/ viernes 16 de julio de 2021

Violencia, paz y educación

Lamentablemente, la violencia se ha vuelto algo normal en nuestra sociedad, al grado que muchos ven en ella un recurso válido para resolver problemas o diferencias en el trato cotidiano con los demás. Crece la violencia lo mismo que la insensibilidad.

Frente al fenómeno de la violencia que tanto nos inquieta, la educación tiene el reto de formar individuos capaces de resolver pacíficamente los problemas. Surge así el enfoque socio-afectivo, en un contexto de crisis de las relaciones sociales e interpersonales.

¿Qué necesita aprender el individuo para contribuir a la paz y superar, junto a los otros, dicha crisis? Según el mencionado enfoque, necesitamos aprender a relacionarnos con respeto y tolerancia, con compromiso y empatía.

Pero también es necesario comprender la interdependencia que tenemos los integrantes de una comunidad. Las relaciones sociales son inevitables, y para evitar la violencia resulta necesario introducir en ellas la dimensión emocional de las personas.

Así, lo social y lo afectivo se constituyen en base para que las personas adquieran y desarrollen habilidades para una convivencia positiva, orientada por el bien común y por el respeto a la diversidad. Se trata, pues, de aprender a convivir, aprender a ser con los demás.

La educación para la paz tiene así un gran apoyo: la socio-emotividad. Es importante fortalecer la formación desde este enfoque, si lo que queremos es combatir el fenómeno de la violencia. Esa formación que debe ser para el niño, para el joven y para el adulto.

Las relaciones sociales e interpersonales serían de mayor calidad en la medida que los agentes de las mismas estén formados para convivir en un marco de armonía y respeto, valorando con ello las ventajas que deja a todos la paz.

El manejo de las emociones y la valoración del otro son determinantes para construir relaciones favorables para todos. La violencia aparece cuando estos aspectos, entre otros, no son importantes para las personas. Es necesario educar en ellos.

El enfoque socio-afectivo en educación es la respuesta a la necesidad de formar a las personas de manera integral, es decir, no sólo para que aprendan a hacer o a pensar, sino para que también aprendan a ser y a convivir.

Las relaciones sociales e interpersonales a veces son problemáticas, y ante los conflictos afloran sentimientos o emociones que de no saber manejarlos pueden generar actos de violencia. La educación socio-emotiva es aquella que forma al individuo en este sentido, para evitar violencia.

Hay que fortalecer la educación integral, la educación para la paz, la educación socio-emotiva. Es necesario un especial énfasis en las escuelas, pero también hace falta el eco en las familias y organismos de la comunidad. Toda la sociedad debería estar interesada en este enfoque, por el bien de todos.

Lamentablemente, la violencia se ha vuelto algo normal en nuestra sociedad, al grado que muchos ven en ella un recurso válido para resolver problemas o diferencias en el trato cotidiano con los demás. Crece la violencia lo mismo que la insensibilidad.

Frente al fenómeno de la violencia que tanto nos inquieta, la educación tiene el reto de formar individuos capaces de resolver pacíficamente los problemas. Surge así el enfoque socio-afectivo, en un contexto de crisis de las relaciones sociales e interpersonales.

¿Qué necesita aprender el individuo para contribuir a la paz y superar, junto a los otros, dicha crisis? Según el mencionado enfoque, necesitamos aprender a relacionarnos con respeto y tolerancia, con compromiso y empatía.

Pero también es necesario comprender la interdependencia que tenemos los integrantes de una comunidad. Las relaciones sociales son inevitables, y para evitar la violencia resulta necesario introducir en ellas la dimensión emocional de las personas.

Así, lo social y lo afectivo se constituyen en base para que las personas adquieran y desarrollen habilidades para una convivencia positiva, orientada por el bien común y por el respeto a la diversidad. Se trata, pues, de aprender a convivir, aprender a ser con los demás.

La educación para la paz tiene así un gran apoyo: la socio-emotividad. Es importante fortalecer la formación desde este enfoque, si lo que queremos es combatir el fenómeno de la violencia. Esa formación que debe ser para el niño, para el joven y para el adulto.

Las relaciones sociales e interpersonales serían de mayor calidad en la medida que los agentes de las mismas estén formados para convivir en un marco de armonía y respeto, valorando con ello las ventajas que deja a todos la paz.

El manejo de las emociones y la valoración del otro son determinantes para construir relaciones favorables para todos. La violencia aparece cuando estos aspectos, entre otros, no son importantes para las personas. Es necesario educar en ellos.

El enfoque socio-afectivo en educación es la respuesta a la necesidad de formar a las personas de manera integral, es decir, no sólo para que aprendan a hacer o a pensar, sino para que también aprendan a ser y a convivir.

Las relaciones sociales e interpersonales a veces son problemáticas, y ante los conflictos afloran sentimientos o emociones que de no saber manejarlos pueden generar actos de violencia. La educación socio-emotiva es aquella que forma al individuo en este sentido, para evitar violencia.

Hay que fortalecer la educación integral, la educación para la paz, la educación socio-emotiva. Es necesario un especial énfasis en las escuelas, pero también hace falta el eco en las familias y organismos de la comunidad. Toda la sociedad debería estar interesada en este enfoque, por el bien de todos.