Antigua presidencia es refugio de 50 tortugas

Ya invernan las más de 50 tortugas de la antigua Presidencia. Las que son de tierra, incluida la más vieja de todas, con 30 años de edad, pasan los días de frío bajo los hoyos que escarban en los jardines. Las de agua se acomodan en el estanque, y en las noches son cubiertas con una lona, que las ha salvado hasta de la nieve. Las encargadas de limpieza, desde hace 20 años conocen cada uno de estos animales, incluso han nombrado a algunos. Dicen que cuando llegue febrero y vuelva con el calor, saldrán a la superficie las tortugas y dejarán de colocarles la lona a las que son de agua.

La más vieja de todas las tortugas, fue la última que ha llegado a los jardines de la Antigua Presidencia. El animal se llama Rafita, así le pusieron, después de que un guardia de ahí, la trajera desde el desierto.

Rafita continuó andando por los jardines del recinto, sin embargo, el velador que la había encontrado ya no regresó; él falleció hace 2 años aproximadamente, según cuentan las encargadas de limpieza, Soledad Rodríguez y Emgarcia Vera.

Desde hace más de dos décadas, ellas se han sentado sobre las bancas a ver las tortugas entre sus viajes de agua, tierra y sol. Conocen sus ciclos, las formas de sus caparazones y lo que comen.

En la antigüedad los chinos leían sobre los caparazones el futuro, según afirman las encargadas de limpieza. Comentaron que las tortugas cargan entre sus fuertes piernas, en las manchas del caparazón, un profundo significado. “Tienen letras, algunas forman una ‘M’. Algo dicen en sus manchas, pero quién sabe qué será. Aunque hay gente que sí sabe leerlas”, platica Soledad y Emgracia agrega que: “Son criaturas bellas, hechas por Dios”.

Rafita que no se volverá a ver por los jardines hasta enero o febrero, que arribe el calor. Desde hace un mes ha invernado, en un agujero que ha cavado a lo largo de 3 o 4 metros en el jardín. Él es la única tortuga que quedó de las “grandes”, ya que antes eran 4 más: “La Coqueta, José y Pancho”.

Empero, hay otra tortuga de tierra más joven y pequeña, a ésa le pusieron la “Tortilla de Harina”, por su caparazón casi blanco. Ésta se junta con las de agua en el estanque.

Entre otra de las tortugas se encuentra “la Esmeralda”, tiene los ojos verdes y nada apacible en el agua. En el estanque es la tortuga más grande de todas.

Mientras el sol se coloca sobre el pasto del jardín, a las 12 de la tarde, estos animales se encaminan hacia la luz, donde estiraran sus patas. Y ya más al rato comerán croquetas de gato.

En lo que pase el invierno, las arroparán con una lona, mientras pasa la noche, para que el frío no les afecte. Así lo hacen cada año.