El poblado de Cerocahui, ubicado en la Sierra Madre Occidental, sin duda es un lugar atractivo para los viajeros y turistas, tanto del Chihuahua y México, así como de otras partes del mundo, principalmente por su imagen conservadora de la madre naturaleza.
Sin embargo, dicha localidad captó la atención internacional por el violento homicidio de dos sacerdotes jesuitas, así como el asesinato de un civil al interior de la iglesia.
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Las atracciones turísticas más importantes de Cerocahui
En Cerocahui, los visitantes podían observar entre el tren Chepe y el silencio profundo de la Sierra Tarahumara.
En este paraíso se localiza el mirador más bello de las Barrancas, así como el templo de San Francisco Javier que fue levantado por la comunidad jesuita.
El Tren Chepe llega a lo más profundo de la Sierra Tarahumara y se detiene en la estación Bahuichivo, a 18 kilómetros de distancia está Cerocahui.
El pueblo es un lugar privilegiado, con un clima que lo viste de verde casi todo el año.
Otro de los atractivos que tiene la zona y es parte del detonante de su economía, son las cascadas que bañan el paisaje alrededor en Urique.
A su vez, la zona cuenta con el encanto natural de la zona, que consiste en apacibles senderos junto a ríos de agua fresca.
Se dice que nadie puede olvidar la belleza que muestra aquí la Sierra Madre Occidental, pues desde este mirador se puede contemplar la profundidad de la barranca.
Se mancha la calidez de Cerocahui tras asesinato de sacerdotes
No obstante, a pesar de los diversos atractivos turísticos y la inmensa zona natural que tiene Cerocahui, se vio dañada por el asesinato de dos sacerdotes y un guía de turistas.
Y es que la producción y trasiego de drogas ha dejado un desplazamiento forzoso de comunidades, a las que ha azotado con una ola de asesinatos.
Según los testimonios de algunos pobladores, que fueron recogidos por algunos medios de Chihuahua, la ausencia de fuerzas federales y estatales ha dejado en la indefensión a los pobladores de esta zona, la cual es dominada por una célula criminal.
El asesinato de Javier Campos Morales, y Joaquín César Mora, cimbró los cañones de la sierra en Chihuahua, ya que ambos líderes religiosos eran muy queridos por el pueblo.
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Eran “figuras de autoridad moral, personas que generaban equilibrios en la comunidad”, dijo el martes por la noche el también jesuita Jorge Atilano durante una misa en la capital del país.