/ viernes 1 de febrero de 2019

Chihuahua será sede de evento nacional de risoterapia

Médicos de la Risa

De todos los remedios farmacéuticos existentes, uno de los más nobles es la endorfina, sustancia recetada y muy recomendada por los “médicos de la risa”, cuya “especialidad” es hacer de los hospitales de la ciudad mejores lugares, más humanos y más felices.

No confundirse con ese término, porque si bien hay en ese grupo personas dedicadas verdaderamente a la Medicina, no se necesita ser un galeno para ejercer en esta peculiar profesión.

En ese sentido, el grupo perteneciente a Risaterapia Chihuas es tan variopinto como los recursos que utilizan a la hora de visitar algunos de los centros de salud y asilos de Chihuahua para dibujar una sonrisa en sus pacientes, cuyas edades van desde los tres hasta los 99 años o más.

Detrás de la bata blanca, la nariz roja y la acreditación que los distingue hay empresarios, contadores, arquitectos, maestros y, se insiste, uno que otro galeno de profesión. Pero todos forman un conglomerado de seres humanos cuya paga no es monetaria, sino que está implícita en hacer el bien sin mirar a quien.

También tras el mencionado disfraz hay un cúmulo de historias, anécdotas, sentires y pensares que terminan por redondear la humanidad, el espíritu de servicio y un afán por enfrentar dolores ajenos como propios en cada uno de ellos, como se podrá ver a continuación:


Doctor Chetes

Mario Alberto Herrera Salinas

31 años

7 meses como médico de la risa

Empresario


“Lo que me atrajo, o más bien me atrapó de esta labor, es el servicio que puedes aportar en un momento tan vulnerable y difícil como lo es para alguien hospitalizado e incluso a sus familiares, quienes también necesitan una palabra de ánimo, un momento de distracción en esa situación”, menciona Chetes, apócope de “Cachetes”, como le decían de cariño cuando niño.

De acuerdo con Mario, y contrario a lo que muchos puedan pensar, la gama de pacientes de los médicos de la risa no se restringe sólo a niños. Como ya se ha mencionado, muchas veces los familiares de quien está internado son los que necesitan una adecuada dosis de buen humor.

Los lugares visitados por la asociación son la clínica Morelos del IMSS, la Lázaro Cárdenas del Issste, así como los hospitales Infantil, General y Christus Muguerza y el asilo Bocado del Pobre, en días y horarios designados de antemano y con un promedio de recorrido de dos horas y media.

“Una de las cosas que jamás tomamos a juego son las visitas; nuestra primera escala es la estación de enfermería para ver a qué habitaciones podemos pasar, o si algún paciente desea estar solo, o puede estar orando o recuperándose de algún procedimiento”.

“Tampoco somos comediantes, porque esto no es sólo de contar chistes. Además de la bata y la nariz roja, el requisito mínimo para ser médico de la risa es estar acreditado, y eso se logra asistiendo a talleres certificados en los que se nos enseña a dejar nuestros problemas fuera de los lugares que visitamos, así como no llevar a la casa tristeza o emociones similares que vivamos en la visita”.


Doctor Franky

Francisco Armendáriz

53 años

6 años como médico de la risa

Empleado administrativo


“Hay infinidad de anécdotas que se pueden contar en nuestro andar por los lugares. Algunas muy tristes, ni hablar, pero otras que, en lo personal, se siente bien vivirlas”, comienza su breve relato Francisco, toda una institución en esta su profesión paralela.

“Recuerdo en especial a una señora durante nuestras visitas al asilo Bocado del Pobre, ya no está ahí, tengo entendido, pero una vez que fuimos, me tocó estar con ella y se alegró con mi visita”, refiere, concediendo que demasiada paga era la sonrisa de la dama.

Añade que, al finalizar su encuentro, ella le pidió de último favor la condujera hasta una imagen de la Virgen de Guadalupe, y nada le costó a Armendáriz empujar la silla de ruedas hasta el otro lado de la habitación.

Cuando llegaron a su destino, él notó que la señora empezó a musitar algo. Pensando que se dirigía a él, se agachó para poder captarla mejor y alcanzó a escuchar que ella pedía muy especialmente por “aquel caballero que la había hecho reír”.

Aunque al principio batalla para recordar alguna, las vivencias se le vienen como cascada, y casi de inmediato recuerda a Carmen, otra dama que supone padecía algún tipo de Alzheimer, porque se olvidaba muy seguido de la plática.

En uno de los instantes de lucidez, ella le dijo que no recordaba nada de su vida, y Franky aprovechó para construirle un pasado, diciéndole que ella había tenido una existencia muy feliz al lado de un militar, e incluso hizo de ella los recuerdos que él tenía de una visita a la Ciudad de México para completar la sonrisa de satisfacción en su rostro.

La dama regresó en esos minutos de cualquier lugar al que su padecimiento la haya llevado, y por un margen de 40 minutos vivió una vida de ensueño, hasta que se volvió a ir al rincón de los olvidos. Empero, la cara tan feliz jamás se le ha olvidado a Armendáriz.

“Ha sido una de las experiencias más bellas en esta labor”, dice, con la voz entrecortada.


Doctora Toy

Verónica Fernández Cereceres

46 años

7 años como médico de la risa

Enfermera


Antes de iniciar su testimonio, Verónica confiesa no estar segura si son seis o siete los años que tiene administrando endorfina por la vía de la risa a sus pacientes, pero ella toma semejante olvido como una buena señal.

“El tiempo se me ha ido como agua, porque creo que he hecho algo muy bonito”, dice, en referencia a que los minutos se van volando cuando haces algo que te gusta. “Esta labor me fascina por la enorme recompensa que hay detrás de ella”.

Mas ella no se refiere a un premio en metálico o en especie. Ni siquiera es algo tangible. “El premio por regalar un poco de nuestro tiempo consiste en muchos abrazos, sonrisas y sobre todo, las bendiciones que nos desean las personas a quienes atendemos”.

Como enfermera antes de su alter ego de la Doctora Toy, Fernández Cereceres sabe muy bien medir los ambientes generados en los hospitales, y ella aprecia un cambio positivo en los lugares en que ella y sus compañeros se presentan como médicos de la risa. “Disfruto mucho estas visitas de este lado de los hospitales”, refiere a su personaje.

Otra de las recompensas o máximas satisfacciones que le han quedado a Vero en sus años de experiencia ha sido la enorme cantidad de amigos que ha hecho en la asociación. “He conocido a verdaderos hermanos que comparten conmigo la dicha de hacer felices a los demás”, concreta.


Doctora Molonkito

Marlene Favela

32 años

1 año como médico de la risa

Anestesióloga


Como todo en esta vida, el ser médico de la risa no es un recorrido por una alfombra de rosas. También es una labor que posee sus dificultades según cada persona. En el caso de Marlene, a veces se le complica compaginar sus trabajos.

Admite que ha habido ocasiones en que, de plano, no ha podido realizar sus rondines como la doctora Molonquito porque es justo el momento en que tiene alguna intervención que se le empalma en su otro trabajo. “Dedicar tiempo a lo que quiero es lo que más se me dificulta”, redondea.

En compensación, ha sabido sacarle partido a su otro trabajo y aplicar sus beneficios en su labor en Medicina Paliativa y del Dolor, de la cual tiene una subespecialidad. “Me ha servido mucho para lo otro ser médico de la risa”, establece.

“Yo era muy cuadrada, muy seguidora de los protocolos, pero aquí me he enseñado a relajarme un poquito, porque he aprendido que sabemos que hoy estamos, pero mañana quién sabe, y que por eso tienes que tener un día feliz”, explica.

“Entré a la asociación buscando un sentido diferente a la vida, y me he encontrado con una agradable familia de locos cuya profesión original no importa. Lo importante aquí no es ser doctor, o licenciado, sino que sepas darle alegría al paciente”, añade.

“La risa es el mejor analgésico”, concluye.


Doctor Smaily

Gustavo Clemente

31 años

1 año y medio como médico de la risa

Enfermero


Amén de los requisitos exteriores que se necesitan para ser médico de la risa, Gustavo está convencido que el más importante está en el interior de cualquiera que tenga la vocación: un corazón dispuesto.

“No hay otro. Tienes que llevar, durante tus visitas, el corazón dispuesto a escuchar lo que quieran compartirte, así como comprender la situación de quien lo hace, y también de quien no lo quiere hacer, y en este sentido, no rendirte”, explica.

Complementa su comentario diciendo que el médico de la risa debe entender el dolor o la depresión que atraviese determinado paciente, y que si se trata de un niño que no desea jugar, cambiar la estrategia y, por ejemplo, platicar con él sobre algo que le interese. No todo es cosa de chiste.

Lo que sí siempre debe ser constante es el intento del médico por hacer click con el paciente o la persona con la que esté tratando. “Empatizar”, define Gustavo, jamás debe faltar en ese imaginario maletín de recursos de los que disponen los seres humanos como él.


Doctora Dinamita

Consuelo Enríquez Chacón

32 años

1 año como médico de la risa

Ortodoncista


Habrá gente que no comprenda la noble labor de los médicos de la risa, ya sea porque no reciben paga o porque no devengan un salario por ello. Pero para Consuelo tiene mucho sentido lo que hace, y lo hace con gusto.

“Creo que todos debemos compartir algo con los demás, y se debe hacer en la mejor forma que se le acomode a cada quien. En mi caso, además de que me gusta mucho lo que hago, soy muy ocurrente. Esto (de hacer sentir bien a los demás) es lo mío”, justifica.

Mientras comenta que precisamente se encuentra elaborando una maqueta para el evento que su asociación tiene para este fin de semana, dice que en cuestión de tiempo, nada se pierde, y en ese y otros aspectos, aunque suene muy trillado, “ganas más de lo que das”.

“Es tanto lo que recibes en cuestión de bendiciones, sobre todo en estas, pero también en sonrisas y caritas felices, que hay veces en que igual tuviste un día superpesado en tu otro trabajo, pero regresar del hospital con un chorro de energía”, resume.

“Es bonito este trabajo, pues es algo recíproco. Recargas a los demás y te recargas (de energía) tú”.

Encuentro

Chihuahua será sede, este sábado y domingo, de la reunión de Médicos de la Risa, en la cual participarán especialistas de varios estados. Habrá una convivencia pública con ellos el domingo a partir de las 10:00 horas en la plaza de Armas.



De todos los remedios farmacéuticos existentes, uno de los más nobles es la endorfina, sustancia recetada y muy recomendada por los “médicos de la risa”, cuya “especialidad” es hacer de los hospitales de la ciudad mejores lugares, más humanos y más felices.

No confundirse con ese término, porque si bien hay en ese grupo personas dedicadas verdaderamente a la Medicina, no se necesita ser un galeno para ejercer en esta peculiar profesión.

En ese sentido, el grupo perteneciente a Risaterapia Chihuas es tan variopinto como los recursos que utilizan a la hora de visitar algunos de los centros de salud y asilos de Chihuahua para dibujar una sonrisa en sus pacientes, cuyas edades van desde los tres hasta los 99 años o más.

Detrás de la bata blanca, la nariz roja y la acreditación que los distingue hay empresarios, contadores, arquitectos, maestros y, se insiste, uno que otro galeno de profesión. Pero todos forman un conglomerado de seres humanos cuya paga no es monetaria, sino que está implícita en hacer el bien sin mirar a quien.

También tras el mencionado disfraz hay un cúmulo de historias, anécdotas, sentires y pensares que terminan por redondear la humanidad, el espíritu de servicio y un afán por enfrentar dolores ajenos como propios en cada uno de ellos, como se podrá ver a continuación:


Doctor Chetes

Mario Alberto Herrera Salinas

31 años

7 meses como médico de la risa

Empresario


“Lo que me atrajo, o más bien me atrapó de esta labor, es el servicio que puedes aportar en un momento tan vulnerable y difícil como lo es para alguien hospitalizado e incluso a sus familiares, quienes también necesitan una palabra de ánimo, un momento de distracción en esa situación”, menciona Chetes, apócope de “Cachetes”, como le decían de cariño cuando niño.

De acuerdo con Mario, y contrario a lo que muchos puedan pensar, la gama de pacientes de los médicos de la risa no se restringe sólo a niños. Como ya se ha mencionado, muchas veces los familiares de quien está internado son los que necesitan una adecuada dosis de buen humor.

Los lugares visitados por la asociación son la clínica Morelos del IMSS, la Lázaro Cárdenas del Issste, así como los hospitales Infantil, General y Christus Muguerza y el asilo Bocado del Pobre, en días y horarios designados de antemano y con un promedio de recorrido de dos horas y media.

“Una de las cosas que jamás tomamos a juego son las visitas; nuestra primera escala es la estación de enfermería para ver a qué habitaciones podemos pasar, o si algún paciente desea estar solo, o puede estar orando o recuperándose de algún procedimiento”.

“Tampoco somos comediantes, porque esto no es sólo de contar chistes. Además de la bata y la nariz roja, el requisito mínimo para ser médico de la risa es estar acreditado, y eso se logra asistiendo a talleres certificados en los que se nos enseña a dejar nuestros problemas fuera de los lugares que visitamos, así como no llevar a la casa tristeza o emociones similares que vivamos en la visita”.


Doctor Franky

Francisco Armendáriz

53 años

6 años como médico de la risa

Empleado administrativo


“Hay infinidad de anécdotas que se pueden contar en nuestro andar por los lugares. Algunas muy tristes, ni hablar, pero otras que, en lo personal, se siente bien vivirlas”, comienza su breve relato Francisco, toda una institución en esta su profesión paralela.

“Recuerdo en especial a una señora durante nuestras visitas al asilo Bocado del Pobre, ya no está ahí, tengo entendido, pero una vez que fuimos, me tocó estar con ella y se alegró con mi visita”, refiere, concediendo que demasiada paga era la sonrisa de la dama.

Añade que, al finalizar su encuentro, ella le pidió de último favor la condujera hasta una imagen de la Virgen de Guadalupe, y nada le costó a Armendáriz empujar la silla de ruedas hasta el otro lado de la habitación.

Cuando llegaron a su destino, él notó que la señora empezó a musitar algo. Pensando que se dirigía a él, se agachó para poder captarla mejor y alcanzó a escuchar que ella pedía muy especialmente por “aquel caballero que la había hecho reír”.

Aunque al principio batalla para recordar alguna, las vivencias se le vienen como cascada, y casi de inmediato recuerda a Carmen, otra dama que supone padecía algún tipo de Alzheimer, porque se olvidaba muy seguido de la plática.

En uno de los instantes de lucidez, ella le dijo que no recordaba nada de su vida, y Franky aprovechó para construirle un pasado, diciéndole que ella había tenido una existencia muy feliz al lado de un militar, e incluso hizo de ella los recuerdos que él tenía de una visita a la Ciudad de México para completar la sonrisa de satisfacción en su rostro.

La dama regresó en esos minutos de cualquier lugar al que su padecimiento la haya llevado, y por un margen de 40 minutos vivió una vida de ensueño, hasta que se volvió a ir al rincón de los olvidos. Empero, la cara tan feliz jamás se le ha olvidado a Armendáriz.

“Ha sido una de las experiencias más bellas en esta labor”, dice, con la voz entrecortada.


Doctora Toy

Verónica Fernández Cereceres

46 años

7 años como médico de la risa

Enfermera


Antes de iniciar su testimonio, Verónica confiesa no estar segura si son seis o siete los años que tiene administrando endorfina por la vía de la risa a sus pacientes, pero ella toma semejante olvido como una buena señal.

“El tiempo se me ha ido como agua, porque creo que he hecho algo muy bonito”, dice, en referencia a que los minutos se van volando cuando haces algo que te gusta. “Esta labor me fascina por la enorme recompensa que hay detrás de ella”.

Mas ella no se refiere a un premio en metálico o en especie. Ni siquiera es algo tangible. “El premio por regalar un poco de nuestro tiempo consiste en muchos abrazos, sonrisas y sobre todo, las bendiciones que nos desean las personas a quienes atendemos”.

Como enfermera antes de su alter ego de la Doctora Toy, Fernández Cereceres sabe muy bien medir los ambientes generados en los hospitales, y ella aprecia un cambio positivo en los lugares en que ella y sus compañeros se presentan como médicos de la risa. “Disfruto mucho estas visitas de este lado de los hospitales”, refiere a su personaje.

Otra de las recompensas o máximas satisfacciones que le han quedado a Vero en sus años de experiencia ha sido la enorme cantidad de amigos que ha hecho en la asociación. “He conocido a verdaderos hermanos que comparten conmigo la dicha de hacer felices a los demás”, concreta.


Doctora Molonkito

Marlene Favela

32 años

1 año como médico de la risa

Anestesióloga


Como todo en esta vida, el ser médico de la risa no es un recorrido por una alfombra de rosas. También es una labor que posee sus dificultades según cada persona. En el caso de Marlene, a veces se le complica compaginar sus trabajos.

Admite que ha habido ocasiones en que, de plano, no ha podido realizar sus rondines como la doctora Molonquito porque es justo el momento en que tiene alguna intervención que se le empalma en su otro trabajo. “Dedicar tiempo a lo que quiero es lo que más se me dificulta”, redondea.

En compensación, ha sabido sacarle partido a su otro trabajo y aplicar sus beneficios en su labor en Medicina Paliativa y del Dolor, de la cual tiene una subespecialidad. “Me ha servido mucho para lo otro ser médico de la risa”, establece.

“Yo era muy cuadrada, muy seguidora de los protocolos, pero aquí me he enseñado a relajarme un poquito, porque he aprendido que sabemos que hoy estamos, pero mañana quién sabe, y que por eso tienes que tener un día feliz”, explica.

“Entré a la asociación buscando un sentido diferente a la vida, y me he encontrado con una agradable familia de locos cuya profesión original no importa. Lo importante aquí no es ser doctor, o licenciado, sino que sepas darle alegría al paciente”, añade.

“La risa es el mejor analgésico”, concluye.


Doctor Smaily

Gustavo Clemente

31 años

1 año y medio como médico de la risa

Enfermero


Amén de los requisitos exteriores que se necesitan para ser médico de la risa, Gustavo está convencido que el más importante está en el interior de cualquiera que tenga la vocación: un corazón dispuesto.

“No hay otro. Tienes que llevar, durante tus visitas, el corazón dispuesto a escuchar lo que quieran compartirte, así como comprender la situación de quien lo hace, y también de quien no lo quiere hacer, y en este sentido, no rendirte”, explica.

Complementa su comentario diciendo que el médico de la risa debe entender el dolor o la depresión que atraviese determinado paciente, y que si se trata de un niño que no desea jugar, cambiar la estrategia y, por ejemplo, platicar con él sobre algo que le interese. No todo es cosa de chiste.

Lo que sí siempre debe ser constante es el intento del médico por hacer click con el paciente o la persona con la que esté tratando. “Empatizar”, define Gustavo, jamás debe faltar en ese imaginario maletín de recursos de los que disponen los seres humanos como él.


Doctora Dinamita

Consuelo Enríquez Chacón

32 años

1 año como médico de la risa

Ortodoncista


Habrá gente que no comprenda la noble labor de los médicos de la risa, ya sea porque no reciben paga o porque no devengan un salario por ello. Pero para Consuelo tiene mucho sentido lo que hace, y lo hace con gusto.

“Creo que todos debemos compartir algo con los demás, y se debe hacer en la mejor forma que se le acomode a cada quien. En mi caso, además de que me gusta mucho lo que hago, soy muy ocurrente. Esto (de hacer sentir bien a los demás) es lo mío”, justifica.

Mientras comenta que precisamente se encuentra elaborando una maqueta para el evento que su asociación tiene para este fin de semana, dice que en cuestión de tiempo, nada se pierde, y en ese y otros aspectos, aunque suene muy trillado, “ganas más de lo que das”.

“Es tanto lo que recibes en cuestión de bendiciones, sobre todo en estas, pero también en sonrisas y caritas felices, que hay veces en que igual tuviste un día superpesado en tu otro trabajo, pero regresar del hospital con un chorro de energía”, resume.

“Es bonito este trabajo, pues es algo recíproco. Recargas a los demás y te recargas (de energía) tú”.

Encuentro

Chihuahua será sede, este sábado y domingo, de la reunión de Médicos de la Risa, en la cual participarán especialistas de varios estados. Habrá una convivencia pública con ellos el domingo a partir de las 10:00 horas en la plaza de Armas.



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