/ martes 19 de enero de 2021

Universidad más allá de las aulas

Para un buen estudiante lo que recibe en las aulas le dará las herramientas para ser un buen profesionista. Sin embargo, para ser un profesionista extraordinario se necesita aprender más allá de lo que dan las aulas. Si el verdadero objetivo es un buen ciudadano, las aulas son insuficientes. La labor de los contenidos educativos debe ser proporcionar elementos cognitivos para resolver problemas específicos, pero si esto se da desarticulado de la realidad histórico-social, será un saber que carezca de trascendencia. Esto nos sucede seguido y ha traído como consecuencia una relación desigual entre las universidades y la sociedad. Es un tema de índole global, que también tiene su planteamiento en Chihuahua.

Los contenidos académicos deben ayudar para aportar soluciones concretas, medibles y cuantificables. Pero, la realidad tiene otras dimensiones que son inconmensurables. Para ello, debe estar preparado un universitario.

Lo traduzco a hechos concretos, ya sea estudiante o egresado, la sociedad necesita con urgencia que los universitarios participemos de manera muy activa en temas de la sociedad civil, desde las causas de orden social, los temas de Derechos Humanos hasta las políticas de construcción de ciudadanía. Entendiendo la política como el más alto valor que permite la democracia y la pluralidad, el universitario debe tener una postura política -cuanto más plural sea este mosaico mejor- y ser capaz de analizarla y debatirla con toda civilidad.

La comunidad universitaria, sin importar lo que se haya estudiado, debe ser asidua creadora y asistente las actividades culturales y científicas. Independientemente de si se tiene carrera universitaria, el acceso a la cultura y a la ciencia deben ser patrimonio de todas las personas. Pero la labor de los universitarios es ser el puente que permita que la comunidad se acerque a las actividades antes descritas que fortalecen el espíritu y la identidad.

Nadie niega los satisfactores inmediatos y concretos que necesitamos como personas y como sociedad. Pero tampoco deben darse como menores los saberes, tradiciones y expresiones culturales, entendido esto desde una amplia mira. Es muy importante la actitud universitaria para preservar y ayudar a la difusión de tradiciones y riqueza cultural que viene de lo popular.

En ese sentido el deber universitario trasciende las aulas. La Renovación DS lo entiende a la perfección, por eso plantea que la universidad y todo su quehacer tiene que estar íntimamente relacionado con lo que sucede en la realidad, con la sensibilidad para escuchar los problemas sociales para poder construir respuestas y ponerlas en marcha junto con la misma sociedad.

Una universidad cercana que comparta la cultura y las artes sin clasismo, sino con solidaridad y por ello que sea receptiva a las formas populares de creación y expresión.

Una universidad donde independientemente de si las personas no estudiaron en ella, la sientan como propia, porque ha sido capaz de estar cerca siempre y ser un referente de inteligencia y generosidad.

Desde nuestra fundación hasta la fecha hemos hecho mucho de estas labores, sin embargo, el crecimiento de la desigualdad social nos pide hacerlo con mayor intensidad.

Para un buen estudiante lo que recibe en las aulas le dará las herramientas para ser un buen profesionista. Sin embargo, para ser un profesionista extraordinario se necesita aprender más allá de lo que dan las aulas. Si el verdadero objetivo es un buen ciudadano, las aulas son insuficientes. La labor de los contenidos educativos debe ser proporcionar elementos cognitivos para resolver problemas específicos, pero si esto se da desarticulado de la realidad histórico-social, será un saber que carezca de trascendencia. Esto nos sucede seguido y ha traído como consecuencia una relación desigual entre las universidades y la sociedad. Es un tema de índole global, que también tiene su planteamiento en Chihuahua.

Los contenidos académicos deben ayudar para aportar soluciones concretas, medibles y cuantificables. Pero, la realidad tiene otras dimensiones que son inconmensurables. Para ello, debe estar preparado un universitario.

Lo traduzco a hechos concretos, ya sea estudiante o egresado, la sociedad necesita con urgencia que los universitarios participemos de manera muy activa en temas de la sociedad civil, desde las causas de orden social, los temas de Derechos Humanos hasta las políticas de construcción de ciudadanía. Entendiendo la política como el más alto valor que permite la democracia y la pluralidad, el universitario debe tener una postura política -cuanto más plural sea este mosaico mejor- y ser capaz de analizarla y debatirla con toda civilidad.

La comunidad universitaria, sin importar lo que se haya estudiado, debe ser asidua creadora y asistente las actividades culturales y científicas. Independientemente de si se tiene carrera universitaria, el acceso a la cultura y a la ciencia deben ser patrimonio de todas las personas. Pero la labor de los universitarios es ser el puente que permita que la comunidad se acerque a las actividades antes descritas que fortalecen el espíritu y la identidad.

Nadie niega los satisfactores inmediatos y concretos que necesitamos como personas y como sociedad. Pero tampoco deben darse como menores los saberes, tradiciones y expresiones culturales, entendido esto desde una amplia mira. Es muy importante la actitud universitaria para preservar y ayudar a la difusión de tradiciones y riqueza cultural que viene de lo popular.

En ese sentido el deber universitario trasciende las aulas. La Renovación DS lo entiende a la perfección, por eso plantea que la universidad y todo su quehacer tiene que estar íntimamente relacionado con lo que sucede en la realidad, con la sensibilidad para escuchar los problemas sociales para poder construir respuestas y ponerlas en marcha junto con la misma sociedad.

Una universidad cercana que comparta la cultura y las artes sin clasismo, sino con solidaridad y por ello que sea receptiva a las formas populares de creación y expresión.

Una universidad donde independientemente de si las personas no estudiaron en ella, la sientan como propia, porque ha sido capaz de estar cerca siempre y ser un referente de inteligencia y generosidad.

Desde nuestra fundación hasta la fecha hemos hecho mucho de estas labores, sin embargo, el crecimiento de la desigualdad social nos pide hacerlo con mayor intensidad.