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Chihuahua7 de abril de 2025
Análisismartes, 25 de junio de 2024

Unas elecciones peculiares

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Tal vez, para muchos, no fue sorpresa que la candidata oficial, Claudia Sheinbaum, ganara, pero no por un margen tan amplio. Según los analistas, al ciudadano común no le importó transferir facultades a un Estado caudillista más fuerte, aunque debilitara al Estado institucional; aunque el discurso y las intenciones fueran una lluvia de rosas de medias verdades o mentiras contundentes. Y si esas variables no fueron importantes, lo fue una fantástica fuente de recursos que cambiaron de fideicomisos, Educación, Seguridad y Salud, a manos de personas que se sintieron atendidas.

Y se sintieron atendidas porque recibieron un beneficio económico. Fue como si nada de lo que los políticos hubieran hecho, hasta el momento, hubiera mejorado la vida de las personas; como si nada hubiera valido la pena, salvo, recibir unos pesos adicionales y un ramillete surtido de mentiras cada mañana. Ciertamente, los políticos, con tal de ganar, han perdido credibilidad. Eso, nadie lo cuestiona. Tampoco valió la pena ver la evidencia objetiva de lo que sucede en las sociedades donde se obsequia dinero sin su contrapartida productiva, desde Eva Perón a Nicolás Maduro.

¿Somos, acaso, una sociedad que ha perdido su esperanza, que ya no cree en los valores del esfuerzo, la disciplina y la preparación? ¿Hemos olvidado que ese dinero hubiera servido para dar educación de calidad a nuestros hijos, para atender a los niños con cáncer y mejorar la seguridad de nuestras familias? El interés individual se sobrepuso al derecho legítimo de las minorías, que ven el peligro pedagógico de que el acceso al poder esté tapizado de pan y entretenimiento, de un Estado que no pide ningún esfuerzo para ganar el sustento, y que reparte dinero sin mirar a quién.

Pareciera que nos reconforta convertirnos en el político paradigmático que se aprovecha del esfuerzo de los demás. Eso compensa lo que hemos esperado de ellos, y no tenemos; el mal que vemos, y no se castiga; el desinterés con que la autoridad desdeña a los ciudadanos cuando mienten, que no reconocen los logros de otros ni los errores propios. ¿Qué derecho creen tener sobre los demás cuando no aceptan que no sirvieron como dijeron que lo harían y que seríamos como Dinamarca? Veamos las palabras de Alisa Zinóvievna, más conocida como Ayn Rand:

"Cuando adviertas que para producir necesitas obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebes que el dinero fluye hacia quienes no trafican con bienes, sino con favores; cuando percibas que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por su trabajo, y que las leyes no te protegen contra ellos, sino por el contrario, son ellos los que están protegidos contra ti; cuando descubras que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrás afirmar, sin temor a equivocarte, que tu sociedad está condenada".

Podemos decir que no estamos condenados, pero aún no cantemos victoria. No permitamos que esta desgracia suceda impulsada por la incertidumbre de la reforma judicial que la experiencia comparada de Bolivia muestra que no funciona. Parafraseando la Biblia: todavía pueden venir cosas peores (Ez 8,13).

Administrador financiero

agusperezr@hotmail.com

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