/ jueves 9 de abril de 2020

¿Y los que menos tienen?

De la noche a la mañana, hemos entrado en una nueva era del aprendizajeAudrey Azoulay Directora General de a UNESCO


A menudo, como parte de un ejercicio común en las redes sociales, al compartir las opiniones, recibo frecuentemente comentarios de retroalimentación que sin duda fortalecen en mucho la visión desde la propia práctica profesional de muchas maestras y maestros de diferentes entidades de la República con quien sostengo importantes conversaciones sobre el momento en que vivimos.

Precisamente, a raíz del momento en que nos encontramos, se han desarrollado acciones para buscar que las niñas, niños y jóvenes puedan continuar adelante con sus aprendizajes, sin embargo, la situación económica, social, cultural y ahora sanitaria no permiten que, acciones que tradicionalmente han constituido una opción, se perfile como algo que sea posible de llevar a cabo, al menos no en estos momentos.

La educación superior no ha presentado mayores problemas, en virtud de que, desde hace un tiempo importante, las universidades, tecnológicos, escuelas normales, entre otros, se han venido desarrollando esfuerzos en la materia que permite que se resuelva la problemática. Al menos no he tenido que suspender ninguna sesión de clase con mis estudiantes de doctorado, ya que las sesiones, así como asesorías de dirección de tesis que antes eran presenciales, ahora se están llevando a cabo de manera virtual con un contacto y seguimiento personal de su proceso de desarrollo profesional, pero el problema no está ahí.

Sí lo es para el caso de la educación básica, como dijo Audrey Azoulay, directora general de la Unesco en días pasados, “de la noche a la mañana, hemos entrado en una nueva era del aprendizaje”, situación que nos exige como sociedad generar nuevos e innovadores modelos para la atención, fundamentalmente de niñas y niños cuyas posibilidades de acceso a determinadas tecnologías o redes de información no está disponible en estos momentos.

Como lo establece el propio Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés), en este momento los niños no conectados se están perdiendo recursos educativos y acceso a la información general, así como a las oportunidades para aprender aptitudes digitales, explorar amistades y establecer nuevas formas de autoexpresión y, más allá de ello, de los aprendizajes básicos que permitan brindarles las herramientas mínimas para su desarrollo social.

Las cifras que ofrecen las mismas instituciones gubernamentales no dejan lugar a duda en ello, pues de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), uno de cada dos hogares en México no tiene internet y la mitad de quienes sí tienen cuentan con una conexión deficiente, por lo que la brecha digital está muy lejos de dejar de representar un problema.

Hoy en día nuestra situación exige mayores esfuerzos para generar iniciativas en las que se piense en quienes menos tienen, y si los daton nos dicen que la mitad de los hogares no tienen acceso a internet, se debe de desarrollar una estrategia específica de atención y acompañamiento especial por otros medios, que permita que no crezca más la ya de por sí amplia brecha socioeconómica que nos distingue.

https://manuelnavarrow.com


De la noche a la mañana, hemos entrado en una nueva era del aprendizajeAudrey Azoulay Directora General de a UNESCO


A menudo, como parte de un ejercicio común en las redes sociales, al compartir las opiniones, recibo frecuentemente comentarios de retroalimentación que sin duda fortalecen en mucho la visión desde la propia práctica profesional de muchas maestras y maestros de diferentes entidades de la República con quien sostengo importantes conversaciones sobre el momento en que vivimos.

Precisamente, a raíz del momento en que nos encontramos, se han desarrollado acciones para buscar que las niñas, niños y jóvenes puedan continuar adelante con sus aprendizajes, sin embargo, la situación económica, social, cultural y ahora sanitaria no permiten que, acciones que tradicionalmente han constituido una opción, se perfile como algo que sea posible de llevar a cabo, al menos no en estos momentos.

La educación superior no ha presentado mayores problemas, en virtud de que, desde hace un tiempo importante, las universidades, tecnológicos, escuelas normales, entre otros, se han venido desarrollando esfuerzos en la materia que permite que se resuelva la problemática. Al menos no he tenido que suspender ninguna sesión de clase con mis estudiantes de doctorado, ya que las sesiones, así como asesorías de dirección de tesis que antes eran presenciales, ahora se están llevando a cabo de manera virtual con un contacto y seguimiento personal de su proceso de desarrollo profesional, pero el problema no está ahí.

Sí lo es para el caso de la educación básica, como dijo Audrey Azoulay, directora general de la Unesco en días pasados, “de la noche a la mañana, hemos entrado en una nueva era del aprendizaje”, situación que nos exige como sociedad generar nuevos e innovadores modelos para la atención, fundamentalmente de niñas y niños cuyas posibilidades de acceso a determinadas tecnologías o redes de información no está disponible en estos momentos.

Como lo establece el propio Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés), en este momento los niños no conectados se están perdiendo recursos educativos y acceso a la información general, así como a las oportunidades para aprender aptitudes digitales, explorar amistades y establecer nuevas formas de autoexpresión y, más allá de ello, de los aprendizajes básicos que permitan brindarles las herramientas mínimas para su desarrollo social.

Las cifras que ofrecen las mismas instituciones gubernamentales no dejan lugar a duda en ello, pues de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), uno de cada dos hogares en México no tiene internet y la mitad de quienes sí tienen cuentan con una conexión deficiente, por lo que la brecha digital está muy lejos de dejar de representar un problema.

Hoy en día nuestra situación exige mayores esfuerzos para generar iniciativas en las que se piense en quienes menos tienen, y si los daton nos dicen que la mitad de los hogares no tienen acceso a internet, se debe de desarrollar una estrategia específica de atención y acompañamiento especial por otros medios, que permita que no crezca más la ya de por sí amplia brecha socioeconómica que nos distingue.

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