Historia original, basada en el texto proporcionado por Adrián Berrios
El relato auténtico lo puedes encontrar en Facebook: Crónicas de Terror en Chihuahua
Voces de ultratumba, sombras y tragedia, eso es lo que la vieja Fundidora Ávalos guarda entre sus ya derruidos muros de lámina y ladrillo. Un siniestro lugar donde el fantasmal sonido del viento arrastra aún el eco de las infortunadas almas que en su interior quedaron atrapadas cuando de manera súbita, fueron arrancadas del plano terrenal.
Quienes se han adentrado a este lugar abandonado, cuentan que si te detienes un instante a escuchar el viento que silva entre los pasillos de la construcción, aun se alcanza a escuchar los gritos de los hombres que murieron mientras trabajaban en las instalaciones.
Se dice que fue en particular un incidente el que ocasionó la muerte de varios empleados, cuando el lugar ardió en llamas y estos murieron calcinados sin que se hable sobre repercusiones inmediatas contra los responsables.
Veladores que han trabajado en el lugar, señalan que es principalmente durante la noche, aunque no solo por este periodo, cuando la actividad paranormal aumenta y las almas en pena comienzan a rondar las instalaciones.
Amelia, la viuda de una de las víctimas del incendio, no pudo nunca resignarse a la muerte de su esposo. Luego de conocerse por casi cuatro años, finalmente se decidieron a dar el siguiente paso, pero a solo un par de años de ello, Rodrigo falleció en el lugar, dejando a su esposa destrozada y sin consuelo alguno.
Al enterarse de que la fundidora cerraría sus puertas, esperó pacientemente a que ello ocurriera, y llegado el día, contactó con una medium que habitaba en lo que antes se conocía como Ranchería Juárez, ubicada a solo un par de kilómetros de las instalaciones del complejo, para que la acompañara hasta el lugar; su intención era clara, tenía que contactar con el alma de su difunto esposo.
Para evadir al velador, ambas mujeres ingresaron a medianoche por la parte posterior de las instalaciones y se dirigieron directamente hacia el lugar donde se había generado el incendio cuando su esposo murió.
Para realizar el contacto con el espíritu de Rodrigo, Amelia había llevado consigo un par de zapatos de trabajo, que habían pertenecido a su esposo, y una camisa del uniforme de la fundidora. Allí, en medio de la más espesa penumbra, la medium comenzó el ritual que la contactaría con el alma del difunto...
Tras varios intentos sin éxito, de pronto la mirada de la mujer se tornó blanca y de su boca comenzaron a surgir extraños gargareos e intentos de palabras que parecían locuciones estranguladas. “Soy yo”, dijo finalmente la medium con una voz grabe que erizó los pelos de la interlocutora, pero su sorpresa fue desgarradora y espeluznante, pues cuando Amelia preguntó al espíritu cómo se encontraba, éste contestó "aún me estoy quemando”.
El horror la hizo retroceder y en ese momento la medium perdió contacto con el alma de Rodrigo, ante lo cual se apresuró a hacer volver en sí a una impactada Amelia que había quedado como petrificada al escuchar la espantosa respuesta. Los años pasaron y de estos hechos solo queda el relato de la mujer que albergó por unos instantes el alma de aquel hombre, pues la pobre Amelia moriría años más tarde sumida en una terrible depresión.
Hace apenas cinco años, durante la elaboración de un reportaje, a las instalaciones de la fundidora acudió un experto en metafísica y armonizador que, durante su visita llevó a cabo un ritual con fuego a fin de absorber todas las malas energías y el dolor que predomina en las viejas instalaciones, lo que ayudó a disminuir sonidos, voces y sombras, habiendo quedado todo documentado en video. Quizás ahora, tras la realización del ritual, el alma de Rodrigo, finalmente descansó en paz.
Sin embargo, aunque quizás los muertos ya están tranquilos, la contaminación que sigue generando el desperdicio que quedó al aire libre seguirá cobrando vidas y enfermando a los habitantes de las cercanías.
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