Historia original, basada en el texto proporcionado por Adrián Berrios
El relato auténtico lo puedes encontrar en Facebook: Crónicas de Terror en Chihuahua
Atrapada en el Hospital Central, una pequeña buscará por la eternidad a su madre; el alma de aquella niña vaga como un eco en un mausoleo que se repite noche tras noche, sin que el tiempo mismo pueda hacerle entender que ya no volverá a estar con ella. Quienes le han visto por los pasillos, afirman que aún lleva puesta la bata del nosocomio, misma con la que murió pidiendo a gritos ver a su mami. La fuerza con la que se aferró a la vida para poder estar esos últimos instantes con ella, quizás es la misma que la mantiene atada a este mundo, sin que se halla percatado siquiera, de que ya no pertenece a él.
Daniela llevó a su hija esa tarde luego de que su pequeña, Remedios, de solo seis años, cayera en cama con una terrible fiebre que le hizo sufrir convulsiones. De escasos recursos, la joven madre gastó casi un tercio de lo que tenía solo en el taxi hasta el Hospital Central, Mateo, el padre de la menor, justo ese día acababa de salir hacia los Estados Unidos para cruzar la frontera como “mojado” y poder enviar algo de dinero a su familia.
Daniela estaba sola en ese momento de necesidad, pues todos sus parientes o familiares residían en el municipio serrano de Bocoyna. Remedios fue ingresada de emergencia y se hizo todo lo posible por bajar la fiebre de la niña sin que el resultado fuera del todo bueno, pues la ciencia no puede curar lo que la magia enferma, y en este caso, una oscura intención, se encontraba detrás del padecimiento.
Para la joven era evidente, pues una espesa sombra había comenzado a seguirlas no hacía mucho tiempo atrás, previo a que la niña cayera enferma de gravedad. Aquel oscuro cuarto que rentaban dentro de una vieja vecindad se tornó en una infernal prisión para los tres; terrores nocturnos, sonidos y voces espectrales se habían convertido en el pan de cada día de la familia, hasta ese momento, cuando la siniestra voluntad que habitaba la vecindad, finalmente enfermó a Remedios.
Nunca se atrevió siquiera a mencionar algún detalle sobre aquella sombra que merodeaba el cuarto donde su hija estaba internada, nadie más parecía verla, pero al cabo de tres días, Daniela había notado que la niña parecía mejorar cada vez que aquella oscuridad se desvanecía. Estaba desesperada, no sabía qué hacer o a quién recurrir para liberar a su pequeña de la funesta presencia.
Por casi una semana se mantuvo junto a la niña, apenas se retiraba para ir al baño o asearse, tiempo en que las enfermeras del hospital se ofrecían para cuidar de su hija. Una mañana, la madre despertó al escuchar la risa de Remedios... la pesadilla había terminado, al menos eso pensó, pues al mirar incrédula hacia todos los rincones de la habitación, no pudo ver por ningún lado a la sombra. Remedios reía esa mañana con las bromas de la enfermera en turno, a diferencia de otros días, cuando la presencia desaparecía por unos minutos para luego aparecer de nuevo y hacer que la pequeña empeorara.
Luego de que el doctor la revisara, éste informó a la madre que, de no recaer en las próximas horas, ambas podrían salir del hospital. Esto llenó de alegría a Daniela, quien pidió unas monedas para telefonear a su esposo en los Estados Unidos y ponerlo al tanto de los detalles de lo que había sido aquella Odisea. Al volver a la habitación, una enfermera estaba sentada a su lado, y la niña conversaba con ella mientras abrazaba una pelota roja que le habían llevado como “regalo de despedida”.
El doctor se dirigió a Daniela y le entregó una receta que debía surtir para continuar con el tratamiento de Consuelo una vez fuera dada de alta, pues en ese momento, la medicina que requería no la tenían disponible en el hospital. La madre caminó esa tarde sin paraguas bajo la intensa y fría lluvia hasta la farmacia donde le indicaron que encontraría el tratamiento. Fue entonces, cuando justo antes de tocar la puerta del negocio, sintió una horrible sensación de vació en su pecho cuando miró de frente al ente que había enfermado a su hija... corrió tan aprisa como le fue posible para llegar hasta la habitación de Remedios, sin embargo, a su llegada, encontró solo un par de enfermeras llorando junto a la cama y a un doctor que cubría con una sábana blanca el pálido rostro de la infante.
La empleada del hospital narró más tarde a Daniela, que justo antes de morir, Remedios dijo que vio una sombra y comenzó a gritar que quería ver a su mamá... Hoy hay quienes aseguran haber visto deambular a la pequeña por los pasillos del Hospital Central, pidiendo que la lleven con su madre, sin embargo, otros afirman, que no se trata de aquella niña, sino de un ente de oscuridad haciéndose pasar por ella, para alimentarse del terror que ocasiona en quienes se han cruzado en su camino, quizás, el mismo espectro que le arrebató la vida a Remedios.
Facebook: Crónicas de Terror en Chihuahua