Las colonias Campesina Nueva y Alfredo Chávez se convirtió en un bulevar de narcomenudeo, ante la cantidad de viviendas que fueron convertidas en laboratorios para la elaboración, venta y uso de estupefacientes como marihuana, cocaína, cristal y hasta heroína, incluso al aire libre y a la vista de quien pase por el lugar.
Abarcando un territorio compuesto de más de 100 cuadras al sureste de la ciudad, recorriendo la avenida Francisco Zarco, cruzando por el parque El Acueducto hasta llegar a los límites de la Presa Chuvíscar, la colonia Alfredo Chávez y la Campesina Nueva se convierten en una zona de guerra durante los fines de semana, de acuerdo con los vecinos que viven aterrados ante la cantidad de jóvenes y adultos adictos a las drogas.
Del viernes al domingo, los jóvenes y adultos adictos a las drogas se pasean por las calles del sector, consumiendo al exterior de las viviendas que son ya conocidas como picaderos. Entre locales se reconocen, explicaron quienes prefirieron mantener el anonimato, por lo que los conflictos entre los consumidores y el resto de los vecinos son nulos. Pese a ello, existe un miedo constante de que los niños caigan en las adicciones.
En la calle Río Papigochi, de la campesina se observan los primeros “picaderos” reconocidos por todos los colonos, en donde comienza una exhibición de la vida de quienes se dedican al narcomenudeo, en viviendas con grafitis, paredes quemadas, basura y muebles desgastados postrados al exterior.
La calle Río del Carmen, numero 8014, el exterior fue acondicionado para realizar el consumo, elaboración y venta de dosis. En el lugar se observa un tejaban improvisado con el camper de una pick up, mesas, sillas y hasta muebles con cajones, en los cuales, a decir de los vecinos, almacenan lo necesario para la elaboración de los pequeños paquetes con estupefacientes.
Es conocido por los habitantes de la colonia Campesina Nueva y Alfredo Chávez, que en las calles con diversos nombres de ríos se lleva a cabo la venta de marihuana, principalmente, así como de cristal, cocaína e incluso, de heroína. Cuyos vendedores son reconocidos bajo diversos sobrenombres, diminutivos o apodos.
A decir de los habitantes del lugar, en ambas colonias habitan elementos de la Dirección de Seguridad Pública Municipal, de la Corporación Estatal de Seguridad e incluso de la Fiscalía General del Estado.