/ sábado 3 de noviembre de 2018

Vientos de tristeza

De todas las noticias recientes no hay a cuál irle; sin embargo, el secuestro, la violación y el asesinato de la pequeña Camila sin duda alguna estremecieron a la ciudad y la vistieron de luto. Pero también nos ha puesto en alerta para que actuemos como sociedad y gobierno, brindando mayor seguridad a la niñez; una vez más se pone de manifiesto la vulnerabilidad de nuestra niñez y la obligada reflexión para que tengamos mayor cuidado y vigilancia con los pequeños(as), que dada su inocencia natural actúan sin malicia, creyendo que todas las personas son buenas. Todos somos responsables de alguna u otra manera, por la omisión y/o la indiferencia de lo que sucede a nuestro al derredor, por lo general nos hemos acostumbrado a dejar de actuar si no se nos afecta directamente. Desafortunadamente, cada vez es mayor el número de locos y depravados en la sociedad, caminan y conviven como si fueran personas de bien, hasta que revelan su verdadera personalidad, como desgraciadamente sucedió en tan triste acontecimiento.

Nos preguntamos: ¿A qué demente se le puede ocurrir cometer una felonía de esta envergadura?, ya vimos que sí hay depravados que ejecutan sus actos criminales en la población más vulnerable. Cómo no tener tanto loco en el país, si de conformidad con los datos de la ONU y del Departamento de Seguridad de EU, existen más de veinticinco millones de páginas de pornografía en todo el mundo y México ocupa el primer lugar en difusión de pornografía infantil, con más de cinco mil páginas de pornografía de este tipo; también la Policía Cibernética federal ha señalado a Cancún, Tijuana y Acapulco como los lugares donde se vende a las y los niños para producir pornografía infantil, sin soslayar que las ganancias que obtiene por este ilícito el crimen organizado en el mundo son superiores a los doscientos cincuenta millones de dólares diarios. Ante todo este oleaje de barbarie y delincuencia, son mínimas las denuncias que se realizan por este crimen.

No basta que se endurezcan las penas para castigar la pornografía infantil, o que se quiera quemar en leña verde a los criminales, es urgente tomar otro tipo de acciones, como medidas preventivas para evitar estos ilícitos; la sociedad se relajó en la impartición de los valores, y lamentablemente ahora se están pagando las consecuencias.


De todas las noticias recientes no hay a cuál irle; sin embargo, el secuestro, la violación y el asesinato de la pequeña Camila sin duda alguna estremecieron a la ciudad y la vistieron de luto. Pero también nos ha puesto en alerta para que actuemos como sociedad y gobierno, brindando mayor seguridad a la niñez; una vez más se pone de manifiesto la vulnerabilidad de nuestra niñez y la obligada reflexión para que tengamos mayor cuidado y vigilancia con los pequeños(as), que dada su inocencia natural actúan sin malicia, creyendo que todas las personas son buenas. Todos somos responsables de alguna u otra manera, por la omisión y/o la indiferencia de lo que sucede a nuestro al derredor, por lo general nos hemos acostumbrado a dejar de actuar si no se nos afecta directamente. Desafortunadamente, cada vez es mayor el número de locos y depravados en la sociedad, caminan y conviven como si fueran personas de bien, hasta que revelan su verdadera personalidad, como desgraciadamente sucedió en tan triste acontecimiento.

Nos preguntamos: ¿A qué demente se le puede ocurrir cometer una felonía de esta envergadura?, ya vimos que sí hay depravados que ejecutan sus actos criminales en la población más vulnerable. Cómo no tener tanto loco en el país, si de conformidad con los datos de la ONU y del Departamento de Seguridad de EU, existen más de veinticinco millones de páginas de pornografía en todo el mundo y México ocupa el primer lugar en difusión de pornografía infantil, con más de cinco mil páginas de pornografía de este tipo; también la Policía Cibernética federal ha señalado a Cancún, Tijuana y Acapulco como los lugares donde se vende a las y los niños para producir pornografía infantil, sin soslayar que las ganancias que obtiene por este ilícito el crimen organizado en el mundo son superiores a los doscientos cincuenta millones de dólares diarios. Ante todo este oleaje de barbarie y delincuencia, son mínimas las denuncias que se realizan por este crimen.

No basta que se endurezcan las penas para castigar la pornografía infantil, o que se quiera quemar en leña verde a los criminales, es urgente tomar otro tipo de acciones, como medidas preventivas para evitar estos ilícitos; la sociedad se relajó en la impartición de los valores, y lamentablemente ahora se están pagando las consecuencias.