/ martes 18 de febrero de 2020

Voluntad popular y envidia

“La envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual.” Unamuno


“El extremismo extremo (por ejemplo de una persona situada al borde de la extrema derecha o izquierda de una línea ideológica) resulta tener una personalidad dogmática. El interés extremo que acompaña a la participación extrema puede convertirse en un fanatismo rígido que perturba los procesos democráticos.” Giovanni Sartori. La sociedad mexicana dentro de su idiosincrasia policromática y de su cotidianidad, por siglos ha padecido encuentros socioeconómicos y políticos que han transformado a la nación entera. El proceso es constante y exige cada día una mayor presencia educativa, tanto cuantitativa, como cualitativamente. Lamentable que tal fenómeno no se da y la resultante es evidente: grandes capas de la población padecen de una marcada ignorancia de los conocimientos fundamentales de los elementos que constituyen una Nación.

La voluntad popular (participación ciudadana) tiene en la ignorancia y en la envidia, sus principales obstáculos para avanzar a la democracia, y lo anterior parece que no incumbe, a quienes conocedores de la realidad, eluden su responsabilidad en la transformación de una sólida formación de ciudadanos, conocedores de sus derechos y obligaciones. El avance del asistencialismo y del clientelismo electorero, de suyo, no aporta, ni aportará al progreso de ellos. “La educación permite que a la gente se le pueda dirigir con facilidad, pero no se le puede obligar; la gente educada es fácil de gobernar, pero es difícil de esclavizar.” Lord Brougham. El gobierno mantiene, a través de sus agentes, políticas públicas de engendran odios, encono, envidia y desprecio a la educación. ¡Claro que esas actitudes facciosas, están infectadas de ambición de poder! La praxis de la política mexicana, continúa siendo sectarista, al grado de dividir a la población en “los buenos” y “los malos”. Para desarrollar la voluntad popular se le debe despojar de medidas de presión social y política, es decir de los elementos citados renglones arriba y promover la educación y la cultura, sobre todo el conocimiento de la Constitución y las leyes que de ella emanan. Llegar al objetivo de lograr votos de mexicanos convencidos de que se lograrán los aspectos esenciales del proyecto de nación al que aspiramos y no a los caprichos y ocurrencias de un candidato o de un partido autoritario.

“La envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual.” Unamuno


“El extremismo extremo (por ejemplo de una persona situada al borde de la extrema derecha o izquierda de una línea ideológica) resulta tener una personalidad dogmática. El interés extremo que acompaña a la participación extrema puede convertirse en un fanatismo rígido que perturba los procesos democráticos.” Giovanni Sartori. La sociedad mexicana dentro de su idiosincrasia policromática y de su cotidianidad, por siglos ha padecido encuentros socioeconómicos y políticos que han transformado a la nación entera. El proceso es constante y exige cada día una mayor presencia educativa, tanto cuantitativa, como cualitativamente. Lamentable que tal fenómeno no se da y la resultante es evidente: grandes capas de la población padecen de una marcada ignorancia de los conocimientos fundamentales de los elementos que constituyen una Nación.

La voluntad popular (participación ciudadana) tiene en la ignorancia y en la envidia, sus principales obstáculos para avanzar a la democracia, y lo anterior parece que no incumbe, a quienes conocedores de la realidad, eluden su responsabilidad en la transformación de una sólida formación de ciudadanos, conocedores de sus derechos y obligaciones. El avance del asistencialismo y del clientelismo electorero, de suyo, no aporta, ni aportará al progreso de ellos. “La educación permite que a la gente se le pueda dirigir con facilidad, pero no se le puede obligar; la gente educada es fácil de gobernar, pero es difícil de esclavizar.” Lord Brougham. El gobierno mantiene, a través de sus agentes, políticas públicas de engendran odios, encono, envidia y desprecio a la educación. ¡Claro que esas actitudes facciosas, están infectadas de ambición de poder! La praxis de la política mexicana, continúa siendo sectarista, al grado de dividir a la población en “los buenos” y “los malos”. Para desarrollar la voluntad popular se le debe despojar de medidas de presión social y política, es decir de los elementos citados renglones arriba y promover la educación y la cultura, sobre todo el conocimiento de la Constitución y las leyes que de ella emanan. Llegar al objetivo de lograr votos de mexicanos convencidos de que se lograrán los aspectos esenciales del proyecto de nación al que aspiramos y no a los caprichos y ocurrencias de un candidato o de un partido autoritario.