/ lunes 29 de marzo de 2021

Juan Gabriel Vásquez hurga en el pasado del cineasta Sergio Cabrera

El escritor colombiano cuenta la historia de América Latina a través de la vida del cineasta Sergio Cabrera en su novela Volver la vista atrás

Mirar al pasado, un acto genuino de memoria, es comprenderse a uno mismo en el presente, y es la literatura el mecanismo que permite mirar de frente a los antepasados y volver al tiempo anterior. Así lo considera el novelista Juan Gabriel Vásquez (Bogotá, 1973) quien en su más reciente novela Volver la vista atrás (Alfaguara) revuelca el pasado del cineasta colombiano Sergio Cabrera para conocerlo hoy y, al tiempo, comprender la condición actual de Colombia e incluso de Latinoamérica.

Para Vásquez la vida de su amigo cineasta sirve de pretexto para dar cuenta de la historia de América Latina en un momento crucial: cuando las ideologías y movimientos de los años 50 y 60 del siglo XX siguen ancladas al pensamiento presente. Entonces hurgar en los recuerdos de Cabrera no es hacer una biografía de él sino llevarlo como guía a un pasado más grande, el de una sociedad que lucha entre las revoluciones pasadas y el aparente progreso presente.

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“El pasado es un territorio muy misterioso que tiene la característica tan extraña que sólo podemos acceder a él contando historias, contando cuentos, lo que nos permite saber dónde estamos y es muy útil políticamente: la posibilidad de imponer la versión que les conviene del pasado es algo en que los políticos invierten mucho tiempo. La literatura es el lugar donde nosotros los ciudadanos tratamos de dar nuestra versión del pasado y es inmensamente necesario como decía Carlos Fuentes: ‘No hay futuro vivo con un pasado muerto’, reflexiona Vásquez en entrevista con El Sol de México.

El también autor de Las formas de las ruinas explica que Sergio Cabrera es su amigo desde hace tiempo y en sus charlas informales encontraba interesante su vida por los tintes políticos, por sus hazañas en la guerrilla colombiana y la relación ambigua con su padre Fausto Cabrera, actor de cine, televisión y teatro. En 2013, el cineasta vivió una crisis triple: la separación con su esposa, la muerte de su padre y el rechazo de Colombia de los acuerdos de paz.

“Entonces descubrí que su vida era mucho más que una gran aventura, su vida explicaba la influencia de las ideologías políticas en la vida privada, y es lo que siempre he tratado de hacer en mis libros, todos mis libros de alguna manera tratan de contar ese espacio en el que las vidas privadas se ven arrastradas por los grandes movimientos de la historia”, añade el ganador del Premio Alfaguara de Novela 2011.

La novela comienza cuando la Filmoteca de Cataluña invita a Sergio Cabrera a una retrospectiva de su obra. Ese acto de mirar su trabajo anterior lo lleva por el pasado personal que reflexiona sobre quien es hoy. Sobre su decisión de entrar a la guerrilla colombiana en 1969, con sólo 19 años de edad, más que una opción personal fue un actoimpulsado por su tío abuelo quien peleó con los republicanos en la Guerra Civil Española o cuando Fausto Cabrera, su padre, pasó hambre en República Dominicana huyendo de la revolución.

“Todos esos momentos del pasado de su familia habían provocado de alguna manera sus decisiones en su vida y a mi ese legado de la historia, esa manera que tiene la historia de nuestros antepasados de moldear nuestras vidas presentes me dejó muy impresionado”, afirma Vásquez.

En la novela Fausto Cabrera tiene un papel fundamental, pues influye, directa o indirectamente en el cineasta. Desde su vida personal y profesional hasta su actos públicos y políticos, como su participación en la guerrilla colombiana. El escritor afirma que el actor español radicado en Colombia llevó a toda su familia al cumplimiento de su misión personal: hacer la revolución. Y ese acto extremista trastornó la vida de Sergio Cabrera.

Si bien Vásquez dio el mismo trato literario a su amigo que a cualquier otro personaje político de sus novelas anteriores, confiesa que lo más complejo de escribirla fue “meterse en la piel” del protagonista. Lo logró, dice, a partir de pensar, actuar y sentir desde la perspectiva del cineasta, no desde afuera; como si él fuera el propio Sergio Cabrera en un momento que ve derrumbada su vida.

“La ficción es el acto de imaginar ser otra persona, meterme en la piel, en los zapatos, en los sentimientos, en la moralidad de otra persona y ver el mundo desde allí, esa es la dificultad realmente al escribir, vivir desde el punto de Sergio Cabrera. Por eso defiendo que mi novela es tal cual un acto de imaginación y lo que hice con ellos es idéntico a lo que he hecho con otros personajes históricos”, concluye.

Mirar al pasado, un acto genuino de memoria, es comprenderse a uno mismo en el presente, y es la literatura el mecanismo que permite mirar de frente a los antepasados y volver al tiempo anterior. Así lo considera el novelista Juan Gabriel Vásquez (Bogotá, 1973) quien en su más reciente novela Volver la vista atrás (Alfaguara) revuelca el pasado del cineasta colombiano Sergio Cabrera para conocerlo hoy y, al tiempo, comprender la condición actual de Colombia e incluso de Latinoamérica.

Para Vásquez la vida de su amigo cineasta sirve de pretexto para dar cuenta de la historia de América Latina en un momento crucial: cuando las ideologías y movimientos de los años 50 y 60 del siglo XX siguen ancladas al pensamiento presente. Entonces hurgar en los recuerdos de Cabrera no es hacer una biografía de él sino llevarlo como guía a un pasado más grande, el de una sociedad que lucha entre las revoluciones pasadas y el aparente progreso presente.

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“El pasado es un territorio muy misterioso que tiene la característica tan extraña que sólo podemos acceder a él contando historias, contando cuentos, lo que nos permite saber dónde estamos y es muy útil políticamente: la posibilidad de imponer la versión que les conviene del pasado es algo en que los políticos invierten mucho tiempo. La literatura es el lugar donde nosotros los ciudadanos tratamos de dar nuestra versión del pasado y es inmensamente necesario como decía Carlos Fuentes: ‘No hay futuro vivo con un pasado muerto’, reflexiona Vásquez en entrevista con El Sol de México.

El también autor de Las formas de las ruinas explica que Sergio Cabrera es su amigo desde hace tiempo y en sus charlas informales encontraba interesante su vida por los tintes políticos, por sus hazañas en la guerrilla colombiana y la relación ambigua con su padre Fausto Cabrera, actor de cine, televisión y teatro. En 2013, el cineasta vivió una crisis triple: la separación con su esposa, la muerte de su padre y el rechazo de Colombia de los acuerdos de paz.

“Entonces descubrí que su vida era mucho más que una gran aventura, su vida explicaba la influencia de las ideologías políticas en la vida privada, y es lo que siempre he tratado de hacer en mis libros, todos mis libros de alguna manera tratan de contar ese espacio en el que las vidas privadas se ven arrastradas por los grandes movimientos de la historia”, añade el ganador del Premio Alfaguara de Novela 2011.

La novela comienza cuando la Filmoteca de Cataluña invita a Sergio Cabrera a una retrospectiva de su obra. Ese acto de mirar su trabajo anterior lo lleva por el pasado personal que reflexiona sobre quien es hoy. Sobre su decisión de entrar a la guerrilla colombiana en 1969, con sólo 19 años de edad, más que una opción personal fue un actoimpulsado por su tío abuelo quien peleó con los republicanos en la Guerra Civil Española o cuando Fausto Cabrera, su padre, pasó hambre en República Dominicana huyendo de la revolución.

“Todos esos momentos del pasado de su familia habían provocado de alguna manera sus decisiones en su vida y a mi ese legado de la historia, esa manera que tiene la historia de nuestros antepasados de moldear nuestras vidas presentes me dejó muy impresionado”, afirma Vásquez.

En la novela Fausto Cabrera tiene un papel fundamental, pues influye, directa o indirectamente en el cineasta. Desde su vida personal y profesional hasta su actos públicos y políticos, como su participación en la guerrilla colombiana. El escritor afirma que el actor español radicado en Colombia llevó a toda su familia al cumplimiento de su misión personal: hacer la revolución. Y ese acto extremista trastornó la vida de Sergio Cabrera.

Si bien Vásquez dio el mismo trato literario a su amigo que a cualquier otro personaje político de sus novelas anteriores, confiesa que lo más complejo de escribirla fue “meterse en la piel” del protagonista. Lo logró, dice, a partir de pensar, actuar y sentir desde la perspectiva del cineasta, no desde afuera; como si él fuera el propio Sergio Cabrera en un momento que ve derrumbada su vida.

“La ficción es el acto de imaginar ser otra persona, meterme en la piel, en los zapatos, en los sentimientos, en la moralidad de otra persona y ver el mundo desde allí, esa es la dificultad realmente al escribir, vivir desde el punto de Sergio Cabrera. Por eso defiendo que mi novela es tal cual un acto de imaginación y lo que hice con ellos es idéntico a lo que he hecho con otros personajes históricos”, concluye.

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