Pequeño ralámuli duerme a la intemperie mientras que su madre pide kórima en la calle. Ellos han migrado a la capital en busca de una mejor vida, pues en su pueblo natal la violencia no cesa. Niños y adultos mayores se exponen en las calle para conseguir algo de sustento.
Pese a la baja temperatura que se ha registrado hoy en la capital a consecuencia de la tormenta invernal, los indígenas tiene que sortear el clima para obtener recursos para comer.
En la avenida Hacienda Carrizalillo y lateral del periférico de la Juventud se encuentra una familia ralámuli pidiendo kórima.
La mujer afirma que no tiene quien le cuide a sus pequeños, por lo que tiene que llevarlos al cruce para obtener algunos recursos.
Los ciudadanos les han regalado ropa abrigadora y hasta comida para desayunar, pero la situación ha sido muy difícil desde que inicio la pandemia, pues el trabajo es escaso.
La misma situación de vive en el cruce del periférico de la Juventud con avenida Hacienda del Valle y con avenida Francisco Villa, donde no solo indígenas hacen su lucha por conseguir un sustento.
En la Francisco Villa hay al menos 2 adultos mayores, quienes piden dinero para sobrevivir, uno de ellos utiliza un palo para hacer malabares pero es poco el dinero que obtiene; el otro limpia vidrios. A ello se suman dos familias de indígenas que a veces ofertan artesanías o venden mazapanes.
Para ellos estar en estos cruceros representa un ingreso, pues no cuentan con un trabajo ni pensión alguna.