/ martes 24 de abril de 2018

Claridad ante todo

Hay palabras en algunas canciones cuyo significado se escapa a mucha gente pero, al entonarlas, se siguen cantando igual y a veces el sentido y alcance de tal o cual término se pasa por alto. Tal sucede por ejemplo en “La cumbancha”, de Agustín Lara, y su última carcajada, o en el “quisiera hacerte un envite” –que no invite-, aunque así lo traduzcan algunos, en Los Laureles de Gilberto Parra Paz.

“Cumbancha”, deriva de cumbé, un antiguo baile de negros (perdónesenos el término) que aludía a una orgía, juerga, diversión desordenada y ruidosa, y que se ha traducido como jolgorio, reunión de gente para divertirse, beber y bailar. Cuando el músico poeta realizó un viaje a Cuba en 1933 en compañía del Samurai de la Canción Pedro Vargas y Ana María Fernández, se contactó, por las circunstancias de entonces, con músicos e intérpretes de la isla y así surgió la canción, obra que los propios cubanos han hecho suya.

En cuanto al envite, refiere a una apuesta, una jugada, un reto, un desafío.

La cuestión estriba en que así como ciertos términos en alguna canción pasan desapercibidos, así ciertos elementos en determinados sucesos también pueden perderse o bien tomarse a la ligera y no quedar claros para alguna o mucha gente. Tal sucede –cuando menos así lo percibimos- en los informes dados por el gobierno estatal en cuanto a los conflictos con la Federación, en los cuales, por desgracia, no falta la mezcla de recursos políticos que de algún modo desdicen o deslucen lo expuesto.

También se da con mayor fuerza en el conflicto con los maestros donde las cosas buscan reducirse a un no pago de sueldos y prestaciones, pero sin ir al fondo del asunto, y donde la información efectuada por las autoridades estatales pasa de largo y las posturas se siguen tensando. Más allá de lo justo o injusto de las peticiones se vislumbran otros intereses.

En cada caso lo conveniente para todos, sean protagonistas o espectadores, es aquella máxima de lo más claro es lo más decente. Se requiere que la claridad dé luz para arribar a soluciones justas y verdaderas. ¿Lo ven?


Hay palabras en algunas canciones cuyo significado se escapa a mucha gente pero, al entonarlas, se siguen cantando igual y a veces el sentido y alcance de tal o cual término se pasa por alto. Tal sucede por ejemplo en “La cumbancha”, de Agustín Lara, y su última carcajada, o en el “quisiera hacerte un envite” –que no invite-, aunque así lo traduzcan algunos, en Los Laureles de Gilberto Parra Paz.

“Cumbancha”, deriva de cumbé, un antiguo baile de negros (perdónesenos el término) que aludía a una orgía, juerga, diversión desordenada y ruidosa, y que se ha traducido como jolgorio, reunión de gente para divertirse, beber y bailar. Cuando el músico poeta realizó un viaje a Cuba en 1933 en compañía del Samurai de la Canción Pedro Vargas y Ana María Fernández, se contactó, por las circunstancias de entonces, con músicos e intérpretes de la isla y así surgió la canción, obra que los propios cubanos han hecho suya.

En cuanto al envite, refiere a una apuesta, una jugada, un reto, un desafío.

La cuestión estriba en que así como ciertos términos en alguna canción pasan desapercibidos, así ciertos elementos en determinados sucesos también pueden perderse o bien tomarse a la ligera y no quedar claros para alguna o mucha gente. Tal sucede –cuando menos así lo percibimos- en los informes dados por el gobierno estatal en cuanto a los conflictos con la Federación, en los cuales, por desgracia, no falta la mezcla de recursos políticos que de algún modo desdicen o deslucen lo expuesto.

También se da con mayor fuerza en el conflicto con los maestros donde las cosas buscan reducirse a un no pago de sueldos y prestaciones, pero sin ir al fondo del asunto, y donde la información efectuada por las autoridades estatales pasa de largo y las posturas se siguen tensando. Más allá de lo justo o injusto de las peticiones se vislumbran otros intereses.

En cada caso lo conveniente para todos, sean protagonistas o espectadores, es aquella máxima de lo más claro es lo más decente. Se requiere que la claridad dé luz para arribar a soluciones justas y verdaderas. ¿Lo ven?