/ domingo 26 de junio de 2022

¿Ya tocamos fondo? Asesinan a dos sacerdotes ante los ojos de Dios 

El crimen de dos sacerdotes jesuitas ante los ojos de Dios en una capilla de Cerocahui es clara muestra de la imparable ola de violencia e impunidad en México.

No hay respeto de la delincuencia a la investidura de dos curas que casi toda su vida atendieron a los más necesitados de la Sierra Tarahumara, es decir a los indígenas.

La Iglesia Católica no escapa de la creciente violencia, pues al menos siete sacerdotes han perdido la vida durante el actual gobierno.

Se trata de Javier Campos Morales, Joaquín César Mora Salazar, en Chihuahua; José Guadalupe Rivas en Baja California; José Guadalupe Popoca Soto, en Morelos; Juan Antonio Orozco Alvarado, en Durango; Gumersindo Cortés González, en Guanajuato, y Martín Guzmán Vega, en Tamaulipas. Con total impunidad.

La condena por la muerte violenta de los sacerdotes y un laico, el pasado lunes 20 de junio en el municipio de Urique, ha sido mundial, por supuesto incluyendo al papa Francisco, quien manifestó su consternación por “tantos asesinatos en México”.

“Expreso mi dolor por mis hermanos jesuitas”, dijo el pontífice al término de la audiencia general de los miércoles ante miles de fieles reunidos en la plaza de San Pedro del Vaticano.

Las autoridades federales y estatales prometieron “hacer justicia” por los asesinatos de los sacerdotes Javier Campos Morales, de 79 años, y Joaquín César Mora Salazar, de 80, y del guía de turistas Pedro Eliodoro Palma.

La Compañía de Jesús exigió justicia, la cual no ha llegado a pesar del gran despliegue de las fuerzas armadas en la región de Urique.

La Universidad Iberoamericana condenó el hecho sangriento y demandó la adopción de medidas de protección para salvaguardar la vida de los sacerdotes, personas religiosas y laicas, así como de toda la comunidad de la Sierra Tarahumara. Hoy los jesuitas afirman que no abandonan los templos a pesar del peligro.

También la Conferencia del Episcopado Mexicano externó su profundo dolor e indignación y dijo en su comunicado: “Los jesuitas no callaremos ante la realidad que lacera a toda la sociedad”.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH), Guillermo Fernández-Maldonado, enfatizó: “El asesinato de estos dos sacerdotes nos recuerda la situación de violencia extrema y vulnerabilidad que enfrentan las comunidades de la Sierra Tarahumara”.

De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en el año 2021 se registraron 33 mil 308 homicidios, después de los dos años más violentos de la historia, con 34 mil 690 víctimas en 2019 y 34 mil 554 en 2020. En 43 meses de administración se superan los 123 mil asesinatos.

Son datos contundentes del aumento de violencia, a pesar de esto la “Cuarta Transformación” no cambiará su estrategia contra la delincuencia, es decir seguirán los “abrazos y no balazos”.

Ante el asesinato de dos sacerdotes jesuitas en Cerocahui han surgido múltiples interrogantes en la población, como las siguientes: ¿Qué y quién sigue? ¿Ya tocamos fondo? ¿Es el punto de quiebre de la crisis de seguridad?. Y usted qué opinión tiene…

Nos puede seguir: twiter@palabrapropia

Antena Radio 102.5 FM, de lunes a viernes de 5 a 6 de la tarde.



El crimen de dos sacerdotes jesuitas ante los ojos de Dios en una capilla de Cerocahui es clara muestra de la imparable ola de violencia e impunidad en México.

No hay respeto de la delincuencia a la investidura de dos curas que casi toda su vida atendieron a los más necesitados de la Sierra Tarahumara, es decir a los indígenas.

La Iglesia Católica no escapa de la creciente violencia, pues al menos siete sacerdotes han perdido la vida durante el actual gobierno.

Se trata de Javier Campos Morales, Joaquín César Mora Salazar, en Chihuahua; José Guadalupe Rivas en Baja California; José Guadalupe Popoca Soto, en Morelos; Juan Antonio Orozco Alvarado, en Durango; Gumersindo Cortés González, en Guanajuato, y Martín Guzmán Vega, en Tamaulipas. Con total impunidad.

La condena por la muerte violenta de los sacerdotes y un laico, el pasado lunes 20 de junio en el municipio de Urique, ha sido mundial, por supuesto incluyendo al papa Francisco, quien manifestó su consternación por “tantos asesinatos en México”.

“Expreso mi dolor por mis hermanos jesuitas”, dijo el pontífice al término de la audiencia general de los miércoles ante miles de fieles reunidos en la plaza de San Pedro del Vaticano.

Las autoridades federales y estatales prometieron “hacer justicia” por los asesinatos de los sacerdotes Javier Campos Morales, de 79 años, y Joaquín César Mora Salazar, de 80, y del guía de turistas Pedro Eliodoro Palma.

La Compañía de Jesús exigió justicia, la cual no ha llegado a pesar del gran despliegue de las fuerzas armadas en la región de Urique.

La Universidad Iberoamericana condenó el hecho sangriento y demandó la adopción de medidas de protección para salvaguardar la vida de los sacerdotes, personas religiosas y laicas, así como de toda la comunidad de la Sierra Tarahumara. Hoy los jesuitas afirman que no abandonan los templos a pesar del peligro.

También la Conferencia del Episcopado Mexicano externó su profundo dolor e indignación y dijo en su comunicado: “Los jesuitas no callaremos ante la realidad que lacera a toda la sociedad”.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH), Guillermo Fernández-Maldonado, enfatizó: “El asesinato de estos dos sacerdotes nos recuerda la situación de violencia extrema y vulnerabilidad que enfrentan las comunidades de la Sierra Tarahumara”.

De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en el año 2021 se registraron 33 mil 308 homicidios, después de los dos años más violentos de la historia, con 34 mil 690 víctimas en 2019 y 34 mil 554 en 2020. En 43 meses de administración se superan los 123 mil asesinatos.

Son datos contundentes del aumento de violencia, a pesar de esto la “Cuarta Transformación” no cambiará su estrategia contra la delincuencia, es decir seguirán los “abrazos y no balazos”.

Ante el asesinato de dos sacerdotes jesuitas en Cerocahui han surgido múltiples interrogantes en la población, como las siguientes: ¿Qué y quién sigue? ¿Ya tocamos fondo? ¿Es el punto de quiebre de la crisis de seguridad?. Y usted qué opinión tiene…

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