/ sábado 7 de septiembre de 2019

Un verdadero candidato

Convencida de que lo único que nos puede sacar adelante incluso en política es el aprendizaje, querido lector, lectora, le traigo dos definiciones urgentes en estos días, la primera es ¿Qué es un candidato populista? Y la segunda ¿Qué es un verdadero candidato?

Un candidato populista proclama tres características especiales en sus discursos:

1.- Primero los pobres, 2.-Todo es culpa de los ricos, 3.- Yo les quito a los ricos y les doy a los pobres.

Y está bien cómo suena, pero a qué costo, porque si usted vive en Infonavit Nacional y tiene la mejor casa, usted es un rico para los demás, o si recién compró un carro y sus vecinos andan en bicicleta, usted es un rico para los demás, o si su hijo le ha regalado un caballo y los demás sólo tienen burros, usted es un rico para los demás.

Los populistas la agarran contra las clases altas, razas o color de piel, y las culpan de los sufrimientos del pueblo surgen justo cuando la gente de medio pelo quiere un cambio y explotan esto hasta el cansancio.

El populismo no es nuevo; Hitler, el presidente alemán, es el mejor ejemplo, los alemanes de clase baja votaron por él cuando un litro de leche valía 8,600 marcos y no había trabajo; en ese ambiente de locura surgió este líder, del Partido Nacional Socialista Obrero; cheque este nombre: nacional, socialista y obrero, que luego elaboró una ley y le puso el rimbombante nombre de Ley para Remediar la Angustia del Pueblo, sí, escuchó bien: ley para remediar las angustias del pueblo, y sí que les esperaban angustias porque empezaron a hacer los temibles campos de concentración donde morirían 6 millones de alemanes judíos. Eso sí, Hitler, no le echó la culpa a los ricos, ni a la mafia del poder, sino a los judíos; así que fíjese usted de lo que es capaz un populista en nombre del pueblo. Alemania, liderada por el populista Hitler, en diez años destrozó a su propio país y parte de Europa. Nadie ha pagado más caro votar por un populista.

La experiencia populista en América Latina es amplia, Salvador Allende en Chile, Alan García en Perú, Evo Morales en Bolivia, Daniel Ortega en Nicaragua, Lula Da Silva en Brasil y Hugo Chávez en Venezuela, todos con mucha sangre derramada y gracias a la ignorancia electoral de su pueblo. Todos utilizaron la frase (que tal vez le robaron a Pedro infante en aquellos viejos melodramones): “Nosotros los pobres y ustedes los ricos”.

Sin embargo, estos líderes con tiempo demostraron que los pobres los tenían sin cuidado y al pueblo le fue peor que nunca porque de la pobreza se pasó a las matanzas o al desorden social con el fin de sostener un régimen dictatorial, porque no sé qué tienen los presidentes populistas que se convierten en dictadores, o más bien si lo sé: se creen Dios.

El que no conoce la historia la repite, conozcámosla pues, estimados lectores, informémonos, si vemos mucha televisión pues usémosla a nuestro favor viendo esas series históricas de los países que cayeron subyugados por un populista. Muchos de nosotros votamos por la emoción más que por el razonamiento y si tenemos escasa educación política nos aferramos a lo que parece o que nos late, pero hay que saber que ese latido nos lo provoca la mercadotecnia pagada con muchos millones; millones que tal vez provengan del narcotráfico.

Le recuerdo que la verdad nos hará libres y es cierto que un populista forma su discurso prometiendo sacar a los pobres de pobres y a los ricos de ricos.

Y en contraparte aprendamos que un candidato verdadero es aquel que promete, simplemente, educar a las clases bajas para empoderarlas y con ello mejorar su calidad de vida y salir, por ellos mismos, de la pobreza extrema.

Sólo así mejoraría México.


namasté

www.silviagonzalez.com.mx

Convencida de que lo único que nos puede sacar adelante incluso en política es el aprendizaje, querido lector, lectora, le traigo dos definiciones urgentes en estos días, la primera es ¿Qué es un candidato populista? Y la segunda ¿Qué es un verdadero candidato?

Un candidato populista proclama tres características especiales en sus discursos:

1.- Primero los pobres, 2.-Todo es culpa de los ricos, 3.- Yo les quito a los ricos y les doy a los pobres.

Y está bien cómo suena, pero a qué costo, porque si usted vive en Infonavit Nacional y tiene la mejor casa, usted es un rico para los demás, o si recién compró un carro y sus vecinos andan en bicicleta, usted es un rico para los demás, o si su hijo le ha regalado un caballo y los demás sólo tienen burros, usted es un rico para los demás.

Los populistas la agarran contra las clases altas, razas o color de piel, y las culpan de los sufrimientos del pueblo surgen justo cuando la gente de medio pelo quiere un cambio y explotan esto hasta el cansancio.

El populismo no es nuevo; Hitler, el presidente alemán, es el mejor ejemplo, los alemanes de clase baja votaron por él cuando un litro de leche valía 8,600 marcos y no había trabajo; en ese ambiente de locura surgió este líder, del Partido Nacional Socialista Obrero; cheque este nombre: nacional, socialista y obrero, que luego elaboró una ley y le puso el rimbombante nombre de Ley para Remediar la Angustia del Pueblo, sí, escuchó bien: ley para remediar las angustias del pueblo, y sí que les esperaban angustias porque empezaron a hacer los temibles campos de concentración donde morirían 6 millones de alemanes judíos. Eso sí, Hitler, no le echó la culpa a los ricos, ni a la mafia del poder, sino a los judíos; así que fíjese usted de lo que es capaz un populista en nombre del pueblo. Alemania, liderada por el populista Hitler, en diez años destrozó a su propio país y parte de Europa. Nadie ha pagado más caro votar por un populista.

La experiencia populista en América Latina es amplia, Salvador Allende en Chile, Alan García en Perú, Evo Morales en Bolivia, Daniel Ortega en Nicaragua, Lula Da Silva en Brasil y Hugo Chávez en Venezuela, todos con mucha sangre derramada y gracias a la ignorancia electoral de su pueblo. Todos utilizaron la frase (que tal vez le robaron a Pedro infante en aquellos viejos melodramones): “Nosotros los pobres y ustedes los ricos”.

Sin embargo, estos líderes con tiempo demostraron que los pobres los tenían sin cuidado y al pueblo le fue peor que nunca porque de la pobreza se pasó a las matanzas o al desorden social con el fin de sostener un régimen dictatorial, porque no sé qué tienen los presidentes populistas que se convierten en dictadores, o más bien si lo sé: se creen Dios.

El que no conoce la historia la repite, conozcámosla pues, estimados lectores, informémonos, si vemos mucha televisión pues usémosla a nuestro favor viendo esas series históricas de los países que cayeron subyugados por un populista. Muchos de nosotros votamos por la emoción más que por el razonamiento y si tenemos escasa educación política nos aferramos a lo que parece o que nos late, pero hay que saber que ese latido nos lo provoca la mercadotecnia pagada con muchos millones; millones que tal vez provengan del narcotráfico.

Le recuerdo que la verdad nos hará libres y es cierto que un populista forma su discurso prometiendo sacar a los pobres de pobres y a los ricos de ricos.

Y en contraparte aprendamos que un candidato verdadero es aquel que promete, simplemente, educar a las clases bajas para empoderarlas y con ello mejorar su calidad de vida y salir, por ellos mismos, de la pobreza extrema.

Sólo así mejoraría México.


namasté

www.silviagonzalez.com.mx