/ jueves 31 de marzo de 2022

Uy, me dio vergüenza

Estaba inmersa en mi sueño, cuando una pesadilla me sacó a la realidad, vi el documental “Enséñame el camino a casa” y lloré como hacía tiempo no lo hacía.

Nos llamamos seres humanos y los sinónimos de este término son: compasivo, caritativo, humanitario, misericordioso, piadoso, sensible, sentimental, bondadoso, bueno, generoso, magnánimo, amable, etc.

Ser humanos nos eleva de categoría en la creación ¡No somos simples animales! Tenemos una mente que razona con una diferencia: podemos visualizar el futuro y conectar consciente y profundamente con otros seres humanos ¿Pero hasta dónde alcanza esa conexión?

Hoy me sentí en una burbuja donde veo desde mi espacio un escenario borroso: ¿Qué pasa allá afuera? ¿Me importa? ¿Puedo hacer algo? ¿A dónde nos está llevando el individualismo?

Comparo escenarios de privilegio, con catástrofes sociales y sé que aunque nos aferremos a quedarnos en nuestras burbujas hay un solo destino para todos.

Este documental enseña cómo hay muchas personas viviendo en la calle, en ciudades tan importantes como San Francisco y Los Ángeles, California (yo lo veo en Mazatlán). Al ver el documental recordé un viaje que hice con amigas, llegamos a San Francisco ¡y qué impresión, la ciudad estaba llena de indigentes! caminaban con la vista perdida, el pelo largo, la ropa sucia, muchos hablando solos, con la evidencia que no se habían bañado por mucho tiempo. Pero como es ya costumbre en este mundo incomprensible, les sacábamos la vuelta y nos concentrábamos en ver la hermosa ciudad. Un día fuimos a un restaurante y sobró mucha comida, así que a una amiga del grupo que es vicentina y trabaja en ayudar al más desprotegido sugirió que pidiéramos unos contenedores para llevarnos los platillos que no habíamos probado y dárselos a algún indigente en nuestro camino al hotel. Ya en la calle le ofreció el bulto al primero que nos topamos diciéndole que era comida, pero este señor lo rechazó molesto con una actitud violenta y diciendo palabras altisonantes entre dientes, nos asustamos y nos alejamos de prisa. Después platicando del detalle, todas dimos diferentes opiniones al respecto: Es que ya se quedaron arriba, son drogadictos. Es que sufren de esquizofrenia. Es que son veteranos de guerra y están muy afectados. Es que ha de haber gente que no les da algo digno de comer. Dicen que han sido envenenados y ya no confían ¡Venimos a divertirnos, mejor ni voltearlos a ver! ¡Cuque es una gran samaritana pero mejor hay que sacarles la vuelta! A todas nos pegó el escenario de tantos indigentes, pero el motivo del viaje nos envolvió a lo que veníamos: pasarla bien.

Cada vez son más grandes los muros físicos y mentales que construimos para “protegernos” a evadir lo que pasa fuera de nuestra burbuja, a seguir “felices”. Así es la vida, así es el mundo lleno de vergüenzas ante ese título de “humanos” que debemos rescatar con lo que podamos y debamos hacer. ¿Podremos seguir pasándola bien cuando las injusticias acechan y la guerra se manifiesta? ¿Hasta dónde nos podemos hacer locos de una realidad que nos incluye lo queramos o no?

ROBERTA CORTAZAR B.




Estaba inmersa en mi sueño, cuando una pesadilla me sacó a la realidad, vi el documental “Enséñame el camino a casa” y lloré como hacía tiempo no lo hacía.

Nos llamamos seres humanos y los sinónimos de este término son: compasivo, caritativo, humanitario, misericordioso, piadoso, sensible, sentimental, bondadoso, bueno, generoso, magnánimo, amable, etc.

Ser humanos nos eleva de categoría en la creación ¡No somos simples animales! Tenemos una mente que razona con una diferencia: podemos visualizar el futuro y conectar consciente y profundamente con otros seres humanos ¿Pero hasta dónde alcanza esa conexión?

Hoy me sentí en una burbuja donde veo desde mi espacio un escenario borroso: ¿Qué pasa allá afuera? ¿Me importa? ¿Puedo hacer algo? ¿A dónde nos está llevando el individualismo?

Comparo escenarios de privilegio, con catástrofes sociales y sé que aunque nos aferremos a quedarnos en nuestras burbujas hay un solo destino para todos.

Este documental enseña cómo hay muchas personas viviendo en la calle, en ciudades tan importantes como San Francisco y Los Ángeles, California (yo lo veo en Mazatlán). Al ver el documental recordé un viaje que hice con amigas, llegamos a San Francisco ¡y qué impresión, la ciudad estaba llena de indigentes! caminaban con la vista perdida, el pelo largo, la ropa sucia, muchos hablando solos, con la evidencia que no se habían bañado por mucho tiempo. Pero como es ya costumbre en este mundo incomprensible, les sacábamos la vuelta y nos concentrábamos en ver la hermosa ciudad. Un día fuimos a un restaurante y sobró mucha comida, así que a una amiga del grupo que es vicentina y trabaja en ayudar al más desprotegido sugirió que pidiéramos unos contenedores para llevarnos los platillos que no habíamos probado y dárselos a algún indigente en nuestro camino al hotel. Ya en la calle le ofreció el bulto al primero que nos topamos diciéndole que era comida, pero este señor lo rechazó molesto con una actitud violenta y diciendo palabras altisonantes entre dientes, nos asustamos y nos alejamos de prisa. Después platicando del detalle, todas dimos diferentes opiniones al respecto: Es que ya se quedaron arriba, son drogadictos. Es que sufren de esquizofrenia. Es que son veteranos de guerra y están muy afectados. Es que ha de haber gente que no les da algo digno de comer. Dicen que han sido envenenados y ya no confían ¡Venimos a divertirnos, mejor ni voltearlos a ver! ¡Cuque es una gran samaritana pero mejor hay que sacarles la vuelta! A todas nos pegó el escenario de tantos indigentes, pero el motivo del viaje nos envolvió a lo que veníamos: pasarla bien.

Cada vez son más grandes los muros físicos y mentales que construimos para “protegernos” a evadir lo que pasa fuera de nuestra burbuja, a seguir “felices”. Así es la vida, así es el mundo lleno de vergüenzas ante ese título de “humanos” que debemos rescatar con lo que podamos y debamos hacer. ¿Podremos seguir pasándola bien cuando las injusticias acechan y la guerra se manifiesta? ¿Hasta dónde nos podemos hacer locos de una realidad que nos incluye lo queramos o no?

ROBERTA CORTAZAR B.