El Instituto Down de Chihuahua cumple 35 años de brindar servicio a la comunidad, actualmente atienden a 153 personas, desde los 45 días de nacido y hasta los 51 años, brindando desde terapias de estimulación temprana hasta talleres para la inclusión laboral.
"Es un proyecto de vida que se ha ido cristalizando”, expresó Norma Korina Galindo Gallardo, directora psicopedagógica del instituto, quien en 1984 junto con otras tres entusiastas estudiantes de Psicología inició la asociación civil. Recuerda que un profesor fue quien quería contar con una institución como el John Landgon Down de la Ciudad de México, sin embargo al ver que el objetivo se desvirtuaba las estudiantes continuaron solas.
En 1984 un grupo de chicas de 22 años, estudiantes de noveno semestre de Psicología, fundaron el Instituto Down de Chihuahua A.C. Entre ellas estaba Lupita Barraza, quien fue la primera directora; Carmen Gámez, quien después fue la directora; Patricia Reza y Korina, quienes pensaban en ofrecer una alternativa en la educación e integración social de niños con Síndrome Down y brindar apoyo a sus familias.
“Es un gran orgullo ver a la institución tan posicionada después de 35 años de trabajo, siempre ha sido una organización incansable para buscar las mejores opciones para las familias de las personas con Síndrome Down, siempre buscando su integración”.
Iniciaron en casas rentadas, la primera estaba en la calle Libertad junto al Hotel Roma, donde les prestaban el teléfono, en ella atendían a cinco niños; luego se cambiaron a una casa en la avenida Juárez y en otra ubicada frente al templo de Santa Rita. Con mucho esfuerzo lograron concretar un proyecto de construcción que se consolidó en 1996, cuando la primera piedra la colocaron en 1994, es decir, 10 años después de su fundación, con lo cual pudieron ampliar los servicios para alumnos y familiares.
“Para mí ha sido un proyecto de vida, con la institución hemos compartido cosas buenas y dolorosas. Más de la mitad de mi vida he estado en la institución, pero haber empezado en casas de renta y ahora estar aquí lo vemos y a veces ni lo creemos, pero no se hubiera logrado sin la ayuda de tanta gente”.
Korina recuerda que conocieron a Jorge Treviño Botti al acudir a su oficina a solicitarle un donativo, tres años antes de que naciera su hijo Luis Enrique, un joven con Síndrome de Down de 32 años de edad, coincidencias de la vida.
“Muchas de las personas que estamos aquí ha sido como proyecto de vida”, manifestó Korima, quien inició como terapeuta para adolescentes y luego en estimulación temprana, ahora ocupa la dirección psicoterapéutica”.
Korina mencionó que la sensibilización de la comunidad ha sido vital para que el Síndrome de Down no sea estigmatizado, las personas con esta condición ya no son escondidos, sino que son incluidos, incluso desde que el bebé nace se le canaliza al Instituto Down. Se les da orientación a los padres para que puedan asimilar e iniciar la terapia temprana para sus niños.
El instituto no ha cambiado su misión y seguirá trabajando para que las personas con Síndrome de Down tengan una mejor calidad de vida.
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