estabilidad del tipo de cambio por el ingreso de inversiones líquidas y las remesas, pero por el otro lado las bajas tasas de crecimiento económico por la falta de inversión fija, o sea, en plantas de producción.

Maestro en Finanzas. Economista