/ viernes 29 de octubre de 2021

Empresarios & Sociedad: Misiones coloniales: cultura y capital de largo plazo

Se trata de uno de los proyectos de mayor profundidad para el atesoramiento de la cultura y la identidad chihuahuenses

Uno de los proyectos de mayor profundidad para el atesoramiento de la cultura y la identidad chihuahuenses, es el de las Misiones Coloniales, cometido de largo aliento que inició en el año 2000 y que, como muchos otros proyectos culturales, fue liderado por don Federico Terrazas. La apropiación común mediante la preservación del patrimonio histórico ennoblece y arraiga a quienes vivimos en estas latitudes. (Agradezco a Marisa Licón por sus comentarios.)

El inicio.

A fines de los años 90, Karla Muñoz Alcocer regresó a Chihuahua después de realizar estudios en el extranjero sobre conservación de inmuebles antiguos y, a partir de un estudio de los edificios coloniales en el interior del estado de Chihuahua que había realizado el INAH, llamó la atención de la comunidad chihuahuense sobre la importancia de restaurar esos inmuebles históricos para salvaguardar y acrecentar la identidad de nuestra tierra.

En el emblemático año 2000, 26 empresarios acometieron el reto: Cristina Alcocer Palacio, Norma Almeida García, Luisa Cano Ricaud, Jacobo Ayub Touché, Ricardo Ayub Touché, Ricardo Aziz Nassif, José Luis Barraza González, Jaime Creel Sisniega(+) Jorge Cruz Russek, Federico Elías Madero, Benito Fernández Iturriza, Miguel González Lardizábal, Arturo Hernández Valenzuela (+), Samuel Gustavo Kalisch Valdez, Álvaro Madero Muñoz, Carlos Muñoz Olea (+), Francisco Muñoz Ruiz de la Peña, Julio Picard Muñoz (+) Alonso Ramos Vaca, Ivonne Sandoval Almeida, Enrique G. Terrazas Torres, Eduardo Touché Hernández, Gloria Valles Hicks (+), Eloy S. Vallina Lagüera y Don Federico Terrazas Torres.

Al principio se contó con el apoyo de instituciones de corte internacional y nacional, como el Instituto Smithsonian, la Fundación Paul Getty, la Iglesia Católica y el Instituto Nacional de Antropología e Historia, para respaldar el trabajo de los consejeros. Pero, por adversidades del destino, el ataque a las torres gemelas en septiembre de 2001, vino a minar el apoyo de estas organizaciones internacionales. No obstante, el impulso original se mantuvo.

Francisco Muñoz Ruiz de la Peña. Foto: Cortesía | Marisa Licón de Misiones Culturales

El universo de intervención.

El estado de muchos templos que datan de los siglos XVII y XVIII en el espacio chihuahuense, estaba descuidado y, poco a poco, sufría de mayores decaimientos y graves extracciones. Cuadros, adornos y figuras piadosas eran objeto de saqueo y/o maltrato. Algunos habitantes de la sierra, se referían añorantes a la ausencia de “aquellos santos que nos conocen”. La alternativa era, o rescatar y enriquecer el pasado o dejarlo erosionarse con el tiempo.

El universo de la intervención de las Misiones Coloniales, asciende a más de 250 inmuebles, ya sean templos, santuarios, oratorios, ermitas o capillas, fincadas en haciendas, poblaciones o en ciudades. El programa parte de la red de recintos de culto que trazaron los misioneros jesuitas y franciscanos, como leemos en Misiones De Chihuahua: Siglos XVII y XVIII, trabajo de Zacarías Márquez Terrazas.

El INAH registra que el estado de Chihuahua es el que más edificaciones religiosas tiene de cuño franciscano y jesuita. No obstante que las misiones franciscanas se levantaron en espacios planos del llano chihuahuense, y que las jesuitas se erigieron en las intrincadas cuencas de la sierra, las franciscanas han sufrido un mayor deterioro que las jesuitas. Sin embargo la tarea va más allá de los recintos católicos e incluye edificios más recientes, como el templo bautista de la Trinidad de la capital.

Aspectos del programa.

Se comenzó con la atención de 20 inmuebles, bajo un programa por etapas de acuerdo con las necesidades específicas de cada uno. El concepto incluye, previamente, el estudio histórico cultural de la región que alberga cada reciento. Paulatinamente, y después de 18 años, hasta la muerte de don Federico, los planes han ido incluyendo 50 edificios para habilitar, localizados en 30 de los 67 municipios del Estado.

En el trabajo de restauración y de habilitación al público de los sitios atendidos, se han sumado expertos como Jorge Carrera y Dizán Vázquez, los alcaldes, el gobierno estatal y la propia comunidad, ya que entre los objetivos siempre se consideró la apropiación de los vecinos para arraigar su identidad, así como el desarrollo de una vertiente económica turística de mercados locales, integrados mediante rutas estatales.

Karla Muñoz Alcocer. Foto: Cortesía | Marisa Licón de Misiones Culturales

Algunos logros palpables.

Los anhelados objetivos no se han hecho esperar demasiado tiempo, no obstante que, de suyo, el reto se plantea a muy largo plazo. Así, Batopilas, por ejemplo, es hoy un espacio integrado. El templo recupera la “plateada” historia de la plaza y la proyecta en el presente de todos los chihuahuenses. Satevó, en el centro sur del Estado, luce sus cuatro templos de la población e, igualmente, muestra un conjunto armónico ante los visitantes.

Al oriente de la capital, en Aldama, se ha configurado un paseo de una jornada por acequias y capillas ubicadas en la traza urbana. Por otra parte, en Santa María de Cuevas, se ha logrado recuperar la nave del templo, así como lo que se conoce como “retablo en perspectiva”, que en realidad es una pintura que imita las formas de un retablo barroco, según nos explica Clara Bargellini en el libro Marcos de veneración: los retablos virreinales de Chihuahua.

Horizonte del santuario chihuahuense.

En los últimos tres años, Francisco Muñoz Ruiz de la Peña ha encabezado el Consejo. El horizonte de las tareas de restauración se extiende como el propio territorio chihuahuense. Es un empeño de generaciones el que requiere esta noble empresa. Puede pasar una generación en reconstruir un oratorio, más aún que el tiempo que llevó en edificarlo en un principio. El alma de un pueblo se construye lentamente y es un empeño colectivo.

En ese sentido, el reto de las Misiones Coloniales no busca conservar las ruinas de un pasado solamente, sino montar los cimientos de una civilización fuerte para un futuro próximo. Invierte en el negocio de la generación de la cultura, un capital que se atesora poco a poco, pero que rinde grandes réditos, por mucho tiempo y para una colectividad sobria y diligente.

Uno de los proyectos de mayor profundidad para el atesoramiento de la cultura y la identidad chihuahuenses, es el de las Misiones Coloniales, cometido de largo aliento que inició en el año 2000 y que, como muchos otros proyectos culturales, fue liderado por don Federico Terrazas. La apropiación común mediante la preservación del patrimonio histórico ennoblece y arraiga a quienes vivimos en estas latitudes. (Agradezco a Marisa Licón por sus comentarios.)

El inicio.

A fines de los años 90, Karla Muñoz Alcocer regresó a Chihuahua después de realizar estudios en el extranjero sobre conservación de inmuebles antiguos y, a partir de un estudio de los edificios coloniales en el interior del estado de Chihuahua que había realizado el INAH, llamó la atención de la comunidad chihuahuense sobre la importancia de restaurar esos inmuebles históricos para salvaguardar y acrecentar la identidad de nuestra tierra.

En el emblemático año 2000, 26 empresarios acometieron el reto: Cristina Alcocer Palacio, Norma Almeida García, Luisa Cano Ricaud, Jacobo Ayub Touché, Ricardo Ayub Touché, Ricardo Aziz Nassif, José Luis Barraza González, Jaime Creel Sisniega(+) Jorge Cruz Russek, Federico Elías Madero, Benito Fernández Iturriza, Miguel González Lardizábal, Arturo Hernández Valenzuela (+), Samuel Gustavo Kalisch Valdez, Álvaro Madero Muñoz, Carlos Muñoz Olea (+), Francisco Muñoz Ruiz de la Peña, Julio Picard Muñoz (+) Alonso Ramos Vaca, Ivonne Sandoval Almeida, Enrique G. Terrazas Torres, Eduardo Touché Hernández, Gloria Valles Hicks (+), Eloy S. Vallina Lagüera y Don Federico Terrazas Torres.

Al principio se contó con el apoyo de instituciones de corte internacional y nacional, como el Instituto Smithsonian, la Fundación Paul Getty, la Iglesia Católica y el Instituto Nacional de Antropología e Historia, para respaldar el trabajo de los consejeros. Pero, por adversidades del destino, el ataque a las torres gemelas en septiembre de 2001, vino a minar el apoyo de estas organizaciones internacionales. No obstante, el impulso original se mantuvo.

Francisco Muñoz Ruiz de la Peña. Foto: Cortesía | Marisa Licón de Misiones Culturales

El universo de intervención.

El estado de muchos templos que datan de los siglos XVII y XVIII en el espacio chihuahuense, estaba descuidado y, poco a poco, sufría de mayores decaimientos y graves extracciones. Cuadros, adornos y figuras piadosas eran objeto de saqueo y/o maltrato. Algunos habitantes de la sierra, se referían añorantes a la ausencia de “aquellos santos que nos conocen”. La alternativa era, o rescatar y enriquecer el pasado o dejarlo erosionarse con el tiempo.

El universo de la intervención de las Misiones Coloniales, asciende a más de 250 inmuebles, ya sean templos, santuarios, oratorios, ermitas o capillas, fincadas en haciendas, poblaciones o en ciudades. El programa parte de la red de recintos de culto que trazaron los misioneros jesuitas y franciscanos, como leemos en Misiones De Chihuahua: Siglos XVII y XVIII, trabajo de Zacarías Márquez Terrazas.

El INAH registra que el estado de Chihuahua es el que más edificaciones religiosas tiene de cuño franciscano y jesuita. No obstante que las misiones franciscanas se levantaron en espacios planos del llano chihuahuense, y que las jesuitas se erigieron en las intrincadas cuencas de la sierra, las franciscanas han sufrido un mayor deterioro que las jesuitas. Sin embargo la tarea va más allá de los recintos católicos e incluye edificios más recientes, como el templo bautista de la Trinidad de la capital.

Aspectos del programa.

Se comenzó con la atención de 20 inmuebles, bajo un programa por etapas de acuerdo con las necesidades específicas de cada uno. El concepto incluye, previamente, el estudio histórico cultural de la región que alberga cada reciento. Paulatinamente, y después de 18 años, hasta la muerte de don Federico, los planes han ido incluyendo 50 edificios para habilitar, localizados en 30 de los 67 municipios del Estado.

En el trabajo de restauración y de habilitación al público de los sitios atendidos, se han sumado expertos como Jorge Carrera y Dizán Vázquez, los alcaldes, el gobierno estatal y la propia comunidad, ya que entre los objetivos siempre se consideró la apropiación de los vecinos para arraigar su identidad, así como el desarrollo de una vertiente económica turística de mercados locales, integrados mediante rutas estatales.

Karla Muñoz Alcocer. Foto: Cortesía | Marisa Licón de Misiones Culturales

Algunos logros palpables.

Los anhelados objetivos no se han hecho esperar demasiado tiempo, no obstante que, de suyo, el reto se plantea a muy largo plazo. Así, Batopilas, por ejemplo, es hoy un espacio integrado. El templo recupera la “plateada” historia de la plaza y la proyecta en el presente de todos los chihuahuenses. Satevó, en el centro sur del Estado, luce sus cuatro templos de la población e, igualmente, muestra un conjunto armónico ante los visitantes.

Al oriente de la capital, en Aldama, se ha configurado un paseo de una jornada por acequias y capillas ubicadas en la traza urbana. Por otra parte, en Santa María de Cuevas, se ha logrado recuperar la nave del templo, así como lo que se conoce como “retablo en perspectiva”, que en realidad es una pintura que imita las formas de un retablo barroco, según nos explica Clara Bargellini en el libro Marcos de veneración: los retablos virreinales de Chihuahua.

Horizonte del santuario chihuahuense.

En los últimos tres años, Francisco Muñoz Ruiz de la Peña ha encabezado el Consejo. El horizonte de las tareas de restauración se extiende como el propio territorio chihuahuense. Es un empeño de generaciones el que requiere esta noble empresa. Puede pasar una generación en reconstruir un oratorio, más aún que el tiempo que llevó en edificarlo en un principio. El alma de un pueblo se construye lentamente y es un empeño colectivo.

En ese sentido, el reto de las Misiones Coloniales no busca conservar las ruinas de un pasado solamente, sino montar los cimientos de una civilización fuerte para un futuro próximo. Invierte en el negocio de la generación de la cultura, un capital que se atesora poco a poco, pero que rinde grandes réditos, por mucho tiempo y para una colectividad sobria y diligente.

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