La cancha de futbol rápido ubicada a un costado del gimnasio Rodrigo M. Quevedo, por la calle Ignacio Allende, se encuentra en precarias condiciones por el abandono, después de años de servir a la comunidad de las colonias cercanas como sitio de reunión para practicar el deporte de las patadas.
Conocida como “El Bule”, por encontrarse en el bulevar Gustavo Díaz Ordaz, sus instalaciones lucen descuidadas, como lo evidencia la alfombra de césped artificial con innumerables roturas que pueden causar tropezones a los jugadores.
Las paredes de madera, principalmente detrás de una de las porterías, están rotas y en mal estado, además de que no le haría mal una manita de pintura.
Durante años estas canchas han sido frecuentadas por vecinos de Santa Rita, Pacífico, Rubio, Linss, Zarco y otras colonias cercanas, que organizan pequeños torneos de futbol rápido entre sus clubes.
Durante el año pasado permanecieron cerradas por motivo de la pandemia y aunque ya se han reabierto, las luces se apagan a las diez de la noche y no a las doce, como solía ser, lo cual ha sido motivo de molestia de algún usuario que habría querido seguir jugando hasta tarde.