Tomás Valles Vivar es otro ejemplo de empresario solidario que innovó en el ámbito de la cultura chihuahuense con la creación del premio que lleva su nombre, pues sirvió de ejemplo para otros galardones y fijó un canon cultural para Chihuahua. Con ello, forma parte de un grupo selecto de grandes jefes de empresa que han abonado al enriquecimiento del capital cultural de nuestra comunidad.
Inicios.
Nacido en Camargo al despuntar el siglo pasado, en su adolescencia Tomás Valles se avecindó en Parral, animada plaza comercial y eje de las correrías de Doroteo Arango. Enrique Valles, su nieto, nos recuerda que el jefe revolucionario, al ver su talante, le pidió ir al Paso, Texas, a traerle unas llantas. Cumplido el servicio y con su confianza ganada, le ofreció “ponerle una tienda enfrente” a la “Villa de Grado”, el mayor centro comercial de entonces. De ese modo Tomás Valles se inició como empresario.
A ese almacén le siguió una ferretería y, más tarde, una agencia de automóviles, de las primeras en el Estado, que significó un avance importante en el mundo de los negocios. Debido a sus relaciones, se abrió puertas en el sector de la política. Ya en 1940, en medio de la primera crisis electoral de la época, los chihuahuenses acordaron llevar al parralense y ex “terracista” Alfredo Chávez Amparán al gobierno del Estado, el cual invitó a Tomás Valles a acompañarlo a cargo del erario estatal.
Alto funcionario y hombre de negocios.
Tomás Valles ya era un destacado hombre de negocios cuando se hizo un excelente político. Su trato fino y franco le abrieron puertas en ambos mundos complejos de por sí cada uno. Asumió varios puestos de muy alto nivel que nos recuerdan otros grandes funcionarios chihuahuenses a nivel federal como Antonio J. Bermúdez y Antonio Ortiz Mena. Fue director de Ferrocarriles Nacionales en los años 40 y de la Compañía Exportadora e Importadora Mexicana, en los 50.
Su estancia en la ciudad de México, que se prolongó por sus cargos de elección popular (primero diputado federal y senador más tarde), le permitió participar en dos empresas deportivas de gran calado: la Monumental Plaza de Toros México, la más grande del mundo y actualmente en riesgo de cerrar de manera definitiva. También participó en el despegue del amado y odiado club de fútbol de la Villa Coapa, el América.
Enrique Valles nos aclara que la compra de terrenos que el chihuahuense hizo en Copilco, tuvo como fin principal la crianza de toros de lidia. En ese tiempo, Tomás Valles también estuvo cerca del desarrollo de la Ciudad Universitaria, lindante con sus propiedades. Como sabemos, la Plaza México fue un antecedente de La Esperanza que, años después, levantaría a un costado del río Chuvíscar.
Chihuahueneidad y cultura.
Siendo esta página -facilitada por COPARMEX y El Heraldo- un espacio para recordar y dar a conocer las obras solidarias de los empresarios chihuahuenses (sea educativas, benefactoras, socorristas, culturales, en fin, altruistas), destacamos la huella que Tomás Valles ha dejado en el imaginario colectivo de nuestra tierra, primeramente, a través de la promoción del libro Crónica de un país bárbaro, una obra de ineludible lectura que nos obliga a repensar lo que somos.
Tomo prestado de Jesús Vargas Valdés el siguiente apunte: “A don Tomás Valles le correspondió el mérito de convencer a Fernando Jordán para que realizara esa trascendental y urgente tarea. Sin ningún recato ni duda, con plena seguridad podemos afirmar que en aquellos momentos no se hubiera encontrado en todo México a ninguna persona más adecuada para cumplir con tal cometido” (Cfr. Sugerencias para leer Crónica de un país bárbaro).
Mucho se ha debatido si Chihuahua es aún un país bárbaro (no si lo fue), si todavía “siembra vientos” y continúa siendo un “almacén de tempestades”. Lo cierto es que Tomás Valles fue uno de los gestores de algo que algunos llaman “chihuahueneidad”, algo así como la esencia de nuestra tierra. Entre otros, José Fuentes Mares reflexionó sobre el tema, reconociendo que no se sentía un mexicano “chilango”, pero tampoco un “gringo” texano.
El premio Tomás Valles Vivar.
En el ámbito cultural y, de manera paralela a esfuerzos como el de Eloy S. Vallina y el Centro Cultural Chihuahua o el de Federico Terrazas Torres con la Sociedad Artística Tecnológico; Tomás Valles fijó para la historia local, un canon (o lista de obras y autores selectos) artístico y cultural que ha traído grandes beneficios para el bienser de los chihuahuenses. El vehículo fue el premio Tomás Valles Vivar en tres categorías.
El premio destacó la escultura de Águeda Lozano y Enrique Carbajal, la pintura de Aarón Piña Mora y Benjamín Domínguez; la música de Modesto Gaytán, la filosofía de Federico Ferro Gay y la historia de Guillermo Porras Muñoz. En literatura fueron distinguidos José Vicente Anaya, Carlos Montemayor, Víctor Hugo Rascón Banda, Ignacio Solares, Alfredo Espinosa y Mario Arras. El paisaje y las costumbres chihuahuenses, desérticas y montañosas, guerreras y agrestes, se hacen presentes en estos y otros autores.
El periférico de la Juventud.
Sabemos que Tomás Valles Vivar legó a sus hijos y nietos, las lejanas lomas del oeste, pensando en que un día serían parte de la capital. Parece contrastante que quien buscó heredar una idea de la historia chihuahuense, proyectara un rostro urbano totalmente nuevo. Con el trazo del periférico de la Juventud, nació una zona que asemeja a las urbes norteamericanas, donde la primera inversión fue el Hotel Soberano de Arturo Hernández Valenzuela y, más tarde el amplio y confortable Fashion Mall de los Valles.
La urbanización del poniente, continuada más allá del boulevard La Cantera por los hermanos Elías, con el dinámico Distrito 1, permite pensar que es posible renovarse y que muchas cosas buenas están por venir. Tal vez por ello, Enrique Valles Zavala presentó hace poco el nuevo rostro de la antigua Plaza de Toros la Esperanza, hoy Plaza de Todos. Un centro de espectáculos multifacético, con una plancha móvil que la vuelve versátil y abierta al futuro. En buena hora.