Domingo Luz Gamboa García, se ha dedicado durante más de dos décadas a criar reptiles y anfibios, siguiendo su vocación de Químico Bacteriólogo, carrera de la que acreditó algunas materias por la Universidad Autónoma de Chihuahua, y la University of Texas at El Paso, donde además realizó estudios de posgrado de las maestrías en Maestría invertebrados y anfibios, embriología y crótalos.
“Cuando entras con esos animales, es otro mundo que desconocía; algo bastante diferente a lo que estaba acostumbrado con animales domésticos, porque generalmente las personas que son entusiastas, comienzan con una especie, se van haciendo avanzados, y llega un punto en el que brincan de una especie a otra, que te va a llevar a otra, y terminas convertido en el típico niño que siempre jugó con dinosaurios, pero ahora, con dinosauritos vivos”, compartió.
Domingo Luz, comentó que la primera mascota poco común que tuvo fue una tarántula, a la que después, le buscó pareja, y cuidó el proceso de procreación. Luego continuó con escorpiones, con vinagrones y de ahí a ciempiés. Luego, hay un efecto colateral, porque tuvo que hacer un cultivo de grillos y de cucarachas, para poder alimentar a toda la colonia.
Siguió la inquietud, de brincar de arácnidos a serpientes, y posteriormente, a iguanas, y de ahí, a lagartos más grandes.
“Llegó el momento en que tenía 56 vitrinas, en las que tenía en uno solo, la pareja, o hasta varios; cuando en el punto de mayor población, contabilizaba a 82 tarántulas en separadores. El proceso fue, conseguir una de una especie, y luego conseguir la pareja, y llega el momento en que las traté de aparear, y luego separarlas todas. Con los reptiles, tuve que conseguir mi incubadora especial para huevos, porque hay que darles calor de manera artificial. Como son animales de sangre fría, se crea un micro clima con lámparas de determinado voltaje y placas térmicas, para que en invierno no se congelen”, mencionó, como parte de las necesidades especiales de esta especie poco común para ser criada como doméstica.
Sobre la inversión, Domingo Luz explicó que el mantenimiento es bastante caro, porque hay que hacer un acondicionamiento para cada uno de los animales; tanto, que terminó por alterar toda su casa para hacer un bioma artificial, adecuando luces, temperaturas y espacios para que pudieran vivir y desarrollarse plenamente.
“Tengo muchas picaduras, no sé cuántas tengo. Tenía mi propio laboratorio con antibióticos. Fueron 20 años en los que permanecí haciendo eso”, refirió, al señalar que desconoce exactamente cuántas veces fue picado o mordido por alguno de sus ejemplares.
Compartió que al principio su familia sí protestó por los cambios que implementó en su casa, pero al final, se amoldaron a decir que ya no era una casa para vivir, sino una granja de reproducción.
A pesar de los escalofriantes que pudieran resultar los invertebrados y anfibios, la pasión que manifiesta Domingo Luz por el cuidado, desarrollo y crianza de nuevos ejemplares de este tipo de fauna, sorprende a sus allegados, y si bien, no llegan a compartir sus gustos por vivir bajo el mismo techo de estos animales, sí genera admiración y respeto por una de las ramas de las especies más fascinantes de la naturaleza.
