El sacerdote originario de Parral, Chihuahua, Edmundo De la Vega, uno de los 141 mexicanos repatriados de Israel en un segundo vuelo, compartió en exclusiva para El Sol de Parral su experiencia durante los días que se encontraba acompañando a un grupo de 45 peregrinos mexicanos hasta antes de ser rescatados. “Me queda la experiencia de ser constructores de paz en nuestra realidad mexicana, porque no podemos cerrar los ojos ante el hecho de que a lo mejor en algunos momentos corremos más riesgo en México que en Israel”.
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El párroco titular de la Medalla Milagrosa en la ciudad de Parral y quien por ahora se encuentra en la Ciudad de México, narró su experiencia mientras se encontraba de peregrinación por Europa y Tierra Santa, la cual tuvo que ser suspendida debido al conflicto que se vive entre Israel y Hamas.
Relató que después de salir de Roma, el viernes 06 de octubre junto a los peregrinos mexicanos originarios de Chihuahua, Nuevo León, Tabasco, Michoacán, Ciudad de México y Puebla arribó cerca de las 16:00 horas al Aeropuerto Internacional de Ben Gurión en Tel Aviv, la capital Israelita, aterrizaje por el cual dijo que estaban muy contentos y emocionados por la experiencia que vivirían.
Describió que estando en el hotel y minutos luego de haber despertado en el día 7, les llamó la atención que se activara una alarma antibombas la cual suena en todo el territorio de Israel cuando hay algún tipo de ataque e inclusive, él no le dio importancia porque era la tercera ocasión que peregrinaba a Tierra Santa y siempre había escuchado dicho sonido, por lo que trató de tranquilizar a los peregrinos con su experiencia previa.
Recordó que se mantuvieron en una zona pacífica entre Nazaret y Cannánde Galilea, lugares que se encuentran muy lejos de la franja de Gaza y de la frontera norte, por lo que afortunadamente no vieron ni un misil, ni una bomba, muchos menos un edificio destruido.
“No fuimos nunca hacia Jerusalén, nunca entramos en territorio nacional, ciertamente la agencia nos dijo -no nos vamos a acercar a Jerusalén, no vamos a ir a Belén-, después de eso se alteró mucho nuestro itinerario, pero todos los días transcurrieron en paz”, refirió al recordar los momentos vividos el pasado fin de semana.
El sacerdote refirió que existía un poco de intranquilidad en los peregrinos que acompañaba. “Yo siempre me sentí bien, Israel es un país sumamente seguro justamente porque siempre ha estado en medio de los conflictos, tienen un aparato de seguridad muy sofisticado y el 7 de octubre que sonaron las alarmas fue porque había caído un misil entre 4 mil o 5 mil que habían disparado, entonces efectivamente es un lugar en el que la seguridad se ha desarrollado muchísimo, entonces yo me sentía muy tranquilo, pero la verdad los peregrinos empezaron a intranquilizarse más”, rememoró.
Recordó que aunque se encontraban en una zona donde no había conflicto, Israel se declaró en estado de guerra, situación que les fue complicando las cosas.
Al ser cuestionado sobre cómo toman el llamado de auxilio por parte de las autoridades mexicanas para ser rescatados de aquel país, describió que el coordinador de la peregrinación desde que llegaron a Israel le había notificado a la embajada que estaban en dicho lugar, por lo que se conocía de su visita.
“Sabían que había un grupo de 46 mexicanos organizados visitando la Tierra Santa, una vez que se da la declaratoria de estado de guerra, pues un oficial de la Embajada de México en Israel contacto a nuestro coordinador y le notificó que estaban pendientes y a la orden”.
Sobre la decisión de regresar a tierras mexicanas, el padre Edmundo de la Vega mencionó que fueron varios factores lo que influyeron, entre ellos la insistencia de sus familias para que volvieron, además de que las complicaciones estaban escalando, es decir cada día fueron viendo cómo se restringía su estancia en aquel país ya que se les notificaba que debían quedarse en el hotel porque no podían llevarlos a las carreteras y exponerlos.
“La línea aérea en la que teníamos que haber regresado nos canceló los vuelos sin previo aviso, primero nos habían reprogramado y luego con la mano en la cintura, un email les bastó para decir -no te vamos a llevar de vuelta, ahí te quedas entonces-, pues dijimos si a la Fuerza Aérea Mexicana nos está ofreciendo la posibilidad de ser repatriados, pues aceptamos”, citó.
Para regresar dijo que fue un trayecto largo ya que ellos salieron de Nazaret a las 5 de la tarde del 9 de octubre, posteriormente llegaron al aeropuerto Ben Gurión en Tel Aviv a las 6 de la tarde y su vuelo de repatriación salió a las 6 de la mañana, entonces fue una espera de 12 horas en el lugar.
Expuso que el vuelo tuvo que hacer muchas escalas técnicas, siendo la primera en Antalya, Turquía, luego otra escala técnica en Shannon, Irlanda, después en Gander, Canadá y la última en Raleigh, Carolina del Norte para finalmente arribar a la Unidad Militar de Santa Lucía.
Sobre su mensaje ante lo vivido, el sacerdote expresó que se queda con la experiencia de aprender a valorar la paz, pues es un regalo invaluable, además de ser una condición sin la cual no se va a dar nunca el desarrollo ni el progreso, ni la estabilidad por lo que todo depende de una situación pacífica.
“Me quedo con el gran compromiso o el gran desafío de ser constructores de paz en nuestra realidad mexicana porque pues no podemos cerrar los ojos ante el hecho de que a lo mejor en algunos momentos corremos más riesgo en México que en Israel; entonces la paz que es tan preciosa en Medio Oriente lo es en México y lo es en cualquier parte del mundo”, puntualizó.