/ sábado 17 de febrero de 2018

Ver y sentir

Una semilla en las condiciones adecuadas recibe de la naturaleza lo esencial  para su germinación y crecimiento, y así, el ser humano recibe en su mente, las energías que nos rodean, las ideas y la inspiración  para intentar y probar todo aquello que nos puede traer salud, prosperidad y felicidad. Por eso se dice que cuando en nuestra imaginación vemos y sentimos salud, prosperidad y abundancia, siempre hacen acto de presencia.

En un futuro, las generaciones que nos sucedan se admirarán de que en nuestro país haya existido miseria y de que no hayamos sabido  aprovechar la abundancia con la que cuenta la nación.

Algunas personas sufren necesidades por estar principalmente atadas o encasilladas  a su sufrimiento, de tal forma que no pueden pensar en otra cosa más que en su miseria o en su mala suerte, y que aunque deseen algo mejor, sus esperanzas y sus ambiciones son ahogadas por toda clase de temores y pensamientos  negativos.

Si podemos ver y sentir en nosotros el  éxito y la prosperidad, descubriremos que no están limitados a un tiempo o a un lugar específico, pues se empiezan a manifestar siempre que haya una conciencia por establecerlas  con una menta abierta y una forma de pensar libre de preocupaciones. Normalmente, mientras más nos concentramos en la pobreza y la desgracia, más nos alejamos de la prosperidad.

Es muy importante cultivar el arte de estar serenos y tranquilos cuando suframos privaciones y cuando todo nos hace falta. Aprender  a estar contentos  y a ser generosos, aun ante las dificultades es una gran cosa. De las tristes experiencias de los apuros y de la miseria, surge un gigante o una basura, según lo que había en él.

Durante la juventud, tener un periodo de escasez es hasta una fortuna. Pero a medida que envejece la persona, es más amargo el sabor de las penas y la escasez. Y así la miseria es como un pozo profundo del que no todo mundo puede salir y cuando lo hace ayudado por manos caritativas, se puede atener a la ayuda ajena de por vida, dependiendo por el resto de su vida de alguien más ya sea persona o gobierno.

Es normal que ninguno queramos vernos cara a  cara con la pobreza, porque nos hace sentir inferiores y menos; porque nos da la idea de haber fracasado.

Veamos y sintamos los cambios que queramos tener en nuestra vida, teniendo cuidado de no indigestarnos. Consideremos que muchos ciudadanos podemos trabajar para no morirnos de hambre y cuando tenemos mucho que comer, corremos el riesgo de hacerlo demás. Un postre nos sabe bien; dos ya no son tan buenos y seis de ellos se vuelven algo detestable. Muchas veces el tener demasiado de algo nos causa tanto mal como no tener nada.

 

Una semilla en las condiciones adecuadas recibe de la naturaleza lo esencial  para su germinación y crecimiento, y así, el ser humano recibe en su mente, las energías que nos rodean, las ideas y la inspiración  para intentar y probar todo aquello que nos puede traer salud, prosperidad y felicidad. Por eso se dice que cuando en nuestra imaginación vemos y sentimos salud, prosperidad y abundancia, siempre hacen acto de presencia.

En un futuro, las generaciones que nos sucedan se admirarán de que en nuestro país haya existido miseria y de que no hayamos sabido  aprovechar la abundancia con la que cuenta la nación.

Algunas personas sufren necesidades por estar principalmente atadas o encasilladas  a su sufrimiento, de tal forma que no pueden pensar en otra cosa más que en su miseria o en su mala suerte, y que aunque deseen algo mejor, sus esperanzas y sus ambiciones son ahogadas por toda clase de temores y pensamientos  negativos.

Si podemos ver y sentir en nosotros el  éxito y la prosperidad, descubriremos que no están limitados a un tiempo o a un lugar específico, pues se empiezan a manifestar siempre que haya una conciencia por establecerlas  con una menta abierta y una forma de pensar libre de preocupaciones. Normalmente, mientras más nos concentramos en la pobreza y la desgracia, más nos alejamos de la prosperidad.

Es muy importante cultivar el arte de estar serenos y tranquilos cuando suframos privaciones y cuando todo nos hace falta. Aprender  a estar contentos  y a ser generosos, aun ante las dificultades es una gran cosa. De las tristes experiencias de los apuros y de la miseria, surge un gigante o una basura, según lo que había en él.

Durante la juventud, tener un periodo de escasez es hasta una fortuna. Pero a medida que envejece la persona, es más amargo el sabor de las penas y la escasez. Y así la miseria es como un pozo profundo del que no todo mundo puede salir y cuando lo hace ayudado por manos caritativas, se puede atener a la ayuda ajena de por vida, dependiendo por el resto de su vida de alguien más ya sea persona o gobierno.

Es normal que ninguno queramos vernos cara a  cara con la pobreza, porque nos hace sentir inferiores y menos; porque nos da la idea de haber fracasado.

Veamos y sintamos los cambios que queramos tener en nuestra vida, teniendo cuidado de no indigestarnos. Consideremos que muchos ciudadanos podemos trabajar para no morirnos de hambre y cuando tenemos mucho que comer, corremos el riesgo de hacerlo demás. Un postre nos sabe bien; dos ya no son tan buenos y seis de ellos se vuelven algo detestable. Muchas veces el tener demasiado de algo nos causa tanto mal como no tener nada.