Caretas de plástico abandonadas sobre los escritorios, escaparates, vitrinas; los cubrebocas en los cuellos o guardados en algún cajón cercano para usarlos de ser necesario, y una población que circula en las calles sin mayor temor al contagio, es el panorama que se vive en el primer día que los habitantes de Belisario Domínguez dejaron de tener miedo al Covid-19.
Este municipio, considerado como uno de “la esperanza”, se ubica de camino a Cuauhtémoc, escondido entre las planicies y relieves de la entidad, tan escondido que ni el SARS-CoV-2 lo encontró, y las noticias del gobernador de que deben reactivar hasta el 1 de junio no llegó a oídos de todos, ni en Presidencia, ni en las clínicas, ni en los supermercados que sólo venden soda, café y huevos, a falta de cerveza.
El 15 de mayo del presente año, la Presidencia Municipal circuló un oficio en donde felicitó a los ciudadanos por mantener el cuidado ante esta pandemia, por lo que exhortaba a reabrir sus negocios a partir de ayer, lo cual fue el pretexto perfecto para que la gente dejara de cumplir las medidas más extremas, como lo es la cuarentena, y saliera a hacer lo poco que se puede en ese lugar.
Ejemplo de ello es Rosa Emma Morales, quien dejó la trinchera de su casa, junto a sus nietas para recordar lo que es pasear en la plaza principal del pueblo, jugar con las niñas, supervisarlas desde una banca, y platicar con alguna vecina o conocida acerca del temor que se vivió por la enfermedad.
Otro ejemplo de la nueva confianza que ha adquirido esta ciudadanía es don Simón, conocido como “Copete” por sus amigos de las antiguas parrandas, cuando la cerveza era una bebida opcional y no un recurso invaluable; quien ha aprovechado el cese de las medidas de salud para pedir un “rait” con rumbo a Nonoava.
Al igual que éste, otros siete municipios fueron catalogados como símbolos de la “Esperanza”, esperanza de que el virus que ha mantenido detenido a México, así como al estado de Chihuahua, en los últimos meses, comience a detener su impacto, y las personas puedan volver a salir a la calle.
Rosario, San Francisco de Borjas, Práxedis G. Guerrero, El Tule, La Cruz, Uruachi y San Francisco de Conchos, son los municipios que la Federación ha seleccionado para que pudieran reactivar sus actividades, por pocas o muchas que fueran.
En el caso de Dr. Belisario Domínguez, sus mismos pobladores saben que la reactivación es mera formalidad, ya que los negocios realmente no cerraron, pues como dice el dicho “cuando una puerta se cierra, se abre una ventana”, medida que cumplieron a rajatabla.
La atención de los establecimientos, aunque ya no era de forma directa, como se acostumbra en los pueblos, donde todos se conocen, se saludan a diario, y comparten las “buenas nuevas” cada mañana, se limitó a una rápida atención con una ventana de por medio, para reabastecer la alacena.
Sin embargo, a falta de conocimiento de las palabras del gobernador, quien informaba la mañana de ayer que la esperanza se debe retrasar hasta el primer día del sexto mes del año, los 2 mil 911 habitantes del poblado obedecieron la ordenanza del 15 de mayo, y reiniciaron sus labores habituales.
Dentro de este panorama, la prevención se volvió una señal distintiva, pues contadas son las personas que aún utilizan el cubrebocas, como es el caso de los dependientes de la farmacia, el doctor y las enfermeras de la clínica de salud, los funcionarios del Ayuntamiento, los paramédicos del lugar, entre otros contados habitantes que aún lo llevan consigo, como señal del miedo latente que existía tan sólo antes del fin de semana pasado.
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